Clases esenciales: Masculinidad y Femineidad Bíblicas

Masculinidad y Femineidad Bíblicas – Clase 6: Masculinidad y Femineidad Bíblicas en el Hogar (Parte 1)

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
20.07.2017

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Clase esencial
Masculinidad y Femineidad Bíblicas
Clase 6: Masculinidad y Femineidad Bíblicas en el Hogar (Parte 1)


I. Introducción

En las primeras semanas de esta clase, hemos pasado el tiempo considerando los pasajes más sostenidos en la Biblia acerca de lo que significa ser varón y hembra. Ahora que tenemos un marco básico para la masculinidad y la femineidad, queremos llenar el esqueleto en lo que respecta al hogar, la iglesia, el lugar de trabajo y el mundo.

Esta mañana, comenzamos con el hogar. Mientras lo hacemos, permíteme decir algo necesario, y es que, estas dos próximas semanas pueden ser las más centradas en el matrimonio del curso. Eso es simplemente porque las Escrituras tratan al matrimonio como una experiencia común para muchos hombres y mujeres, y por tanto, hablan con más frecuencia de la interacción entre la masculinidad y la femineidad en el hogar dentro del contexto del matrimonio.

Pero para que no pensemos erróneamente que el matrimonio es esencial para la masculinidad y la femineidad, necesitamos empezar con:

II. Masculinidad y femineidad bíblicas en el contexto de la soltería. Dos puntos importantes:

A. La Biblia celebra la soltería para hombres y mujeres.

El matrimonio no es superior a la soltería. A diferencia de la mayoría de otras religiones y culturas, ¡la Biblia alaba el mérito y el valor de la vida soltera! 1 Co. 7:8: «Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo…» [versículo 32] «Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor». La soltería le permite al cristiano servir y honrar a Dios con afectos y devoción unánimes. Es un regalo que debe ser acogido, no una maldición que debe ser evitada o algún estado inferior que rechazar o del cual estar avergonzados. No necesitas estar casado o tener hijos para ser completamente masculino o femenino – ¿quién es nuestro principal ejemplo de eso? El mismo Jesús, el mayor ejemplo de masculinidad bíblica. En todo lo que nos avergüenza estar solteros, culpo parcialmente a la iglesia evangélica que ha perdido de vista la bondad de la soltería, y ha fallado en exaltar su honrada posición. Por eso, agradecemos a Dios cuando él levanta hombres solteros en nuestra ancianidad aquí en CHBC. Y por supuesto en la eternidad, no se tomarán y darán en matrimonio, esta institución mundana del matrimonio cesará, porque todos estaremos casados con nuestro Señor como la novia de Cristo. Esta temporada, sea que estemos solteros o casados, es para prepararnos para ese tiempo. Y no sólo eso, sino que:

B. El soltero cristiano expresa masculinidad o femineidad en la familia de Dios.

Los creyentes solteros pueden no estar casados durante un tiempo o durante toda su vida, pero ciertamente son parte de una familia: la iglesia local. Y pueden servir a su familia eclesiástica en maneras distintivamente masculinas o femeninas. Estas son algunas sugerencias. Muchas de ellas también se aplican a hombres y mujeres casados, pero aquí quiero enfocarme por un momento en aquellos que están solteros.

Para los hombres:

Recuerda de Génesis 2:15, que la descripción del trabajo de Adán era labrar y cuidar el Huerto, lo cual explicamos como un encargo de proveer y proteger el campo que Dios le había encomendado. De esto, hay una serie de aplicaciones que podríamos hacer para las relaciones del hombre soltero en la familia de Dios:

  • Provee para otros hombres espiritualmente. Pablo le dijo a Timoteo que tratara a los hombres jóvenes como «hermanos» (1 Timoteo 5:1) – Encuentra a un joven y muéstrale amor fraternal al disciplinarlo en la Palabra.
  • Provee para el ministerio financieramente – Los hombres solteros pueden ser capaces de dar más dinero ahora, que de lo que podrían si también tuvieran que cuidar de una esposa e hijos.
  • Asume responsabilidad como miembro en proteger a la iglesia en su doctrina. Estudia la Palabra para que puedas estar equipado para enseñar a otros fielmente.
  • Al construir eso, deberías esforzarte por ser un anciano algún día o por lo menos caminar en la integridad que caracteriza a los ancianos de acuerdo a las aptitudes de 1 Timoteo 3 y Tito 1. Parte de eso incluye «gobernar bien su casa», lo que comprende tus finanzas, mantener tu actual espacio de vida en orden, y ser fiable en tus relaciones y puro en tus pensamientos.
  • Procura proteger a las damas de la iglesia en formas apropiadas, ya sea acompañándolas en las calles de la ciudad por la noche, ayudándolas a mudarse, u otros actos de servicio fraternal. Como Pablo le dijo a Timoteo, parte de proteger a las mujeres significa tratarlas con «con toda pureza» (1 Timoteo 5:2 NVI).

Para las mujeres:

Vimos en Génesis 2:18 que Eva fue creada como la «ayuda idónea» de Adán. Esto quiere decir que puedes expresar tu femineidad a través de una disposición útil, alentadora y servicial.

  • Así que, toma esa postura y aplícala en tu servicio a la iglesia como mujer soltera. Los ancianos que lideran la iglesia son hombres – y eso significa que definitivamente necesitan muchísima ayuda. ¿Es tu instinto confiar en los ancianos y extender tu disposición para ayudar con lo que sea que  necesario? Algunas mujeres deberían aspirar a ser diaconisas para que puedan coordinar útilmente las actividades ministeriales y proteger nuestra unidad como un cuerpo local.
  • También es femenino nutrir salud espiritual en otras mujeres. Adán llamó a su esposa «Eva», que significa dadora de vida; muchos eruditos bíblicos infieren de esto que la femineidad implica nutrir vida en otros – no sólo vida física a través de ser madre, lo cual harán algunas mujeres, sino cultivar vida espiritual, lo que deberían hacer todas las mujeres. Escucha la instrucción de Pablo en Tito 2:3, teniendo en cuenta que si hay mujeres en la iglesia menores que tú, en edad o madurez, puedes servirles como una «anciana»: «Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos». ¡Observa que no necesitas estar casada para enseñar a otras mujeres sobre el matrimonio! Todo lo que necesitas es la Palabra de Dios para ayudar a nutrir vida en otras mujeres de una forma maternal o fraternal.
  • Cultiva la belleza mientras te relacionas con tus hermanos en Cristo, casados y solteros. La instrucción de Pedro a las esposas es ciertamente aplicable a mujeres solteras, 1 Pedro 3:4: «Vuestro atavío sea el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios». Él no está hablando principalmente sobre la personalidad aquí; puedes ser extrovertida y conversadora, y todavía obedecer este versículo. Él está hablando de una mujer que se contenta en el Señor, cuidando de otros, comprometida con el bien de la iglesia, y gozosamente no egocéntrica cuando se trata de su propia reputación y apariencia física.

¿Alguna pregunta?

Habiendo hablado un poco sobre los hombres y las mujeres solteras en la familia de la iglesia, pasemos ahora a los esposos y esposas en el hogar. He aquí el resumen: Los hombres y las mujeres son creados iguales, pero Dios les ha dado roles distintos dentro de la familia—el hombre lidera como proveedor y protector, y la mujer se somete como ayudante.

¿Cuántos de ustedes han escuchado del reciente libro del antiguo Presidente Jimmy Carter: A Call to Action: Women, Religion, Violence and Power? [Un llamado a la acción: Mujeres, religión, violencia y poder]? Él, al igual que muchos otros, asume que esta visión del matrimonio es opresiva. La sumisión necesariamente supone inferioridad, y conduce al servilismo y el abuso. La Biblia es irremediablemente patriarcal.

Sin embargo, ¿qué le dice la Biblia a Carter y a la cultura de hoy? Ella niega rotundamente la suposición de que las mujeres están subordinadas a los hombres. La subordinación sugiere menos valor e importancia. Pero la Biblia dice que los hombres y las mujeres están hechos igualmente a imagen de Dios, por tanto, son iguales en valor, importancia y dignidad (Gn. 1:26-27),  e igualmente herederos del reino (Gá. 3:28). La Biblia también rechaza la suposición de que la sumisión acarrea servilismo y esclavitud. Rechaza la idea de que el liderazgo de un marido conduce necesariamente a la opresión y al abuso masculino.

Verás, la presuposición del mundo es que para que dos personas sean iguales, tienen que hacer lo mismo. El argumento es que no podemos tener diferenciación y liderazgo, sin también tener inferioridad de dignidad y valor.

La cuestión es esta, la Biblia rechaza claramente esta noción. En ningún parte de la Biblia, las diferencias en el rol, ya sea en el gobierno, en el lugar de trabajo, o en el hogar suponen mayor valor humano o superioridad esencial de aquellos a cargo, o minimizan el valor humano o implican la inferioridad de aquellos que están a su cargo.

Los cristianos van directo a la Trinidad, donde Cristo se somete a la voluntad de su Padre, para hacer sólo lo que el Padre ha ordenado. Él perfectamente obedece al Padre. Y sin embargo, al mismo tiempo, Jesús no es menos Dios ni menos digno de nuestra adoración. Igual al Padre en esencia; diferente en su rol.

Dicho eso, pasemos a los parámetros de la Biblia de cómo los esposos y las esposas se relacionan en el hogar para observar cómo realmente debería ser esta relación, Efesios 5:22-33.

«22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. 28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, 30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. 32 Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. 33 Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido».

Aquí están 4 observaciones que podemos hacer de este pasaje:

  1. Pablo llama a las casadas a someterse a sus propios maridos, como al Señor.

En el versículo 21, Pablo da un mandamiento general y global para los cristianos de someterse unos a otros en humildad; comenzando en el versículo 22, pasa a referirse a relaciones específicas que deben caracterizarse por un liderazgo y sumisión piadosos. Él comienza con el matrimonio. La sumisión de una mujer a su marido no implica de ninguna forma que ella es inferior a él. Este es un asunto de rol, no de naturaleza.

También, a la mujer se le dice que debe someterse a su propio marido. No a todos los hombres, sino sólo a su cónyuge. Las esposas deberían someterse a sus maridos, «como al Señor». ¿Eso quiere decir que ellas deben dirigirse y tratar a sus maridos como reyes omnipotentes del universo? ¡Claro que no! Parte de la obediencia de una mujer a Cristo es seguir su instrucción de someterse a las autoridades terrenales ordenadas por él, y en la familia esa autoridad es el esposo. Y esa misma frase «como al Señor» implica que la primera obediencia de la mujer es a Jesucristo, y por tanto, Pablo no espera de ninguna forma que ella se someta a su marido en algo que viole los mandamientos de las Escrituras. El liderazgo de un marido es legítimo sólo cuando él lo ejerce alineado a los mandamientos de Dios como están revelados en la Escrituras. ¿Cómo es la sumisión? Hablaremos más de eso la próxima semana. Por ahora, avancemos a nuestro siguiente punto,

  1. El marido es la cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia – versículo 23.

La palabra «cabeza», (Gr. kephale), tanto en el Griego como en el Castellano, implica autoridad. Eso es obvio aquí porque el texto dice que Cristo es la «cabeza» de la iglesia, y en el versículo 24, la iglesia se somete a Cristo. Y esa analogía con Cristo y la iglesia nos ayuda a entender cómo es la jefatura. No es ladrar órdenes groseramente. Es un liderazgo benevolente, amoroso y con mentalidad de servicio. La iglesia sigue a Cristo porque él ha probado su amor por nosotros al entregar su vida y mostrar su compromiso radical por nuestro bien. ¿Notas la descripción en el versículo 29, «la sustenta y la cuida»? Eso es extraordinariamente similar a lo que vimos con Adán en Génesis 2, con su llamado a proveer y proteger el Huerto, incluyendo la esposa que Dios había puesto allí junto a él. Eso es lo que significa jefatura: un liderazgo benevolente. Y eso lleva a:

  1. Los maridos deben amar a sus esposas como Cristo amó a la iglesia.

Pablo no ordena a los maridos a «ser autoridad sobre sus esposas», sino más bien, a amarlas, y a hacerlo «como Cristo amó a la iglesia». Maridos, piensen en lo que esto significa: Puede, para algunos, significar que literalmente des tu vida y mueras por tu esposa. Pero para todos los maridos, significará tragarse el orgullo, significará edificar activamente a tu esposa espiritualmente, incluso cuando el día ha sido duro y ambos estén agotados, y significará subordinar frecuentemente tus preferencias y deseos por los de tu mujer.

¿Quieres ir a una clase de restaurante y ella quiere otro? ¿A ella le gusta acostarse temprano y tu preferirías permanecer despierto hasta tarde? ¡Quizá esté hablando autobiográficamente aquí…! Habrá un cierto «toma y deja» en asuntos como esos, mientras ambos procuran cuidarse mutuamente, pero es pecado sacar la tarjeta de liderazgo en cosas como esas. Recuerda que tu rol, fundamentalmente, consiste en invertir tu fuerza para el bien de tu esposa. Versículo 26, Cristo se entregó a sí mismo para santificar a la iglesia; busca formas de amarla, honrarla, edificarla y cuidarla para que ella crezca en piedad y contentamiento.

  1. El matrimonio habla al mundo de la relación de Cristo con su iglesia.

En los versículos 31-32, Pablo dice que Dios diseñó la institución del matrimonio para reflejar y anunciar el amor de Cristo por su iglesia. Dios planeó desde el principio que el matrimonio funcionara de esta forma, aunque eso no estuvo claro hasta que Cristo vino.

Lo que esto quiere decir, es que estas instrucciones para los esposos y las esposas no están condicionadas culturalmente o son accidentales. Dios diseñó el matrimonio de esta forma, para enseñar al mundo acerca de su propio carácter y del amor de su Hijo por su pueblo. Eso significa que los maridos tienen un supremo llamamiento. Tu amor – o tu falta de amor – en el matrimonio; tu sacrificio – o falta de sacrificio – es emitir una señal radial al mundo de cómo es Cristo. Asimismo, las esposas tienen un supremo llamamiento. Tu rol en el matrimonio es una parábola de como el pueblo de Dios debe responder a Cristo –  y eso es algo que este mundo perdido necesita ver desesperadamente. Nuestro mundo celebra la autonomía, la independencia, la autosuficiencia – ¡todas cualidades totalmente contrarias al Cristianismo! ¿Dónde puede nuestra cultura encontrar un modelo de respeto confiable y deferencia gozosa al liderazgo digno que es parte de creer en Cristo? Ellos lo pueden ver en ti, si eres una esposa cristiana. ¡Qué gran privilegio es ese!

¿Preguntas?

Ahora tomemos este marco y apliquémoslo a una de las preguntas más prácticas que surge cuando empezamos a hablar sobre la masculinidad y la femineidad en la familia: ¿debería la esposa y madre trabajar fuera de casa?

Ya hemos visto en Génesis 2, que el trabajo del hombre es labrar y cuidar el Huerto, y su esposa debe ser su ayudante. Acabamos de ver en Efesios 2, que el llamado del marido es «sustentar y cuidar» a su esposa. Adán nombró a su mujer «Eva», porque ella es la madre de todos los seres vivientes, lo que habla de su rol de dar a luz a hijos. Recuerda que las maldiciones en Génesis 3, afectan específicamente los roles del hombre y la mujer definidos previamente: el trabajo del hombre de labrar la tierra ahora será difícil, y el alumbramiento de la mujer será doloroso. Ahora, por supuesto, ciertamente los hombres no sólo ponen el pan en la mesa, y no todas las mujeres pueden tener hijos. Pero todo esto significa que el rol del marido como proveedor y protector, y el rol del la esposa como la principal encargada de cuidar a los hijos, y el hogar no es una construcción cultural o una visión «Victoriana» o «tradicional». Es parte del orden de la creación de Dios.

Pero, ¿cómo habla esto a nuestras vidas familiares hoy? ¿Quién está familiarizado con esta imagen? Rosie la remachadora [imprímela y tráela para mostrarla] Una imagen icónica de la Segunda Guerra Mundial. Esto motivó a las mujeres a colaborar en la tan necesaria ayuda para la guerra, así como luchaban la mayoría de los hombres valientes. Observa el título «¡Podemos hacerlo!». Así es como la conversación se enmarca a menudo acerca de mujeres trabajando fuera de casa: sobre la base de la habilidad. Pero ni la Biblia ni yo estamos sugiriendo que las mujeres no poseen la habilidad de hacer muchas tareas en el lugar de trabajo. Ellas están hechas a imagen de Dios. Son excepcionalmente talentosas. Por supuesto que poseen la habilidad. Pero esa no es la pregunta correcta. No se trata de habilidad, sino de deber. ¿Es el diseño de Dios que las mujeres casadas tengan como responsabilidad principal trabajar fuera de casa?

Porque  recuerda, la pregunta NO ES, «¿debería una esposa trabajar?» La suposición es que tanto los maridos como las esposas trabajan a tiempo completo. La pregunta es dónde ocurre ese trabajo y si se gana un sueldo. Es importante recordar en nuestros días, que nuestro trabajo es erróneamente la clave para nuestra identidad. El trabajo, para muchos, no es simplemente un medio de alimento y refugio. Es una forma de autoexpresión. Es un propósito para la vida. Es el cumplimiento, la identidad. Para muchos, el trabajo es el ídolo #1 en su corazón. No me malinterpretes: ¡El trabajo dentro o fuera de casa es verdaderamente significativo e importante! Pero el trabajo es un dios terrible. Y sin embargo, nuestra época también es pragmática, así que mientras muchas mujeres empiezan a sobrepasar a sus maridos, algunas familias están considerando, «¿por qué no hacemos que mamá gane el sueldo y papá se quede en casa con los niños?»

Bien, miremos otra vez Tito 2:3-5: «Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos».

Algunos cristianos han interpretado Tito 2:5, que dice que las esposas deberían ser «cuidadosas de su casa», o «trabajadoras en su hogar», para indicar que todos los trabajos fuera de casa son inapropiados. Pero el hecho de que la esposa debería cuidar primordialmente del hogar, no implica necesariamente que ella nunca debería trabajar fuera de casa. El punto de esta frase—consistente con toda la Biblia desde el inicio en Génesis— es que una mujer debería asumir como responsabilidad principal dada por Dios, el cultivar su hogar, proveyendo un ambiente piadoso y nutritivo para su familia, independientemente de lo que haga y antes de que se enfoque en otras cosas.

Puede ser útil aquí aclarar lo que entendemos por el «hogar». Los críticos de este enfoque se han quejado de que avanza una domesticidad opresiva de los años 1950 a lo Martha Stewart, como si la esencia de la femineidad bíblica es ser una «diva doméstica» que prepara todas las comidas y teje todas las ropas de sus hijos a mano. Las Escrituras, afortunadamente, no equiparan «trabajar en casa» con encajar en un molde cultural de ser una «ama de casa». El hogar, hablando bíblicamente, trata principalmente de personas y relaciones. Tiene mucho más que ver con aquellos que viven en la casa y con su bienestar espiritual que con la casa en sí misma. Yo recomendaría el libro de Courtney Reissig, The Accidental Feminist [La feminista accidental], para más sobre esto. Escucha lo que dice acerca de este punto: «El propósito del hogar… no es demostrar todas tus cosas buenas y revelar que has llegado como una diosa domestica. El propósito del hogar es ‘alimentar almas, proveer un refugio para el cansado, y vivir generosamente’. El hogar es un lugar de trabajo. Es un lugar donde la vida ocurre… El hogar no es el pináculo de la grandeza—Cristo lo es. Dios se preocupa por el hogar porque la mayoría de la vida ocurre allí».

¿Dónde vemos este enfoque bíblico de una mujer orientada principalmente hacia el bien de su hogar? Significativamente, en el mismo lugar donde vemos a una mujer comprometerse con un negocio exitoso fuera de casa: Proverbios 31. La mujer allí descrita tiene muchas responsabilidades que caen fuera de los alrededores inmediatos de su hogar. Ella compra y vende la heredad, planta viñedos, comienza un negocio textil. Pero todo esto es hecho en sumisión y con el fin de cuidar bien a su familia, y cumplir su responsabilidad con ellos. Versículo 27, «Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde», y así, el versículo 28, «se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada». Ella no se embarca en sus esfuerzos empresariales en una búsqueda por «encontrarse a sí misma» o para hacerse un nombre o incluso para estimularse intelectualmente para su propio beneficio o a expensas de su familia. Ella lo hace para servir a su familia, y al final es de su familia—y especialmente de su marido—que ella recibe elogios.

Por tanto, estas son algunas preguntas para considerar respecto a si una esposa debería llevar a cabo algún negocio que le genere ingresos fuera de casa: (Advertencia: No le estoy hablando aquí a las madres-solteras. Si eres una madre soltera, tienes la difícil y agotadora tarea de proveer y ayudar a tu familia. Tu diligencia en esa labor es tan admirable como desafiante).

  1. ¿Cuáles son los motivos de la esposa para hacer esto? ¿Quiere ella hacerse un nombre por sí misma fuera del hogar, deseando la alabanza del mundo? Es difícil ir a la fiesta del vecindario y decir «soy una ama de casa».

Recibes esa mirada de que te has vendido y has traicionado a tu propio género. ¡Es duro! Y la tentación es mirar al trabajo fuera de casa en búsqueda de afirmación e identidad. Suzie podría trabajar en las finanzas principalmente por el prestigio; Sally también podría trabajar en las finanzas pero esencialmente porque quiere bendecir a su familia y comunidad, y es capaz de ganar un buen dinero mientras pone primero sus energías en el hogar. Hay una diferencia de motivo.

  1. ¿Hasta qué punto es necesario el salario de una esposa? Ciertamente, podemos imaginarnos situaciones en las que ambos conyugues necesiten trabajar fuera de casa para llegar a fin de mes. Pero tenemos que ser cuidadosos aquí. Si cierta cantidad de dinero parece una necesidad, ¿es posible que la familia esté aspirando a un estilo de vida demasiado elevado? Simplemente tratar de ir a la par con los Jones no es razón suficiente para que la esposa tome un trabajo secular. Y no olvides: ¡el trabajo de una esposa en casa conlleva un valor financiero significativo además de todos los otros beneficios espirituales! Cada año el Wall Street Journal hace una historia sobre el valor de la maternidad (reemplazando el costo). ¿Cuánto vale? En promedio, ¡un buen salario de seis cifras! Si vas a contratar a profesionales para que hagan todo lo que ella hace, ¡prepárate para pagar!
  2. ¿Qué dones, talentos, oportunidades y custodias le ha dado Dios a la esposa en esta temporada particular de la vida? ¿Cuántos años tienen los niños y qué clase de cuidado requieren? ¿Cómo será cultivar un estilo de vida consistentemente sacrificial? ¿Un trabajo secular incrementará o disminuirá su capacidad para ser una esposa y madre piadosa?

Además, ten presente que una decisión acerca de si trabajar fuera de casa o no, no debería ser unilateral por parte de la mujer o el marido; más bien, una esposa y su marido deberían hacerlo juntos, bajo su liderazgo como cabeza del matrimonio y de la familia.

Entonces, la pregunta no es si una mujer puede trabajar fuera de casa. Por supuesto que tiene la capacidad de hacerlo. La pregunta es, ¿cómo organiza sabiamente sus prioridades para ser esa ayudante que da vida y que trae salud y estabilidad a la familia?

¿Preguntas?