Clases esenciales: Evangelismo

Evangelismo – Clase 11: Católicos Romanos

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
05.05.2018

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Clase esencial
Evangelismo
Clase 11: Cómo compartir el evangelio con católicos romanos


Bienvenido al seminario básico «Evangelismo». Oremos antes de comenzar.

Introducción

Los católicos constituyen el 17% de la población mundial total. En el año 2000, se estimaba que existían 1800 millones de cristianos profesantes en el mundo, pero que más de 1000 millones de ellos eran católicos romanos[i].

La mitad de ellos vive en el norte y el sur del continente americano, luego en Europa, África y Asia. La mayor población de católicos romanos vive en América Latina, siendo Brasil el país católico romano más poblado del mundo. Esto indica que las tasas de bautismo siguen siendo altas en los países de herencia católica, pero que las tasas de práctica varían[ii].

Puede ser complicado hablar del catolicismo romano como una religión separada. La Iglesia católica romana utiliza muchas de las mismas palabras que nosotros usamos, como por ejemplo: «gracia», «fe», «expiación», «justificación» y más. Leen la Biblia, creen que es la Palabra de Dios y predican que Jesús es el Hijo de Dios que murió por el pecado. La Iglesia católica romana afirma y enseña muchas cosas que son ciertas, y pienso que podemos decir que incluso muchas personas han llegado a la fe salvadora en Cristo mediante las enseñanzas que escucharon en las iglesias católicas romanas.

Entonces, ¿por qué motivo afirmamos que la Iglesia católica no es una verdadera iglesia cristiana? ¿Por qué decimos que es, de hecho, una religión falsa y separada?

Sostenemos esto porque, cuando se examina cuidadosamente, queda claro que la Iglesia católica romana enseña un evangelio diferente al de la Biblia.

Los católicos romanos dicen y creen que la salvación se obtiene por medio de Cristo, pero no solo a través de la fe en Cristo. La gracia es administrada a través de personas (sacerdotes,  santos) y objetos (sacramentos) y no se requiere una respuesta de arrepentimiento y fe por parte del destinatario.

Aunque los católicos romanos y los cristianos protestantes en ocasiones suenan parecido, a medida que profundizas verás diferentes interpretaciones de las preguntas básicas. Y algunas de las diferencias más grandes no son las más obvias. Existen muchos «temas candentes» que a la gente le emociona debatir: los santos, las indulgencias, el purgatorio, el Papa. Pero estos no son el centro del evangelio, y es precisamente cuando llegamos al centro del evangelio que realmente comienzan a surgir algunas de las principales diferencias entre el catolicismo romano y el  cristianismo. Nuestro objetivo debería ser ayudar a nuestros amigos y familiares católicos romanos a entender estas diferencias. Oro para que al estudiar las doctrinas fundamentales del catolicismo romano estés más preparado para hacerlo, y puedas ver esto más claramente por ti mismo.

El día de hoy nos enfocaremos minuciosamente en la doctrina católica romana y en donde creemos que se desvía de las enseñanzas de la Biblia. Es importante hacer esto, puesto que no es inmediatamente obvio el por qué necesitaríamos evangelizar a los católicos romanos. Ellos dicen que creen en Jesús, en la Trinidad y en nuestra necesidad de arrepentirnos y creer. Pero cuando examinamos estas declaraciones más cuidadosamente, queda claro que la Iglesia católica romana, en sus enseñanzas oficiales, quiere decir algo muy diferente a lo que entendemos que la Biblia se refiere. Por esa razón, es mejor abordar las conversaciones con católicos romanos practicantes como una conversación con alguien que no comprende el evangelio como lo presenta la Biblia y, por tanto, alguien que necesita escuchar las buenas noticias de Jesús.

Veremos dos amplias categorías de doctrina y cómo las creencias católicas romanas difieren del cristianismo bíblico.

Primero, veremos la doctrina de la Palabra de Dios.

Segundo, veremos la doctrina de la salvación.

1. ¿Por qué crees que eso es verdad? ¿Cuál es tu autoridad?

Las enseñanzas de la Iglesia católica romana fluyen lógicamente de la manera en que ven la autoridad. Cuando comienzas a hacer preguntas acerca del tema de la autoridad, las cosas se aclaran. Ray Galea dice: «Solo la Biblia conduce solo a Cristo… La Biblia más otros medios de revelación conducen a Cristo más otros medios de salvación»[iii].

La Iglesia católica romana enseña que la Biblia tiene autoridad, pero que ésta no es suficiente y solo puede ser interpretada correctamente por el clero. La Iglesia católica romana se eleva por encima de la Palabra de Dios y cree que la Iglesia creó la Palabra de Dios, es decir, que la Iglesia determinó lo que es canónico, en lugar de que la Palabra de Dios creara a su Iglesia.

La Iglesia católica romana interpreta Mateo 16:19 de esta manera: «El poder de las llaves designa la autoridad y gobierna la casa de Dios, la cual es la Iglesia… el poder para atar y desatar connota la autoridad para absolver los pecados, pronunciar juicios doctrinales y tomar decisiones disciplinarias en la Iglesia»[iv].

En otras palabras, los católicos romanos tienen una doctrina antibíblica de la Palabra. Los católicos romanos desafían a los cristianos protestantes con la pregunta: «¿Cómo puedes saber que lees tu Biblia correctamente? La gente interpreta la Biblia de manera diferente, ¿cómo sabes que tu forma de hacerlo es la correcta?».

«El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado solo al Magisterio vivo de la Iglesia… es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma»[v].

Con el paso del tiempo, los católicos romanos han mantenido un registro de sus interpretaciones de la Escritura, las recopilaron y las convirtieron en una fuente de doctrina separada e igualmente autorizada. La Iglesia católica romana cree que la revelación no se encuentra solo en la Escritura, sino también en «las tradiciones no escritas que, transmitidas como de mano en mano, han llegado hasta nosotros desde los apóstoles»[vi].

La Tradición (con «t» en mayúscula) es el conjunto de conocimientos no escrito dado por Cristo a los apóstoles transmitido a los obispos. Es la viva presencia del Espíritu Santo en la Iglesia. Este argumento surge de la creencia de que los Evangelios sinópticos se construyeron a partir de historias y recuerdos que transmitieron los primeros cristianos. Así, fue la Iglesia la que armó los primeros Evangelios, y aunque estos están escritos, hay otras enseñanzas que vinieron de la misma fuente que no fueron explícitamente escritas. Debes referirte a la Tradición para tener una autentica interpretación de la Biblia.

«De ahí resulta que la Iglesia… no saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y así las dos [la sagrada Escritura y la Tradición] se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción»[vii].

«La santa Tradición, la sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia [cuerpo docente de la Iglesia católica], según el plan prudente de Dios, están unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros; los tres, cada uno según su carácter, y bajo la acción del único Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas»[viii].

Ejemplo: Dogma decretado en el año 1854 que declaró que María nació sin pecado original, y que nunca pecó – La Inmaculada Concepción. No citan las Escrituras para probar esto (aparte de lo que se ve en Lucas 1:28), sino porque es una tradición de la Iglesia. Y dado que los obispos son los únicos que pueden interpretar la Escrituras, si la Palabra te convence de que una tradición es contraria a sus enseñanzas, estás interpretando mal la Escrituras.

¿Alguna pregunta?

2. ¿Cómo eres justificado ante Dios? ¿Qué harás con tu pecado?

Puesto que la Iglesia católica romana cree que la Biblia es solo una autoridad de igual peso a la tradición de las enseñanzas de la Iglesia, se ha desviado hacia la herejía de otras doctrinas. Hablaremos específicamente acerca de cómo somos salvos, el área de desacuerdo más grande e importante entre el catolicismo romano y el cristianismo bíblico.

El pecado: Los católicos romanos diferencian entre pecados mortales y pecados veniales, 1 Juan 5:16-17, algunos pecados llevan a la muerte, otros no, o 1 Co. 3:8-15, los pecados veniales están simbolizados por madera, heno y rastrojo. El pecado mortal es la verdadera naturaleza del pecado, un acto que transgrede la ley divina y nos separa de Dios. El pecado venial no destruye nuestra unión con Dios y es reparable, amerita un castigo temporal, pero no eterno. «La naturaleza humana no está totalmente corrompida: está herida en sus propias fuerzas naturales… El Bautismo, dando la vida de la gracia de Cristo, borra el pecado original y devuelve el hombre a Dios»[ix].

La gracia: Si tuvieras que buscar la palabra «gracia» en un diccionario católico romano encontrarías varias entradas, ¿de qué clase de gracia estás hablando? Es complejo. No es solo un favor de Dios, sino también la intervención que Dios da para ayudarnos a ganarnos su favor. La gracia dada por medio del bautismo no puede ser merecida, pero la gracia que él da durante el resto de la vida sí puede serlo: «podemos después merecer a favor nuestro y de los demás gracias útiles para nuestra santificación, para el crecimiento de la gracia y de la caridad, y para la obtención de la vida eterna»[x]. La salvación ocurre cuando el hombre coopera con Dios, por tanto, este don gratuito de la gracia puede ser merecido. Esto también revela lo que la Iglesia enseña acerca de la humanidad: que sí, pecamos, pero parte de lo que Dios llamó «bueno» en el huerto todavía se conserva para que podamos alcanzar a Dios: «Quienes se habían apartado de Dios por sus pecados se disponen por la gracia de Dios, que les mueve y ayuda a convertirse hacia su justificación, asintiendo y cooperando libremente con esa gracia». La gracia viene a través de un proceso de cooperación con Dios. El proceso para ir al cielo es seguir el camino del ritual obligatorio: este regalo se entrega o se quita en base al desempeño. Este proceso está disfrazado detrás del término «gracia».

La justificación: El Concilio de Trento del siglo XVI rechazó públicamente la salvación solo por fe. Decretó: «Si alguno dijere que el impío se justifica por la sola fe, de modo que entienda no requerirse nada más con que coopere a conseguir la gracia de la justificación… sea anatema»[xi]. La Iglesia católica romana no ha abandonado esta posición. Una enciclopedia católica romana del siglo XX dijo: «la justificación es la exclusiva obra de Dios, presuponiendo, sin embargo, por parte del adulto el proceso de justificación y cooperación de su libre albedrío con la preventiva y servicial gracia de Dios»[xii]. El dualismo en la comprensión tiene sus raíces en ver la justificación como un proceso en lugar de una declaración. Dios nos justifica con el paso del tiempo a medida que participamos en los sacramentos y hacemos buenas obras.

Los sacramentos: Según la Iglesia católica romana, una de las cosas que debemos hacer para ganar la salvación es participar en los siete sacramentos: el Bautismo, la Confirmación, la Comunión (llamada la Eucaristía), la Penitencia, cumplir las órdenes sagradas, y los últimos ritos antes de la muerte. Realizar dichas obras —incluso si eres un niño siendo bautizado—  te hacen merecedor del favor de Dios. De acuerdo con la Iglesia católica romana: «los sacramentos obran ex opere operato (según las palabras mismas del Concilio: ‘por la misma eficacia de la obra realizada’, pero tampoco su virtualidad santificante depende sobre todo de la disposición personal de quien los recibe, sino que santifican principalmente por la intercesión de la Santa Iglesia»[xiii]. «La Iglesia afirma que para los creyentes los sacramentos de la Nueva Alianza son necesarios para la salvación»[xiv].

El Bautismo de niños elimina el pecado original y justifica a la persona como hijo de Dios. La confirmación es el derramamiento del Espíritu Santo donde la persona ahora es responsable de su fe.

La Confesión permite el perdón del pecado mortal. La Eucaristía expía el pecado e imparte la gracia de Cristo al que la recibe. Las órdenes sagradas se canalizan a través del rito y la unción de los enfermos o unción extrema.

El perdón: Un católico romano debe confesarse ante un sacerdote, estar verdaderamente arrepentido y cumplir una penitencia (oración, buena obra, autosacrificio). También puedes hacer penitencia en nombre de otro e incluso en nombre de alguien que ha muerto para trabajar por su perdón. La justificación es un proceso para preparar a alguien para el cielo y ese proceso puede continuar después de su muerte.

El purgatorio: Ya que debes participar para ganar tu salvación, y la mayoría de las personas no son lo suficientemente buenas  para entrar al cielo cuando mueren, la Iglesia católica romana enseña que las personas que no son lo suficientemente malas para ir al infierno, van a un lugar intermedio donde pueden continuar trabajando para ganarse un lugar en el cielo. El purgatorio es: «un lugar o condición de castigo temporal para aquellos que, dejando esta vida en gracia de Dios, no están completamente libres de faltas veniales, o no han pagado completamente a satisfacción sus trasgresiones»[xv]. El purgatorio es solamente necesario si crees que la muerte de Jesús no es suficiente para limpiarte por completo.

María: Finalmente, puesto que debemos ganar el favor de Dios, la mayoría de nosotros no somos dignos de Dios. De hecho, porque somos pecadores, necesitamos que gente más santa interceda por nosotros ante Dios. (Este, por supuesto, es el rol de Jesús, ¡pero para los católicos romanos necesitamos otro intermediario entre nosotros y Jesús!). Aquí es donde entran María y los santos. Para los católicos, los «santos» son personas súper extra santas; son súper cristianos, (En la Biblia, «santo» quiere decir «cristiano»). Deberíamos buscar que los santos intercedan por nosotros en el cielo para ayudarnos a ganar su favor. Preeminentemente, esto quiere decir, que María ocupa el máximo lugar entre todos los santos.

Esto ha ocasionado un fuerte énfasis sobre María en el catolicismo, junto con muchas otras enseñanzas extrabíblicas y antibíblicas acerca de ella. Por ejemplo, los católicos creen lo siguiente:

  • Mediadora: Al aceptar dar a luz a Cristo, la Iglesia católica romana dice que María cooperó con Jesucristo en la redención, por tanto, es corredentora o mediadora. María hablará acerca de mí con Jesús y, como él es un buen hijo, hará lo que ella le pida (Ej.: las bodas de Caná). «Nadie va al Padre sino por el Hijo y nadie va al Hijo sino por la Madre»[xvi]. Así como un niño terrenal debe pasar por mamá para llegar a papá, así debemos orar y pedirle a María que hable con Jesús por nosotros. Una completa falta de comprensión de Dios como Padre, mientras que al mismo tiempo dice que Cristo no es suficiente y que Dios no es misericordioso. «Muerte a través de Eva, vida a través de María».
  • Madre de la Iglesia: La madre espiritual para todos los cristianos. Es difícil identificarme con Jesús, y Dios está enojado, pero con María, puedo identificarme con María y ella me entiende, es una madre que eventualmente cederá ante lo que le pido.
  • Virginidad perpetua: Permaneció virgen toda su vida, Jesús fue su único hijo. Cuando las Escrituras dicen «hermanos», significa primos.
  • La Inmaculada Concepción: María fue concebida sin pecado. Dios la preparó para ser la madre de Jesús librándola del pecado original.
  • La asunción al cielo: En el año 1950, el Papa Pío XII declaró que María «habiendo completado el curso de su vida terrenal, fue ascendida en cuerpo y alma a la gloria celestial».
  • Sin pecado: «Ella ha sido la que, la primera y de una manera única, se benefició de la victoria sobre el pecado alcanzada por Cristo: fue preservada de toda mancha de pecado original y, durante toda su vida terrena, por una gracia especial de Dios, no cometió ninguna clase de pecado»[xvii].

En resumen, la Iglesia católica romana enseña: «María, la pureza sin pecado de Cristo, su obediencia a la voluntad del Padre, y su mediación e intercesión celestial… no hay ningún lugar donde María como representante de la humanidad no reclame la singularidad de Cristo»[xviii].  Este dogma fue declarado en el año 1854 por el Papa Pío IX. 

¿Alguna pregunta? 

3. Estrategias evangelísticas

Actualmente, hay una amplia variedad de interpretaciones y creencias entre los católicos romanos: Las mujeres mayores que se cubren la cabeza antes de ingresar a un templo de la Iglesia, los liberales que luchan por la ordenación de sacerdotes mujeres, los conservadores que quieren que la misa regrese al latín, los carismáticos que hablan en las lenguas y desearían que la Iglesia adoptase por completo los dones del Espíritu Santo, los teólogos de la liberación que creen que el evangelio trata acerca del pecado social corporativo y que la salvación se encuentra en el alivio de la pobreza y en la búsqueda de la libertad política. Hay sacerdotes que manejan armas por los defensores de la libertad en América del Sur, otros que niegan la comunión a las mujeres que han abortado, algunos que realizan ceremonias de matrimonio homosexual y otros que ayudan a las personas a comprender mejor la Biblia. Todo eso para decir que el espectro es amplio y la comprensión es variada. No supongas que sabes y entiendes exactamente dónde están, lo que también hace que las preguntas sean tan importantes.

Evangelizar a los católicos romanos es difícil. En primer lugar, los católicos romanos creen que ya entienden lo que es el cristianismo y, por tanto, no necesitan escuchar las buenas noticias. En segundo lugar, muchos católicos romanos no conocen ni entienden qué es realmente la enseñanza oficial de la Iglesia católica romana o cómo ésta difiere de la Biblia. En tercer lugar, hay muchos, muchos tipos diferentes de católicos romanos. Cuando hables con tus amigos y familiares católicos romanos, intenta hacerte una idea de la categoría en la que encajan:

A. Creyentes católicos romanos practicantes: Estos católicos romanos entienden el dogma católico oficial, lo creen y lo practican. La mejor estrategia con ellos es conocer bien tu Biblia e involucrarlos en una discusión amorosa acerca de lo que la Biblia realmente dice. 

Para este tipo de católicos, estos son algunos consejos para discutir la Biblia y cómo ella difiere de las enseñanzas de la Iglesia católica romana.

Sobre la suficiencia de la Escritura, observa que la Escritura misma afirma ser suficiente. Si, por tanto, la tradición católica romana afirma ser igual a la Escritura, contradice a la Escritura, que afirma que no tiene equivalente. Si tienes dos autoridades que se contradicen entre sí, no tienes un sistema coherente de creencias.

  • «Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús» (2 Timoteo 3:15). Aquí Pablo le dice a Timoteo que la Escritura es todo lo que él necesita para ser instruido para salvación.
  • Los próximos versículos (3:16-17) son muy conocidos; es el pasaje en el que Pablo dice que: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar…» Pero observa cómo termina este pasaje: «a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra». El hombre de Dios no necesita fuentes adicionales de instrucción o autoridad para ser enteramente
  • Santiago dice: «Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas» (1:18), y Pedro dice: «siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre». Ambos, al igual que Pablo, señalan que la Palabra de Dios es suficiente para la salvación. No necesitamos que una tradición o una jerarquía de sacerdotes intervengan en nuestra salvación.

Sobre la salvación, tal vez desees enfatizar que la Iglesia católica romana a menudo parece combinar la justificación y la santificación. Mientras que la Biblia indica que el esfuerzo humano debe ser parte de este último, no tiene ningún papel en el primero. Hay literalmente docenas de pasajes acerca de esto, pero quizá el más directo es:

  • «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe» (Efesios 2:8-9).

Estamos de acuerdo en que debemos esforzarnos para crecer en santidad. Pablo escribe: «ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor». Los católicos romanos utilizan este versículo para justificar su posición en cuanto a la justificación. Pero sabemos que la Escritura no puede contradecirse a sí misma, y ya que el resto de la Escritura aclara que no podemos ganar nuestra justificación, entendemos que este versículo debe referirse a la santificación.

B. Católicos no practicantes o aquellos que desconocen las enseñanzas de la Iglesia católica romana. Estos católicos tratan el catolicismo romano como una identidad más que como una religión; es una comunidad a la que pertenecen más que una fe que deben practicar. 

Lo que hemos discutido previamente es lo que la Iglesia católica romana oficialmente enseña desde el Vaticano. La mayoría de los católicos romanos que te encuentras en la calle no creen en todas estas cosas, y muchos de ellos nunca han oído hablar de ellas. La mayoría de los católicos romanos tradicionales adoptan el espíritu reformador del Vaticano II mientras se aferran a las creencias católicas tradicionales e ignoran silenciosamente las enseñanzas católicas romanas que no concuerdan con su estilo de vida o razonamiento. La mayoría diría que cree en la Biblia, pero piensa que gran parte del Antiguo Testamento son historias infantiles o un mito en el mejor de los casos. Las creencias son moldeadas por tu familia.

La mayoría de los católicos que conoces no comprenderá las complejidades del dogma y la doctrina del catolicismo romano. Estamos desde afuera analizando las enseñanzas y comparándolas con las Escrituras, viéndolas tal como son. Pero cuando estás en ello, no necesariamente estás declarando objetivamente la teología: a veces haces lo que está haciendo la persona que está a tu lado y no tomas conscientemente una decisión acerca de lo que crees sobre Cristo. Nunca supuse que rezar el rosario significaba que estaba diciendo que Cristo no es suficiente. De hecho, hubiera dicho que Cristo es suficiente y eso es lo que hace que el rosario sea efectivo. Lo que estaba diciendo era: «esto es todo lo que he conocido y es cómodo y seguro». Así que sé amable y humilde. Podrías destrozar la comodidad y la seguridad de toda la vida de alguien. Alaba a Dios y que así sea, para que puedan ver su necesidad de Jesús y que solo él es suficiente para ser su consuelo y seguridad, y soportar el peso de sus vidas, pero sé amable. Esto no será fácil.

El catolicismo romano no se trata tanto de lo que crees como de a quién pertenece; para muchos, se trata más de identidad y asociación que de doctrina o convicción. Dice algo acerca de quién es una persona y quién es su familia. Hay un orgullo y una unidad que, aunque subjetiva, es muy real. Hay un sentimiento de unidad: la misma misa a la que asisto en este momento es la misma misa a la que asisten millones en todo el mundo. Cuando estoy en un país diferente, es posible que no entienda las palabras, pero sé qué hacer, y estoy en sintonía con la persona sentada a mi lado, y vinculado con toda la Iglesia en todo el mundo y a través de los años. Y miran a los protestantes y les tienen lástima porque no tienen eso —hay cientos de tipos diferentes y todos discuten entre ellos e incluso contienden con los que se supone que son como ellos y pasa algo diferente en cada uno de ellos y no hay nadie que los responsabilice por lo que están haciendo—, ¿en qué pueden estar unidos?

«Los hermanos separados… no gozan de aquella unidad que Cristo quiso dar a los que regeneró y vivificó en un cuerpo»[xix].

Pero la verdad es que, como cristianos, estamos unidos en la sólida roca que es Cristo, y la Iglesia católica romana está construida sobre la arena que se hunde por las tradiciones de hombres. Así que ten en cuenta que existe un poderoso y orgulloso sentido de pertenencia y un sentido subjetivo de unidad. Pero es frágil. Si haces presión, comenzará a desmoronarse.

La mejor estrategia para los católicos romanos de este tipo es compartir el evangelio como lo harías con un agnóstico o un ateo.

4. Historia final

Un miembro de nuestra iglesia que creció en una familia católica romana cuenta la historia de una conversación con un amigo católico.

—¿Por qué le oras a María?

—Porque Dios me da miedo y está enojado conmigo, y no puedo entender a Jesús. ¿Cómo se supone que debo identificarme con un hombre soltero que era perfecto, estricto y que se supone que se parece a mi padre que abusó de mí? Pero María… María me encanta, es mujer como yo, y es amable, gentil y comprensiva. Así que le rezo a María porque puedo identificarme con María, y ella hablará con Dios por mí, y Jesús hará lo que ella dice porque él es perfecto y escuchará a su madre como lo hizo en la boda con el vino.

Su comprensión de Dios es esta mezcla de su propia experiencia de vida y la conclusión lógica de las relaciones mezcladas con historias bíblicas y versos no contextualizados.

También puedes ver que toda la historia de su vida y su identidad están envueltas en esto. Por tanto, no es un simple ejercicio intelectual para señalar inconsistencias. Es complicado.

Deberíamos tener compasión por nuestros amigos y familiares católicos romanos que están confundidos con respecto al evangelio. Como muestra esta historia, los católicos romanos pueden estar familiarizados con las historias y el lenguaje de la Biblia, pero omiten el tema principal. Deberíamos ayudarles amorosamente a ver lo que está en la Palabra de Dios para que puedan conocer al Salvador cuyo nombre profesan. 

Material extra para P&R: 

Las indulgencias: «La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados». Entendida erróneamente como una forma de comprar la salvación o de liberar a alguien del Purgatorio, supone que el pecado ya ha sido perdonado y «significa un pago más completo de la deuda que el pecador debe a Dios… En el Bautismo no solo se remite la culpa del pecado, sino que también todas las penas se atribuyen al pecado. En la Penitencia se elimina la culpa del pecado y con ello el castigo eterno debido al pecado mortal; pero todavía queda el castigo temporal requerido por la justicia divina, y este requisito debe cumplirse ya sea en la vida presente o en el mundo venidero, es decir, en el Purgatorio. Una indulgencia le ofrece al pecador penitente los medios para descargar esta deuda durante su vida en la tierra»[xx]. La Iglesia es la administradora de los méritos adicionales obtenidos por los santos. Juan 2:2: «dado que la satisfacción de Cristo es infinita, constituye un fondo inagotable que es más que suficiente para cubrir el endeudamiento contraído por el pecado, además… Las virtudes, las penitencias y los sufrimientos de los santos exceden enormemente cualquier castigo temporal que estos siervos de Dios pudieron haber cometido»[xxi].

La Iglesia aplica los «méritos superabundantes» contenidos en el tesoro espiritual. La problemática que primero avivó el fuego en Lutero, fue confirmada por el Concilio de Trento «el don de las sagradas indulgencias puede ser dispensado a todos los fieles, piadosa, sagrada e incorruptamente»[xxii].

La misa/los sacerdotes: La misa es, en última instancia, un sacrificio. Cuando entras en una iglesia católica, en el medio está el altar porque es la parte más central de la misa. Sacrificio de alabanza y acción de gracias, penitencia y el sacrificio eucarístico. El rol de los sacerdotes llegó en los siglos V y VI, y la adopción oficial de los siete sacramentos en los siglos XII y XII requería el rol, ya que los sacerdotes eran los únicos capaces de administrarlos. La idea del sacerdocio de todos los creyentes fue sancionada por el Concilio de Trento[xxiii]. La misa no puede llevarse a cabo sin un sacerdote porque los pecados no pueden ser perdonados sin un sacerdote porque la transubstanciación no puede ocurrir sin un sacerdote.

La Transubstanciación: El pan y el vino ofrecidos durante la Comunión se convierten en Cristo. La Iglesia se basa en la idea de Aristóteles de la diferencia entre las propiedades físicas y las cualidades esenciales de un objeto, accidentes y sustancia. Las ardillas vienen en diferentes colores, formas y tamaños (accidentes), pero hay un elemento esencial, la ardilla, que hace que una ardilla sea una ardilla. Así, la ardilla es la sustancia, mientras que todos los atributos físicos de las diferentes ardillas son sus accidentes. En la misa, los accidentes del pan y el vino siguen siendo los mismos, pero la sustancia del pan se transforma en el cuerpo de Cristo y la sustancia del vino se transforma en la sangre de Cristo. La transubstanciación se presentó en el siglo IX y se convirtió en dogma durante el IV Concilio de Letrán de 1215[xxiv].

 

[i]Walsh, Michael «The Basics: Roman Catholicism».

[ii]Walsh, Michael «The Basics: Roman Catholicism».

[iii]Galea, Ray (111-112).

[iv]Catecismo de la Iglesia católica, 553.

[v]Catecismo de la Iglesia católica, primera parte, primera sección, capítulo 2,  artículo 2, parte III, 1993, parágrafo 85.

[vi]Concilio de Trento, sesión IV.

[vii]Catecismo de la Iglesia católica, 31:82.

[viii]Catecismo de la Iglesia católica, 34:95.

[ix]Catecismo de la Iglesia católica, 114:405.

[x]Catecismo de la Iglesia católica, tercera parte, primera sección,  capítulo 3, artículo 2 parte III, párrafo 2010.

[xi]Concilio de Trento, Sesión VI, La Justificación.

[xii]Pohle, Joseph, «La Justificación» Enciclopedia Católica. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910. 26 Jun. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/08573a.htm>.

[xiii]Catecismo de la Iglesia católica, segunda parte, primera sección, capítulo 1, artículo 2, cuarta sección, parte 1128, http://www.vatican.va/archive/ENG0015/__P33.HTM

[xiv] ibid 1129.

[xv]Hanna, Edward, «El Purgatorio». Enciclopedia Católica. Vol. 12. New York: Robert Appleton Company, 1911. 26 Jun. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/12575a.htm>.

[xvi]Papa León XIII, Encíclica, septiembre 22, 1891. http://www.vatican.va/holy_father/leo_xiii/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_22091891_octobri-mense_en.html.

[xvii]Catecismo de la Iglesia católica, 116:411.

[xviii]Galea, Ray, «Nothing in my Hand I Bring». Kingsford NSW Australia, Matthisa Media, 2007 (95).

[xix]Vatican II, Unitatis Redintegratio, capítulo 1, parágrafo 3.

[xx]Kent, William. «Las Indulgencias», Enciclopedia Católica. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910. 26 Jun. 2012, http://www.newadvent.org/cathen/07783a.htm.

[xxi]Kent, William. «Las Indulgencias», Enciclopedia Católica. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910. 26 Jun. 2012, http://www.newadvent.org/cathen/07783a.htm.

[xxii]Concilio de Trento, sesión 25, capítulo 21.

[xxiii]Concilio de Trento, sesión 23, capítulo 4.

[xxiv]IV Concilio de Letrán, Constitución 1: Confesión de Fe.