Clases esenciales: Encuentro con Dios

Encuentro con Dios – Clase 3: Encuentro con Dios en su Palabra – Parte 2

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
18.04.2017

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Clase esencial
Encuentro con Dios
Clase 3: Encuentro con Dios en su Palabra – Parte 2


Introducción

Bienvenidos a la semana 3 del Seminario Básico Encuentro con Dios. Una vez más, mi nombre es Chad Boudreaux y mi co-profesor para este curso es Shawn Hutton. Nos alegra que estés aquí.

Resumen

 

En la semana 1, se consideraron dos supuestos:

Primero – Que es posible encontrarse con Dios; y

Segundo — Ese encuentro con Dios es algo que deberíamos hacer, incluso diariamente.

En la semana 2, consideramos cómo podemos reunirnos con Dios, y nos enfocamos en el consumo bíblico; es decir, cómo podemos usar su Palabra—la Biblia—para reunirnos con Dios. Específicamente, Shawn abordó dos de los cinco componentes del consumo de la Palabra: Escuchar la palabra y leer la palabra.

Hoy, queremos cubrir los tres componentes restantes:

  • Estudiar la palabra de Dios;
  • Memorizar la palabra de Dios; y
  • Meditar en la palabra de Dios.

Como mencioné en el West Hall, si hemos de crecer en piedad es crucial que entendamos y apliquemos todas estas herramientas de consumo bíblico.

Ora

 

Antes de empezar, vamos a orar. Por favor ora conmigo.

 

El desafío de 3 minutos de Andy Johnson (un minuto leyendo, orando y meditando)

— Shawn informó a aquellos que asistieron la clase de la semana pasada de este desafío

— ¿Hay alguien aquí que haya aceptado el desafío y quiera compartir su experiencia?

— Fui al primer pasaje en el esquema de hoy.

Salmo 1, capítulo 1: Versos 1-3

«Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará».

Esto es lo que queremos ser. Personas que son como árboles plantados junto a corrientes de agua, esos que dan fruto. Cuando la tormenta viene, queremos estar arraigados tan firmemente en la palabra de Dios que no nos estremeceremos. Queremos crecer fuerte como el árbol de modo que estemos preparados para las tormentas de la vida, para producir buenos frutos a los hambrientos que pueden acercarse a nuestras ramas, posiblemente sin siquiera saber qué tipo de nutrición necesitan.

No nos engañemos, el Señor nos hará fuertes a través de su palabra. Los cristianos con poco que ganar en la tierra y mucho que perder han testificado esta verdad a través de los tiempos — sus historias llenan la Biblia, nuestro puesto de libros de la iglesia y la biblioteca en el pasillo. Es más, si somos honestos acerca de nuestras propias experiencias de vida, tenemos evidencia palpable de esta verdad.

Pero principalmente vamos a Dios porque él es poderoso, él es nuestro sustento y él nos manda a hacerlo. Él es el árbol de la vida que todo lo satisface. Y él es digno de nuestra venida a él. Cuando hacemos esto, estamos diciendo: «Yo estoy necesitado. Tengo hambre. Y soy débil». Estamos diciendo que necesitamos algo fuera de nosotros mismos para alimentarnos, para satisfacernos. En pocas palabras, vamos a Dios por nuestro bien y para su gloria.

Sospecho que los versículos 1-3 del capítulo 1 del Salmo 1, están en nuestro esquema hoy porque hablan del beneficio de la «meditación», algo que consideraremos con mayor profundidad en pocos minutos. Cuando meditaba en este pasaje, sin embargo, seguía volviendo a la última frase: «Y todo lo que hace, prosperará». Mi corazón se enciende cuando considero la esperanza en esa promesa. Ahora estos días, donde el funesto evangelio de «salud y riqueza» es tan frecuente, tenemos que abordar este concepto con precaución. Pero aquí, la Biblia habla acerca de la idea de Dios sobre la prosperidad, no la del mundo. Eso es importante.

¿Qué obtuve de meditar en este pasaje? Bueno, más de lo que esperaba. No pude evitar recordar el sermón de Mark el domingo pasado, donde él hablaba acerca de cómo Dios nos ha provisto con muchas bendiciones – bendiciones tan ricas que ni siquiera pensamos en pedirlas. Y luego pensé en mi propia vida. Dios me ha bendecido con prosperidad terrenal – mi logros profesionales superan todo lo que alguna vez soñé. Pasé de ser un infractor de la ley de un hogar roto y de escuelas rotas a trabajar para el Procurador General de los Estados Unidos, para el tiempo en que tenía 28 años. Diez años después, sin embargo, él me ha enseñado que la prosperidad terrenal siempre se queda corta.

Ahora Dios me está enseñando lo que verdaderamente significa la prosperidad. Hoy (a diferencia de hace 10 o incluso 5 años atrás) puedo testificar que soy 100% dependiente de Dios. Si no estoy reuniéndome con él regularmente en su Palabra, soy como un niño perdido en un centro comercial. Y además, me está enseñando más de mí y de su plan para mi vida. Ahora estoy seguro de que él no me trajo a Washington, D.C., a trabajar principalmente para el Departamento de Justicia… o el Departamento de Seguridad Nacional… o para un gran bufete de abogados. Él me trajo aquí para CHBC. Es aquí donde mi familia y yo nos hemos acercado más a Dios. Es aquí donde realmente he experimentado la verdadera prosperidad.

Alaba a Dios por su misericordia, gracia y su Palabra. A través de su Palabra, no sólo aprendemos más acerca de nuestro Padre Celestial, también aprendemos más acerca de nosotros y de su plan para nuestras vidas.

Tiempo Devocional

Consideramos el valor de tiempo devocional la semana pasada. Y aprendimos que el tiempo devocional es la parte del día que reservamos para la adoración a Dios, para la lectura de la Palabra de Dios y la comunión con Dios a fin de que podamos conocerle más, conocernos a la luz de Él, y conocer al mundo desde su perspectiva.

Es durante nuestro tiempo devocional donde podemos aprovechar por completo las cinco maneras del consumo de la Palabra:

  1. Escuchar
  2. Leer
  3. Estudiar
  4. Memorizar
  5. Meditar

Para aclarar y visualizar por qué es importante ejercer estos cinco componentes, la ilustración utilizada a menudo es la de la mano.

¿Alguien nos puede decir cómo funciona esta ilustración?

Si sólo hacemos una o dos de estas cosas, no es posible sostenernos firmes en la palabra de Dios. Pero cuando utilizamos todos estos cinco componentes, tenemos un agarre firme en la Palabra y nadie nos la puede quitar.

  1. Empecemos considerando lo que significa estudiar la Biblia.

Don Whitney lo describe así: «Si la lectura de la Biblia puede compararse a cruzar el ancho de un claro y brillante lago en una lancha, estudiar la Biblia es como cruzar lentamente ese mismo lago en un barco con fondo de cristal». Cruzar el lago en una lancha nos da una visión amplia del lago, y podemos hacernos una idea de su profundidad de sólo estar en el barco. Pero el barco con fondo de cristal del estudiar la Biblia te lleva debajo de la superficie para la claridad y el detalle que de lo contrario sería imposible para aquellos que simplemente pasan rápidamente.

Centrándonos nuevamente en la Biblia, Esdras nos proporciona un buen ejemplo de cómo estudiar.

Esdras 7:10 «Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos».

Esdras había llegado a Jerusalén para enseñar al pueblo las leyes de Dios y conducirlo en la adoración de Dios. Su corazón estaba fijado en estudiar, vivir y enseñar la ley de Dios a la gente. Su pasión era la palabra de Dios. Esdras 7:9 nos dice que «la buena mano de Dios estaba con él». A Dios le agrada cuando su pueblo tiene un corazón dedicado a su palabra.

Pero ¿cómo estudiamos la palabra de Dios?

Estudiar la Biblia nos adentra en las profundidades de la palabra de Dios. Pero, ¿cómo sondeamos esas profundidades? ¿Necesitamos un buen comentario para asegurarnos de que estamos interpretando correctamente la Escritura y que nos ayude a entender los pasajes que son difíciles? ¿Necesitamos una concordancia para que podamos hacer referencias cruzadas y ver de dónde los pasajes del N.T. se extraen de los pasajes del A.T.? ¿Necesitamos un título de seminario o ser un mega-savant para estudiar la Biblia? Todas estas cosas son geniales. Pero no son necesarias para el buen estudio de la palabra de Dios.

Aquí están las únicas dos cosas que necesitas:

 

  • Un corazón entregado a Dios en oración y humildad.
  1. Ora y pídele a Dios que te de entendimiento a través del Espíritu Santo. Este es el papel que desempeña el Espíritu Santo en nuestras vidas. Él ilumina nuestra comprensión de la Biblia.
  2. También, un corazón humilde hace preguntas. No vayas a la Biblia, suponiendo que ya sabes todo lo que hay que saber acerca de Dios. Esto es importante porque a menudo nos quedamos atrapados en la idea de que «he leído esto antes», así que no podemos aprender nada más. Esto es una excusa que sólo nos mantiene lejos de Dios.
  3. Romanos 11:33-36
  4. El hombre que escribió esta parte de la Escritura, Pablo, probablemente conocía a Cristo mejor que cualquier otro hombre viviendo en ese tiempo e incluso se había encontrado con Cristo personalmente en el camino a Damasco. Él conocía a Dios íntimamente y sin embargo, es claro en este pasaje que él estaba constantemente sorprendido y asombrado sobre la persona y la obra de Dios. Si Pablo, que conocía tan bien a Dios, podía hablar así de Dios, no podemos nunca pensar que podemos llegar a estar cansados de la palabra de Dios.
  • Una Biblia.

Si tienes estas cosas, puedes estudiar. Todo lo que necesitas está en el texto. Usar la Biblia para estudiar la Biblia se llama estudio inductivo. Este tipo de estudio te lleva directamente a la palabra de Dios aparte de otra comprensión o interpretación. Implica tres habilidades:

  • Observación
  • Interpretación
  • Aplicación

Observación:

Mientras lees un pasaje de la Escritura con la intención de estudiarlo, entrénate para hacerte varias preguntas. ¿Quién? ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Cómo? Estas preguntas son la base de la observación y nos ayudarán a interpretar el texto mejor.

Éste es esencialmente el método que se utiliza en los estudios de la Biblia de la iglesia el miércoles por la noche. Vamos a probarlo con Romanos 12:1.

Romanos 12:1

«Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional».

¿Quién está diciendo esto? ¿Quién está hablando?

(Respuesta: Pablo)

¿A quién le está él hablando?

(Respuesta: A los hermanos cristianos en Roma – también podemos ver esto en Romanos 1:7)

¿Qué está diciendo? Sólo las palabras, aún no el significado. ¿Está haciendo una pregunta? ¿Dando un mandato? ¿Un estímulo? ¿Un reproche?

(Respuesta: Está alentándolos en forma de mandato a vivir vidas santas– señalándoles lo que leímos en Romanos 11)

(Estoy dejando por fuera cuándo y dónde porque no son esenciales para la comprensión de este versículo y los habríamos cubierto al principio de la carta si la hubiéramos estado estudiando completamente)

¿Por qué les está diciendo que vivan vidas santas?

Porque esto es lo que los cristianos fueron llamados a hacer. Esta era su forma de adoración a Dios; vivir vidas santas y sacrificiales.

¿Cómo hace este llamamiento?

Él hace este llamamiento «por las misericordias de Dios». Pablo sabía que él no podía ordenar cosas espirituales de las personas. Él confió en la autoridad y la gracia de Dios. Pablo quiso dejarle muy claro a su audiencia, — como lo hacía a menudo — que él estaba confiando en el poder de Dios y del Espíritu Santo.

 

Si estás pensando en que no sabes cómo estudiar o que nunca lo has hecho antes, observa que para ese solo versículo sólo nos tomó unos minutos buscar y responder algunas preguntas para ayudarnos a entender mejor el texto. No tienes que ser un científico espacial para estudiar la Biblia. Dios nos dio su palabra y el Espíritu Santo para que pudiéramos conocerlo. Él no trata de confundirnos con su palabra. Él la ha hecho accesible.

Este tipo de observación es el primer paso de estudiar, y nos permite entender lo que dice el versículo. Pero el segundo paso de la interpretación nos ayuda a entender lo que significa el versículo. Básicamente, tomas las respuestas a tus preguntas y las pones juntas para darte una interpretación del versículo o pasaje que estás estudiando. Hay algunas reglas que te ayudarán a interpretar la palabra de Dios. Echa un vistazo en la parte posterior de tu folleto. No tenemos tiempo para profundizar a través de cada punto, pero echa un vistazo a los puntos 1, 2 y 6.

(Los tres puntos siguientes son tomados del folleto de dos páginas de Precept Ministries sobre el estudio inductivo de la Biblia)

Recuerda las reglas del contexto

Considera el versículo a la luz de los versículos circundantes. Cuando estudies, pregúntate: «¿Es mi interpretación de un pasaje de la Escritura coherente con el tema, propósito y estructura del libro en el que se encuentra?» Nunca tomes una escritura fuera de contexto para hacerla decir lo que tú quieres decir. Una buena manera de evitar esto es leer el capítulo entero o el libro completo, antes de concentrarte en un pasaje o versículo.

Busca siempre el consejo completo de Dios

Interpreta la palabra de Dios frente a otras escrituras. Cuando conoces bien la palabra de Dios, no vas a aceptar una enseñanza simplemente porque alguien ha utilizado un par de versículos aislados para apoyar su idea. Conocer la totalidad de las Escrituras es tu protección contra falsas doctrinas. Por eso leemos. Hay momentos en nuestras vidas en los que no necesitamos sentarnos y estudiar cada verso tanto como tomarnos tiempo para simplemente leer para que podamos tener una buena base.

Una buena práctica es leer la Biblia en su totalidad cada año para que estés constantemente confrontado con el alcance completo de la Biblia. Si es demasiado ambicioso para ti en este momento, al menos deberías ampliar tu horizonte e incluir libros menos populares como lamentaciones, Nahúm, Apocalipsis o Abdías. En septiembre de 2003, Mark predicó sobre Abdías. El sermón se titulaba: «¿Dios tiene enemigos?» Aprendí mucho de ese sermón. ¿Sabías que es el único libro en la Biblia donde Dios habla directamente a los no creyentes (los edomitas)? ¿Sabías que se hace referencia a la expiación de Cristo por nuestros pecados en ese libro, que fue escrito más de 500 u 800 años antes de que Jesús fuese llevado y crucificado? Recuerda que «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia». Utiliza toda la Biblia.

Busca el significado único del pasaje

Siempre trata de entender lo que el autor tenía en mente cuando interpretas una porción de la Biblia. No tuerzas su mensaje para apoyar un significado que no está enseñado claramente.

La parte final de estudiar es la aplicación. Conocer lo que un versículo dice y lo que significa debería ayudarnos a moldear nuestras vidas alrededor de su enseñanza. No deberíamos ser personas que ganan una comprensión de Dios y luego no hacen nada. Al contrario, deberíamos esforzarnos por parecernos a aquellas personas descritas en Santiago 1:22. «Pero sed hacedores de la palabra y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos». Si escuchamos o leemos la palabra y no hacemos nada con eso, nos engañamos a nosotros mismos. «Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era». ¿Puedes imaginarte mirándote a ti mismo en el espejo cada día y luego olvidar quien eres una vez que dejas el espejo? De igual forma, no seamos personas que estudian la palabra de Dios y después, en el transcurso del día olvidamos lo que hemos aprendido.

Otra cosa para alentar tus estudios es considerar la importancia de la palabra de Dios. Las palabras de Dios a diferencia de las nuestras, no están manchadas por el pecado. Nosotros a menudo hablamos sin darnos cuenta de la importancia de las palabras, razón por la cual muchos de nosotros somos tan casuales y abandonados cuando se trata del consumo de la Palabra. Dios, al contrario, utilizó las palabras para crear la tierra. Todas las palabras en la Biblia tienen significado y poder. Jesús usó solamente la Palabra para derrotar a Satanás en el desierto. Juan 1 deja claro que Jesús es la manifestación de la Palabra. Jesús sanó los enfermos y levantó a los muertos con palabras que ahora llenan las páginas del Nuevo Testamento. A menudo ignoramos el hecho de que Dios aún nos habla, y que aún él nos permite usar y escudriñar sus palabras. ¡Es un hecho increíble! A través de su Palabra, él nos dice acerca de sí mismo, sus planes, sus expectativas, sus promesas — a través de su palabra nuestras vidas son cambiadas, si consideramos eso con la humildad y el asombro que merece, ¿por qué no dedicamos más tiempo al estudio de su Palabra?

¿Alguna duda sobre estudiar la Palabra?

Junto con el estudio, un medio importante y necesario para obtener y asegurar la palabra de Dios en tu vida es la memorización.

  1. La Memorización

Comprometernos a memorizar la palabra de Dios puede ayudarnos de innumerables maneras. Conocer la palabra de Dios de memoria significa que podemos pensar en él a cualquier lugar que vayamos. Eso significa que todos los beneficios de la Biblia, y finalmente conocer al Dios Todopoderoso, están a la vanguardia de nuestras mentes.

Salmo 119:154 y 156 – Vivifícame con tu palabra

 

La Escritura nos habla acerca de los muchos beneficios de memorizar la palabra de Dios, entre los cuales no es de menor importancia el poder espiritual para luchar contra el pecado.

Un beneficio: La victoria sobre el pecado

 

Salmo 119:9-11

«¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Con todo mi corazón te he buscado;
No me dejes desviarme de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti».

Ahora bien, esto no es una fórmula. Esto no significa que si memorizamos 10 versículos este mes, luego cuando seamos tentados, tenemos la victoria garantizada sobre el pecado. Lo que significa es que al llenar nuestras mentes y corazones con la palabra de Dios podemos ser menos engañados por la tentación pecaminosa, y que sin duda cuando seamos tentados tendremos la palabra del Señor allí como recordatorio de lo que realmente es bueno y justo. Ten en cuenta la correlación de lo que Jesús enseñó:

«Porque de la abundancia del corazón habla la boca. (Mateo 12:34)» y «Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. (Mateo 6:21)».

Otro beneficio de la memorización: La victoria sobre Satanás

Satanás es real y anda como león rugiente, buscando a quién devorar (1 Pedro 5:8). Estamos llamados a ser más como Jesús, así que, qué fue lo que él usó para derrotar al diablo. ¿Una espada? ¿Un arma de fuego?

No, Jesús derroto a Satanás con la Escritura. En Mateo 4:4 Jesús le dijo el diablo, «Escrito está, no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». Satanás no puede oponerse a las verdades de la Escritura.

Consideremos un beneficio más de la memorización: La preparación para testificar y aconsejar

Recordar las Escritura nos puede preparar para conversaciones inesperadas sobre el evangelio. Proverbios 25: 11 dice: «Manzana de oro con figuras de plata Es la palabra dicha como conviene». Cuando estamos listos con la palabra de Dios de nuestros corazones para el momento en que la palabra de Dios debería ser hablada, bendiciones fluyen. La persona que preparó el esquema para este curso tenía una gran anécdota que quería compartir con ustedes. Él dijo:

«Cuando yo era estudiante de segundo año en la universidad, había un chico llamado Wes que era dos años mayor que yo. Él dirigía un estudio bíblico en el que yo estaba y me pareció un joven que estaba siguiendo a Dios. También estaba casado y por tanto, en comparación conmigo vi una diferencia de años luz en términos de madurez. Dos amigos y yo hablamos con él para ver si podía discipularnos. Él aceptó y nos dijo que fuéramos a su apartamento un sábado por la mañana. Cuando llegamos teníamos visiones de Wes sentado y listo para enseñarnos todo acerca de las profundidades de la teología o de cómo hacer un gran estudio inductivo de la Biblia, o tal vez para hablar con nosotros sobre lo que era estar casado y cómo equilibrar lo que pensábamos en el momento con nuestros ocupados horarios. Pero Wes nos dijo muy humildemente que él en verdad nunca había discipulado a alguien antes y, por tanto, no sabía qué hacer. Su mejor idea fue memorizar un libro de la Biblia juntos. Preguntó si estaba bien, y estuvimos de acuerdo, probablemente más porque no queríamos decepcionar a Wes que porque realmente queríamos memorizar un libro de la Biblia. Es decir, ¿en serio? ¿Un libro entero? Por qué no tan sólo un par de versículos como todo el mundo lo hacía. Memorizamos Colosenses juntos y resultó ser uno de los semestres más dulces de estudio bíblico, de meditación y comunión que tuve durante la Universidad. Nos acercó más a Dios y a su palabra. Cuando memorizas algo, no puedes evitar recordarlo cada día. Está literalmente en tu corazón. Está en la punta de tu lengua en casi cada momento al despertar. Eso es lo que pienso que Pablo tenía en mente cuando dijo en Colosenses, «La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros».

¿Qué pasa si no tienes buena memoria?

Memorizar las Escrituras no es tener una buena memoria. Se trata de luchar por tu alma. Recordamos lo que es importante para nosotros. Nuestros números de teléfono. Nuestras contraseñas. El cumpleaños de mamá. Nuestro camino de vuelta a casa. Frases de películas.

Pero, ¿qué pasa si nunca has memorizado las Escrituras?

John Piper nos da algunos consejos prácticos:

  1. Ora – para que el Señor te ayude a desear esto, a entender y a recordar…
  2. Aparta tiempo – al igual que leer y estudiar, no lo harás si no haces hace tiempo.
  3. Repite – Si lo lees diez veces, dilo diez veces.
  4. Repasa – Hazlo al día siguiente y al día siguiente, etc., etc.

Vamos a añadir dos más:

  • Ten un plan
  • Memoriza palabra por palabra.

Finalmente, memorizar la palabra de Dios nos ayudará a meditar en ella. Me temo que la meditación es una disciplina perdida en estos días. Pero los puritanos advirtieron que, «Si continúas descuidando la meditación, vas a enfriar o destruir tu amor por Dios». ¿Qué entendemos por meditación?

III. La Meditación

Si buscas la palabra «meditar» en el diccionario, encontrarás la siguiente definición «involucrarse en el pensamiento o la contemplación; reflexionar», Es una definición útil, especialmente a la luz de la idea común de la meditación de hoy en día. Si buscas en Google «meditar», la mayoría de los sitios hablaran de (i) tratar de relajarte, (ii) meditar para la buena salud, (iii) técnicas de meditación Budista o (iv) el poder curativo de la meditación. Wikipedia define la meditación como «una disciplina mental por la cual se intenta ir más allá de la mente condicionada y ‘pensante’ en un estado más profundo de relajación o conciencia». Esta no es nuestra meta cuando hablamos de meditación bíblica.

Nuestro objetivo en la meditación no es vaciar nuestra mente, sino llenar nuestras mentes con la verdad de Dios. La meditación bíblica se centra en la verdad objetiva de quien es Dios de acuerdo a lo revelado a través de su palabra. En Josué 1:8, Dios ordeno a Josué, «Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien». El Salmo 1, que vimos anteriormente en la clase de hoy, habla de meditar día y noche en la ley del Señor.

El puritano Thomas Watson define la meditación como «Un ejercicio sagrado de la mente por medio del cual traemos las verdades de Dios a la memoria, y las consideramos seriamente y las aplicamos a nosotros mismos».

Edmund Calamy escribió, «La meditación verdadera es cuando un hombre medita tanto en Cristo como para que su corazón se encienda en llamas con el amor de Cristo; así que medita en la verdades de Dios hasta ser transformado por ellas; y así medita en el pecado para que tu corazón pueda odiar el pecado». Que el Señor nos conceda esto mediante la meditación en su palabra para que seamos un pueblo transformado.

Vivimos en un tiempo de tanta distracción y lleno de información que buscar el tiempo para meditar con enfoque en las verdades de Dios es difícil. Somos inundados con un ciclo interminable de noticias que van desde la política, hasta todos los deportes imaginables, a un incendio en nuestra calle, a las guerras y golpes de estado en todo el mundo. De Washington D.C. a Trípoli, a Afganistán, a Damasco. Podemos conseguir todo esto con apenas algunos tecleos del ratón o de un control remoto. Para crecer en piedad, es imperativo disciplinarnos a nosotros mismos. A veces sólo necesitamos apagar la computadora o la televisión, o el iPod, iPhone o iPad — o cualquier otra cosa que Steve Jobs vaya a sacar la próxima semana – para pasar tiempo a solas con Dios y enfocar nuestras mentes y nuestros corazones hacia sus verdades.

La mejor manera de meditar puede ser seleccionando un pasaje, versículo o una idea de tu tiempo devocional con el Señor que más te haya impactado. Una vez que hayas seleccionado un pasaje, hay varias maneras de comprometerte en un nivel más profundo. Puede ayudar el escribir el versículo o pasaje en tus propias palabras. Algunos encuentran que el escribir es la forma más útil para la meditación.

PREGUNTA

 

¿Cuáles son algunas otras formas que has encontrado que ayudan a concentrarnos en la meditación?

  • Orar a través del texto
  1. La meditación puede ser un enlace real a la oración. Pensar y meditar en un versículo puede alimentar nuestra oración.
  2. El Señor puede utilizar la meditación para llevarnos a orar por otros y orar por ellos de una manera bíblica, orando a través de las Escrituras.
  • No te apresures– se paciente y tómate tu tiempo
  • A veces leer menos es más productivo.

El objetivo de la meditación es encontrarnos con Dios, para que podamos conocerlo, conocernos a nosotros mismos y conocer el mundo de Dios según su perspectiva. Es masticar la palabra de Dios en nuestra mente y nuestro corazón. Es masajear estos pensamientos y versículos en nuestras mentes. Con esto en mente, seamos como el salmista en el salmo 77:11-12 cuando dice: «Me acordaré de las obras de JAH; Sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas. Meditaré en todas tus obras, Y hablaré de tus hechos».

Al final, no se puede pensar nada de Dios que sea más de lo que realmente él es. Así que dejemos que las Escrituras nos lleven a un nivel más profundo de Dios. Considera nuevamente lo que puede hacer el Todopoderoso. Reflexiona sobre quién es él. ¿Qué clase de Dios crearía el mundo de la nada? ¿Qué clase de Dios abriría el mar para salvar a su pueblo de la muerte? ¿Qué clase de Dios mataría a su propio hijo para que pudiéramos llegar a él, tener acceso completo a través de Cristo y disfrutarlo para siempre? Ana tenía razón cuando dijo, «No hay santo como Jehová; Porque no hay ninguno fuera de ti, Y no hay refugio como el Dios nuestro. (1 S. 2:2)».

Pasa un tiempo meditando en eso.