Clases esenciales: Evangelismo

Evangelismo – Clase 2: La Soberanía de Dios y la Responsabilidad del Hombre

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
05.05.2018

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Clase esencial
Evangelismo
Clase 2: La Soberanía de Dios y la Responsabilidad del Hombre


Bienvenido al seminario básico «Evangelismo». Oremos. 

Introducción

Esta es la segunda de trece clases acerca del evangelismo. Esta clase tiene el propósito de ayudarte a comprender las verdades teológicas del evangelismo, pero de igual manera, está diseñada para prepararte y animarte a evangelizar en tus relaciones cotidianas.

La semana pasada, hicimos un recorrido desde Génesis hasta Apocalipsis que nos ayudó a reflexionar sobre lo que Dios está haciendo en la historia. Vimos que desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura, Dios se glorifica al salvar a los pecadores a través de su hijo Jesucristo. Al final de nuestro tiempo, nos enfocamos en tres principios básicos… ¿puedes recordarlos?

  1. El propósito de la historia es dar gloria a Dios.
  2. Dios es el evangelista, él se deleita en salvar a los pecadores.
  3. Se nos ha encomendado el honor y la responsabilidad de proclamar el evangelio.

En la clase de hoy, estudiaremos la teología que respalda la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre y cómo estas dos encajan. La razón por la que queremos pasar tiempo meditando sobre esto, es porque es extremadamente importante que entendamos nuestro rol y el rol de Dios en el evangelismo. ¿Por qué crees que conocer la diferencia es tan importante?

1. ¿Qué enseña la Biblia acerca de la soberanía de Dios en la salvación?

Tenemos un lenguaje cristiano que utilizamos en la iglesia como la palabra soberanía, ahora ya la he dicho un par de veces, ¿qué significa cuando decimos que Dios es soberano?

La soberanía de Dios es básicamente el uso de su poder sobre su creación. Significa que Dios tiene suprema autoridad sobre todas las cosas y está en completo control en cada tiempo y en cada situación. La soberanía de Dios puede verse en cada aspecto de la vida, incluyendo nuestra salvación. Frente a esa realidad, pasaremos algo de tiempo reflexionando bíblicamente sobre el rol de Dios al traer a los pecadores a la fe y al arrepentimiento. Hay muchos versículos que podríamos mirar para este estudio, pero nos enfocaremos principalmente en Romanos 8:28-31.

En estos versículos vemos lo que ha sido llamado la «gloriosa cadena de salvación». Vemos la obra soberana de Dios al salvar a los pecadores de la eternidad pasada (presciencia) a la eternidad futura (la glorificación, que significa que aquellos que han confiado en Cristo serán perfeccionados).

Para fines de nuestro estudio, nos enfocaremos en tres palabras clave en este pasaje. Ellas son presciencia, predestinación y llamamiento.

En primer lugar, consideremos la doctrina de la presciencia de Dios. La palabra presciencia aparece siete veces en las Escrituras. En 1 Pedro 1:20, se usa para hacer referencia a Jesús, «a quien Dios escogió antes de la creación del mundo» (NBD). En Hechos 2:23, la palabra se usa para describir la presciencia eterna de Dios de la traición y crucifixión de Jesús. En Romanos 11:2, Pablo describe el hecho de que Dios conocía a su pueblo, Israel. En 1 Pedro 1:1-2 y Romanos 8:29 se usa para describir la presciencia de Dios de su escogido.

Ahora bien, mientras pensamos en lo que quiere decir la palabra presciencia en estos pasajes y más específicamente en relación a la salvación, hay dos opciones básicas.

Primero está la idea de que Dios simplemente conoce lo que haremos. Este enfoque supone básicamente que puesto que Dios lo sabe todo, él dio un vistazo a la historia y vio quiénes creerían en él y luego, debido a sus decisiones, los escogió y predestinó. Dios sabía lo que haríamos, entonces él nos eligió. Piénsalo de esta manera, imagina tirar un dardo contra la pared y luego ir y dibujar una diana a su alrededor. Como viste dónde aterrizó, escogiste dónde estaría el blanco. Así es básicamente cómo este enfoque hace referencia a la presciencia divina. Si bien estaríamos de acuerdo en que Dios conoce todas las cosas pasadas, presentes y futuras, no estaríamos de acuerdo con esta perspectiva acerca de la presciencia porque hace que las acciones de Dios sean una reacción a lo que el hombre elige hacer. NOSOTROS actuamos y luego ÉL actúa.

La segunda opción en cuanto a lo que significa la presciencia divina es que Dios conoce lo que él hará. En esta posición, Dios, quien todo lo sabe, simplemente escogió, según su propia voluntad, mostrar misericordia a ciertas personas. Esto básicamente quiere decir que Dios sabía lo que haría, y su decisión no tiene nada que ver con los pensamientos u opiniones de nadie más. Un ejemplo de esto sería un arquitecto que recorre un terreno abierto o un artista que se encuentra frente a un lienzo en blanco. Ambos pueden prever un edificio o una pintura basado únicamente en lo que eligen hacer. Esto es lo que creemos que la Biblia enseña acerca de la presciencia divina. Dios no solo tiene previsión, donde sabía lo que haríamos, sino que también tiene conocimiento previo de lo que él haría y a quién soberanamente escogería salvar.

Lo que es increíble de esto es que Dios no solo sabe anticipadamente lo que las personas podrían hacer o decidir, sino que más bien conoce a los santos. Por ejemplo, hoy no soy cristiano porque soy mejor que nadie. Hombres buenos escuchan el evangelio todos los días y lo rechazan. Soy cristiano porque Dios en su gracia me escogió.

A. Dios conoce de antemano a aquellos a quienes escoge dar el regalo de la salvación (Jer. 1:5, 2 Ti. 2:19*).

La segunda palabra clave a considerar es predestinación. Mira nuevamente Romanos 8:29 donde dice: «Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo». La palabra «predestinó» simplemente significa marcar de antemano. Los escogidos, los que Dios conocía íntimamente antes del comienzo del mundo, son marcados en su perfecto plan para llegar a conocerlo de manera perfecta en su tiempo perfecto. El concepto de la predestinación es bastante sencillo: Dios marca a su pueblo para que llegue a conocerle. La parte más dura es el hecho de que Dios predestina a algunos y a otros no. Aunque esta idea es difícil para nosotros, se enseña muy claramente en las Escrituras (Hechos 4:28; Ro. 8:29-30; Ef. 1:5, 11)

B. Dios ha predestinado a aquellos a quienes ha escogido para recibir la salvación (Ef. 1:5*).

La tercera idea clave que deberíamos considerar es el llamamiento de los escogidos a la fe en Cristo. En Romanos 8:30 vemos que: «Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó». El llamamiento divino es el acto soberano del Espíritu Santo al ablandar el corazón de un pecador para que responda a las buenas noticias del evangelio.

C. Dios llama soberanamente a los pecadores al abrir sus corazones a través de la regeneración para que crean en el evangelio (Juan 6:44; Hechos 16:14).

Antes de analizar qué significa la soberanía de Dios para nosotros al pensar sobre el evangelismo, nos detendremos y veremos si alguien tiene alguna pregunta hasta ahora. Pero antes de hacerlo, quiero aclarar el hecho de que jamás seré capaz de responder todas tus preguntas, haré mi mejor esfuerzo, pero al final, vale la pena pasar el resto de tu vida reflexionando sobre esto.

Una cosa más. En mi propio tiempo meditando en estas realidades e implicaciones difíciles de estas doctrinas, veo tres conclusiones: 1) No soy más amoroso que Dios. 2) No soy más misericordioso que Dios. 3) No soy más sabio que Dios. Si puedo descansar en estas cosas, me ayuda a confiar en él en las cosas que no puedo entender.

[El profesor tomará las preguntas de la clase. Cuidado con el tiempo. Intenta responder bien 3 o 4 preguntas.][1]

2. ¿Qué significa la soberanía de Dios en el evangelismo?

La soberanía de Dios ciertamente NO quita nuestra responsabilidad de ser activos, intencionales y persistentes en compartir el evangelio. En cambio, debería hacernos descansar en el poder y la capacidad de Dios para salvar.

A. La soberanía de Dios nos enseña a confiar plenamente en su poder para salvar a los pecadores.

  • Dios es el Salvador y no nosotros. Todo orgullo debería ser eliminado… nosotros no podemos producir resultados.

B. La soberanía de Dios nos recuerda que no deberíamos tener miedo de evangelizar.

  • El hecho de que Dios ha apartado a las personas para que crean, quita toda necesidad de temer.

C. La soberanía de Dios debería impulsar el evangelismo fiel, no servir de excusa para descuidarlo.

  • Algunas personas se oponen a las enseñanzas acerca de la soberanía de Dios en el evangelismo porque creen que lleva a las personas a no compartir el evangelio. Si tu teología te lleva a pecar, es una mala teología.

3. ¿Qué enseña la Biblia acerca de la responsabilidad del hombre en el evangelismo?

Como ya mencionamos, la soberanía de Dios de ninguna manera quita nuestra responsabilidad de ser activos, intencionales y persistentes en compartir el evangelio. Así que si esto es cierto, entonces ¿qué rol desempeñamos en el evangelismo? ¿Cuál es nuestra responsabilidad? ¿Cómo podemos ser fieles en proclamar el evangelio? Argumentaría que cuando leemos toda la Biblia hay tres cosas fundamentales que estamos llamados a hacer: orar, buscar y proclamar.

En primer lugar, estudiemos la oración y su aplicación en el evangelismo. Para ello, ve conmigo al libro de Colosenses, capítulo 4. Colosenses 4:2-4 [lee]. En estos versículos encontramos tres principios acerca de orar por los perdidos.

El primer principio en relación a la oración viene de Colosenses 4:2 donde vemos que debemos dedicarnos a la oración[2].

La palabra «dedicar/continuar firmemente» significa ocuparse de, aferrarse a. Esto significa que en lo que respecta al evangelismo, debemos orar. Debemos orar antes de compartir, orar mientras compartimos y orar después de compartir. Observa también que este llamamiento va seguido de…  un llamado de atención. Mira nuevamente Colosenses 4:2 «velar/mantenerse vigilante». Mientras oras, debes  estar alerta. Vive con la expectativa de que Dios ama a los perdidos y nos está abriendo puertas para que hablemos a los que necesitan escuchar el evangelio. Cuando lo hagamos, empezaremos a ver que Dios está obrando a nuestro alrededor en formas que nunca antes habíamos notado. ¡Esto abre nuestros ojos! También ve aquí que debemos hacerlo con acción de gracias. Celebra las oportunidades que Dios ha dado y las formas en que él ha trabajado en situaciones (testimonios de gracia). Esto mantiene nuestro enfoque en su fidelidad y su poder en lugar de enfocarnos en nosotros mismos. 

El segundo principio en relación a la oración está en Colosenses 4:3 donde vemos que deberíamos orar por puertas abiertas. Mira el texto conmigo, ora «para que el Señor nos abra puerta para la palabra». Esto quiere decir que deberíamos rogar y suplicar que Dios nos de oportunidades. Pide al Señor que abra puertas para compartir su evangelio. Para que abra puertas donde sea que te encuentres.

El tercer principio acerca de la oración es que deberíamos orar por discernimiento al compartir el evangelio. Colosenses 4:4 dice: «para que lo manifieste como debo hablar». Cuando oramos, deberíamos pedir a Dios que nos de discernimiento al compartir el evangelio. Deberíamos orar para que él nos ayude a recordar versículos que serían útiles. Ora para que él te ayude a saber cuando compartir y cuánto compartir. Ora para que te ayude a saber si estas intentando forzar algo o si ciertamente él está abriendo una puerta para la palabra. Mientras más oremos por esto y mientras más compartamos el evangelio, más aprenderemos a cómo discernir muchas de las cosas acerca de las cuales tenemos dudas.

Por eso te asignamos tarea la semana pasada. ¿Recuerdas? Te pedimos que oraras. Te pedimos y continuaremos pidiendo que seas constante en:

A. pedirle a Dios que te de un corazón por los perdidos;
B. pedirle a Dios que abra puertas;
C. pedirle a Dios que te muestre tres personas con las cuales puedas compartir el evangelio antes de que termine esta clase.

La oración es una las partes más importantes del evangelismo.

En segundo lugar, además de la oración, tenemos la responsabilidad de buscar a los perdidos con el evangelio. No quiero decir con esto es que hagamos del evangelismo una especie de acecho o cacería santa. Las personas son personas. No son objetivos, como ciervos o alces. Están hechas a imagen de Dios y son amadas por Dios. ¡No olvides esto! A la luz de esto, deberíamos buscar oportunidades para hablar con ellas acerca de quién es Cristo.

Por razones de tiempo, simplemente haré referencia a varios pasajes que considerar. En Lucas 19:10, Jesús dice: «el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido». El propósito de Jesús al venir era glorificar al Padre al buscar a los pecadores. Esta misma idea es vista en Juan 17:18 donde Jesús ora: «Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo». Una vez más, como discípulos de Jesús, hemos sido enviados por él. También podemos ver esto en Mateo 28:19 donde Jesús dice: «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones». De este pasaje, queda claro que los discípulos de Cristo han sido comisionados a hacer más discípulos. Esto ocurre, literalmente «a medida que vas». Un último ejemplo proviene de todo el libro de Hechos. Luego de que los discípulos reciben al Espíritu Santo, no se quedaron sentados sin hacer nada. No, todo el libro de Hechos narra cómo salieron intencionalmente con el evangelio buscando proclamar el mensaje de Cristo al mundo. Estos ejemplos nos muestran que nuestra responsabilidad es ir tras los perdidos con el mensaje de Cristo. Dios nos ha ordenado que siguiéramos el ejemplo de Jesús al buscar a los perdidos con esfuerzo y compasión. No es algo opcional. 

En tercer lugar, mientras oramos y buscamos a los perdidos, las Escrituras son muy claras en cuanto a que debemos abrir nuestras bocas. Debemos proclamar el evangelio. Este es sin duda el modelo de los discípulos en Hechos, ya que proclamaban el mensaje del evangelio dondequiera que iban. En Hechos 2 Pedro dice en Jerusalén «…a éste [Jesús], entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; al cual Dios levantó… Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados» (Hechos 2: 23-38). Él proclama lo que Dios hizo y lo que deben hacer (cómo deben responder). Este mismo enfoque se encuentra en casi todos los capítulos del libro… los discípulos están llamados a proclamar el evangelio. En 2 Corintios 5:14-21 se nos dice que, como embajadores de Dios, se nos ha confiado el mensaje de la reconciliación. Dios ha dado a su Hijo como sustituto de los pecadores y ahora él «ruega» a las personas para que se reconcilien con él. Otro lugar donde vemos esto claramente está en Romanos 10:13-15 donde Pablo, el mismo que nos habló sobre la presciencia, la predestinación y el llamamiento, ahora claramente enseña la necesidad de que proclamemos el evangelio cuando dice: «todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!».

Ahora bien, incluso entre aquellos que afirman ser cristianos, surge una cita famosa atribuida a San Francisco de Asís cuando hablamos de la responsabilidad de proclamar el evangelio. La cita es algo así como: «Predica el evangelio en todo momento, y cuando sea necesario, utiliza las palabras». Dos cosas acerca de esto. Primero, es una cita errónea de lo que dijo Francisco. En el capítulo 17 de su orden de 1221, Francisco les dijo a sus hermanos que no predicaran a menos que hubieran recibido el permiso apropiado para hacerlo. Después de esto, dice: «permitan que todos los hermanos, sin embargo, prediquen con sus obras». Segundo, no puedes predicar con tus obras. Puedes afirmar y reflejar tu mensaje con tus obras, lo cual debes hacer, pero no puedes comunicar el mensaje con la suficiente claridad para ayudar a las personas a saber que no eres solo un budista moral, hindú, musulmán o mormón. La forma en que la gente sabe quién es Cristo, lo que él les exige y por qué vivimos de la manera en que lo hacemos es proclamar, con palabras, el evangelio de Jesucristo.

Para cerrar: nuestra responsabilidad en el evangelismo es orar [devoción, puertas, discernimiento], buscar [intencionalmente, compasivamente] y proclamar el evangelio [claramente, valientemente, puramente]. Nuestro trabajo es compartir el evangelio, el trabajo de Dios es salvar a los pecadores. El evangelismo es el acto soberano de Dios del cual somos participes. Esto nos ayuda en gran manera a comprender que el éxito en el evangelismo no se encuentra en la cantidad de veces que lo compartimos, cuántas conversiones vemos o cualquier cantidad de otras cosas. En cambio, el éxito en el evangelismo descansa únicamente en nosotros comunicando el evangelio a los perdidos. ¡Lo cual es mucho menos presión! A eso estamos llamados, a hablar a las personas y a confiar en Dios. El Dr. Bill Bright dijo una vez que el éxito en el evangelismo es «compartir claramente el evangelio en el poder del Espíritu Santo y dejar los resultados a Dios».

4. Tarea

A. Ora: 1) pidiendo a Dios que te de un corazón por los perdidos; 2) pidiendo que Dios abra puertas; 3) pidiendo a Dios que te muestre tres personas a las cuales compartir el evangelio antes de que termine esta clase.
B. Escribe en una oración lo que crees que es el evangelio. Puede ser una oración seguida, pero escribe claramente lo que crees que es el evangelio. Lo discutiremos la próxima semana.

[1] Es probable que recibas un montón de preguntas. Asegúrate de ver tu tiempo aquí y responder 3 o 4 bien. Invita a las personas a hablar más sobre ellas más adelante. Se encuentra disponible un documento que contiene numerosas Escrituras y declaraciones para ayudar a las personas a estudiar este tema.

La pregunta más desafiante que puede surgir en el camino puede ser algo así:

¿Dios creó a algunas personas específicamente para que vayan al infierno? ¿Realmente no tienen ninguna posibilidad real de hacer algo al respecto? En las escenas de juicio que vemos en las Escrituras, Dios nunca es el culpable del pecado. Adán lo intentó en el huerto, pero al final, él y todas las demás personas son condenados por su rebelión personal (Apocalipsis 20:12). Dios no nos hace pecar. Sin embargo, él endurece a algunos y les permite actuar según sus propios deseos… lo cual es rebelión. Al final, las personas son condenadas al infierno porque voluntariamente rechazan a Dios.

Algunas otras preguntas que puedes recibir son:

¿Por qué creyeron? Hechos 13:48 «y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna», 16:14 «el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía». Creemos porque el Espíritu Santo abre nuestros corazones mediante la regeneración. No porque seamos inteligentes o moralmente sensibles. 

¿Por qué fueron escogidos por Dios? «en amor habiéndonos predestinado» Efesios 1:3-5; « Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección» 1 Tesalonicenses 1:4 

¿Dios no ama a todos? Sí, Mateo 5:44-45 «enemigos», Juan 3:16 «mundo», 1Juan 2:2 «mundo». Pero Dios tiene un amor particular por sus escogidos Deuteronomio 7:6-8 «No por ser… sino por cuanto Jehová os amó». 

¿Por qué Dios solo escogió a algunos? Romanos 9:14-16 le agradó. Efesios 1:5 «según el puro afecto de su voluntad». La pregunta más importante es: ¿por qué Dios escogió a alguien? No somos más amorosos ni misericordiosos que Dios. 

[2] Una posible pregunta aquí será si debemos orar para que las personas perdidas crean. Sí, deberíamos. Otra pregunta podría ser si nuestras oraciones cambiarán algo, ya que Dios ya eligió quién creerá y quién no. En última instancia, la respuesta es que nuestras oraciones no obligan a Dios a hacer nada, sino que debemos acudir a él con nuestras cargas y orar con fe para que él salve a aquellos que se arrepienten y creen. Otra pregunta podría ser si deberíamos orar por las personas perdidas, ya que Jesús dice en Juan 17:9 que él no ora por el mundo. Sugeriría que en esta sección Jesús aclara por quién en particular está orando en esa situación.>>>.