Predicación expositiva

La predicación impresionista (Parte 2)

Por David Helm

David Helm sirve como pastor principal en Holy Trinity Church en Chicago. También es presidente del Charles Simeon Trust, ministerio que promueve la enseñanza práctica en la predicación.
Artículo
14.03.2015

Ahora, piensa en lo que haces cuando te sientas a preparar un sermón. Abres tu Biblia. No tienes mucho tiempo. Es probable que tengas una reunión o dos esta noche. Es posible que tengas que guiar a alguna familia o a alguien del personal. Ciertamente tienes las manos llenas de trabajo pastoral. Sin embargo, tienes que decir algo el domingo. Así que empiezas a leer tu texto y a anotar cosas en tu ordenador, al igual que un artista interactúa con un lienzo; trazando conexiones rápidas, llenas de color entre la Palabra y lo que sabes del mundo.

Buscas cosas que sabes que tendrán una impresión inmediata sobre tus oyentes. Empiezas a disfrutar de esta diversión momentánea. No es un trabajo difícil. Pronto surge una idea principal. Contextualizas bien, ya que, al igual que tu congregación del domingo, no te apasionan mucho las cosas históricas. De hecho, tienes este trabajo, en parte, porque fueron impresionados por lo bien que produces mensajes que llaman la atención, desde el antiguo realismo de las escenas bíblicas, que de otra manera serían inaccesibles. Un estudio detallado del texto puede esperar.

El mensaje de esta semana —al igual que el de la semana pasada— se concentrará en las impresiones relevantes que saques del pasaje. Las aplicaciones parecen emerger como rayos de luz para que puedas esparcirlos sobre la congregación a todo color. Miras tu iPhone para ver la hora. Has estado trabajando por quince minutos.

Esta es la predicación impresionista.

Sucede a menudo. De hecho, puede ser el problema más importante que enfrentan los predicadores hoy. La predicación impresionista no es controlada por la realidad del texto. Ignora los contornos históricos, literarios y teológicos del texto. Pasa rozando —en cuestión de minutos— muchas de las herramientas exegéticas que requieren tiempo. Mientras que el pintor realista podría mirar a su objeto diez veces antes de dar una pincelada, el impresionista mira su texto una vez y da diez pinceladas en el lienzo de la experiencia humana. Así es, también, el predicador impresionista.

No hay duda de que la predicación impresionista es más fácil y rápida. Tiene más sentido, dada tu apretada agenda. Pero necesitas saber que, al final, estás haciendo lo que te da la gana con el texto.

Este artículo es un fragmento del libro “La predicación expositiva” de David Helm, el cual puede descargarse gratuitamente aquí.

La primera parte de este artículo puede leerse aquí.

David Helm sirve como pastor principal en Holy Trinity Church en Chicago. También es presidente del Charles Simeon Trust, ministerio que promueve la enseñanza práctica en la predicación.