Evangelio

Estimado pastor, conoce tu teología de la santificación

Por Mike Christ

Mike Christ es el pastor de Greenbelt Baptist Church en Greenbelt, Maryland.
Artículo
17.01.2019

El momento exacto, en que yo sentí lo inadecuado que era mi entendimiento acerca de la santificación, está gravado en mi mente. Ocurrió en una reunión de los grupos pequeños, mientras discutíamos la dinámica entre nuestras acciones y la obra del Espíritu en el proceso de nuestra santificación. Y como suelen ser estas conversaciones – la gente compartía lo que les ha ayudado a crecer – o por lo menos lo que aprendieron en la iglesia acerca de lo que les debe ayudar a crecer – tu sabes, leyendo la Biblia, orando, etc. Pero a la misma vez, todos firmemente mantenían que era el Espíritu Santo quien hacía la obra de santificación. Finalmente, una mujer honesta exclamó, « ¿Yo no entiendo, que hago para crecer como Cristiana?».

Un poco de historia. Esta mujer había seguido a Cristo por muchos años, pero recientemente sentía que su crecimiento se había truncado. Ella leía su Biblia, oraba, llegaba a la iglesia cada domingo, pero también sentía resentimiento contra otras personas y decía cosas de las cuales luego se arrepentía. Ella entendía que su pecado contristaba a Dios. Por tanto, ella sabía que no podía simplemente relajarse y esperar que Dios la santificara. Pero también se daba cuenta que no estaba creciendo en santificación pese a sus propios esfuerzos. Estaba trabajando bastante, pero realmente no daba un avance. Tiempo después, en esa tarde, compartí que si vemos a las disciplinas espirituales como la causa directa de nuestra santificación, el enfoque que es sobre el evangelio de Cristo cambia hacia nosotros, y esto perjudica nuestro crecimiento. Yo podía ver como esto concordaba con ella, aunque también la espantaba.

Pero, aun no podía contestar su pregunta porque mi conocimiento acerca de la santificación estaba fragmentado. No tenía el concepto orgánico, por lo cual los diferentes procesos involucrados – como la justificación y santificación – se contradecían el uno al otro. Respondí algo incoherente por bastante tiempo, y luego pasamos al refrigerio. Nada como una caja de bizcochos para romper un poco la tensión tan incómoda.

LA RESPONSABILIDAD DEL PASTOR

Ahora, no creo que una cristiana necesariamente debe poder articular una teología sobre la santificación para ser santo, así como mi esposa y mi hija no necesitan comprender la psicología de la relación de madre e hija. Podemos alimentarnos de Cristo y crecer muy bien, aunque no comprendamos cómo es que funciona. Pero, siguiendo esta analogía, ¿qué sucedería si algo sucede con la relación de madre e hija? Realmente deseo que alguien sepa lo suficiente para poder ayudarlas.

Y es por eso que los pastores deben conocer su teología de santificación. Ahora, podrías pensar «¿Acaso no es este el trabajo de un consejero bíblico?» Si. Pero los pastores – estoy pensando particularmente en aquellos encargados principalmente de la predicación y enseñanza – tienen la responsabilidad de predicar una teología de santificación verdadera para que puedan dirigir a su congregación en la dirección correcta. Piénsalo, si no estás predicando con la mente en mente de la santificación de tu congregación, ¿Qué estás haciendo? Seguramente no quieres solamente instruir, o peor aún, entretener. Tú quieres que tu congregación sea transformada. ¿Pero tienes un paradigma que te enseña cómo es que ocurre? Si no lo tienes, ¿Cómo sabes que los estás dirigiendo en la dirección correcta?

Cómo es que muchas veces nos equivocamos

Los peligros que nos desvían de la santificación son el libertinaje y el legalismo. El legalismo mira a la santificación como una obra que yo hago. Quizá hago obras para ganarme la salvación. O quizá las hago para ganarme aún más favor delante de Dios. Pienso «Si tan solo puedo dejo de hacer X o empiezo a hacer Y, entonces estaré bien». Esto es legalismo porque es obediencia para tener una relación con Dios en lugar de ser obediencia por cuanto tenemos una relación con Dios.

El otro error es libertinaje y aquellos que lo abrazan se llaman antinomianos (anti-contra; nomas-ley). Surge a raíz de concentrarnos tanto en lo que Cristo ha hecho que no hay lugar para nuestras obras. Los antinomianos ven la falta tan grande que ocurre cuando nuestro esfuerzo es mal aplicado y (incorrectamente) llegan a la conclusión que debemos de parar de esforzarnos.

Pensemos en lo que sucede cuando no tenemos un paradigma correcto acerca de la santificación. Podríamos estar animando a la congregación a pelear contra su legalismo con su libertinaje o pelear contra su libertinaje con su legalismo. Recuerdo a un grupo de estudiantes universitarios que querían que dejara de hablar sobre el evangelio porque pensaban que iba a perjudicar su deseo por la santificación. Conozco a otras personas, que sin son honestas, se consuelan con la realidad de que sin pecan es porque no son legalistas. Pero esta no es la santificación bíblica y no debemos animar a la gente a tener esta clase de mentalidad.

Es más fácil de lo que te imaginas el promover la pseudo santificación. He escuchado a buenos pastores decir a su congregación todo lo que tienen que hacer, sin decirles acerca del poder que les permite hacerlo. He escuchado sermones donde la gracia es tan desconectada de la vida santa que la pregunta de Pablo, «Seguiremos en el pecado para que la gracia abunde?» parece ser contestada con un – Sí. Ahora, estos problemas pueden ser corregidos con una forma de predicar que ve a Cristo como el centro de todo pasaje bíblico. Pero necesitamos una teología de santificación para que podamos tomar el próximo paso y preguntar, «Cuando llegamos a Cristo, como es que nos revestimos de Cristo para no dar lugar a la lujuria de la carne?».

Con esto no quiero decir que cada sermón requiere un discurso prolongado sobre la doctrina de santificación. Puede ser una sola frase después que hayamos llegado a Cristo. O quizá es evidente en lo que le dices a la persona a la puerta que parece estar atribulada o negativa. El propósito es, si «revestirnos de Cristo» y «buscar las cosas de arriba» son principalmente mandatos relacionados a nuestra santificación, debemos conocer cómo es que deben ser obedecidos, y eso debe ser muy claro en nuestra predicación.

Santificación en Cristo

Por tanto, una teología de santificación coherente debe tener la habilidad de enfatizar la necesidad de crecer sin menospreciar la gracia. Y también debe enfatizar la gracia sin menospreciar la necesidad de crecer.

¿Cómo podemos hacer esto? Aquí les daré un breve ejemplo. El verdadero propósito de este artículo es animarte a estudiar la santificación. El primer paso es ver la conexión que existe entre la santidad y la salvación. Debemos dejar de hablar acerca de ser «salvos» y ser «santos» como si fuesen cosas diferentes y opuestas. Debemos estar cansados de citar Efesios 2:8-9 –«salvos por gracia mediante la fe, no de obras» sin también citar 2:10—«somos hechura suya, creados para buenas obras.» La salvación incluye la santidad – no como una condición, sino como parte de. Pon mucha atención: la Biblia no reconoce una tensión entre la gracia libre y las buenas obras.

¿Porque no?

Esta pregunta me lleva al segundo punto: la salvación es tener unión con Cristo. Desafortunadamente, a menudo pensamos que la salvación es como un gran número de obsequios sin abrir. Está el obsequio de «perdón», «el Espíritu», «redención», por mencionar algunos. El problema es que cada obsequio viene a ser algo independiente de los demás, y el sobre énfasis de uno compite con el sobre énfasis de otro. Por ejemplo, si estoy disfrutando el gran obsequio del perdón, ¿realmente necesito abrir el obsequio de «santificación»? O, si hago uso de la «santificación» ¿Debo realmente hacer caso al obsequio «justificación imputada»?

En realidad, la salvación es recibir a Cristo, quien vino a ser todo lo que necesitamos para la salvación. Nosotros estamos «en Cristo Jesús, quien es la sabiduría de Dios, justicia, y santificación y redención.» Porque cada obsequio lo recibimos cuando recibimos a Cristo, son perfectamente coherentes. Hacemos uso del perdón de los pecados y la imputación de la justificación, no para que nos relajemos, sino para acercarnos a Cristo y encontrar fortaleza para vivir una vida santa. Y cuando vivimos una vida santa, no ignoramos nuestra santificación; más bien, nos asombramos tanto de la santidad de Dios que tenemos mayor aprecio por la imputación de justicia de Cristo, que es nuestro estado legal delante de Dios. El Espíritu es lo que une la vida del Cristiano; el mismo Espíritu que resucitó a Jesús de entre los muertos«para nuestra justificación» (Rom 4:25) también nos une a Cristo, y nos llena de fruto, e intercede por nosotros delante de Dios.

En otras palabras, cuando crecemos en un aspecto de nuestra salvación necesariamente nos lleva a profundizarnos más en la persona de Cristo y en nuestra unión espiritual con él, que también nos conecta con cada uno de los demás beneficios que tenemos en él. Tenemos cada bendición espiritual en Cristo. Cuando vemos nuestra salvación como un paquete, no podemos poner un beneficio contra otro. Llegamos a la conclusión que no vamos a pelar contra nuestro legalismo con nuestro libertinaje. Vamos a pelar ambos, nuestro legalismo y libertinaje, con Cristo.

Estudia la Santificación

Estoy agradecido por la pregunta de esa mujer porque me llevó a estudiar la santificación. No importa cuánto hayamos entendido acerca de esta verdad, aún hay mucho que necesitamos entender – e infinitamente más que necesitamos experimentar. Pero, aún un paradigma tan básico para la santificación, si es bíblica, nos llevará a guiar a nuestra congregación a conocer a Cristo de una manera más profunda, y por tanto profundizar en su santificación.

Hay una tendencia en los círculos evangélicos a entender la justificación. Eso es bueno. Pero estemos seguros que no hemos sido negligentes en cuanto a la santificación.

 


Traducido por Abraham Armenta