Pastoreo

En una Iglesia la Disciplina es Prioridad

Por Jonathan Leeman

Jonathan (@JonathanLeeman) edita la serie de libros 9Marks, así como el 9Marks Journal. También es autor de varios libros sobre la iglesia. Desde su llamado al ministerio, Jonathan ha obtenido un máster en divinidad por el Southern Seminary y un doctorado en eclesiología por la Universidad de Gales. Vive con su esposa y sus cuatro hijas en Cheverly, Maryland, donde es anciano de la Iglesia Bautista de Cheverly.
Artículo
09.10.2018

¿Qué pensarías de un entrenador que instruye a sus jugadores pero nunca los pone a hacer ejercicios? ¿O un profesor de matemáticas que explica la lección pero nunca corrige los errores de sus estudiantes? ¿O un doctor que habla sobre salud pero ignora el cáncer?

Probablemente dirías que todos ellos están haciendo la mitad de su trabajo. El entrenamiento atlético requiere instrucción y ejercicio. La enseñanza requiere explicación y corrección. Ser médico requiere motivar a la salud y luchar contra la enfermedad. ¿Verdad?

Está bien, ¿qué pensarías acerca de una iglesia que enseña y discipula pero no practica la disciplina de iglesia? ¿Eso tiene sentido para ti? Asumo que tiene sentido para muchas iglesias, porque cada iglesia enseña y discipula pero muy pocas practican la disciplina de iglesia. El problema es que hacer discípulos sin disciplina tiene tanto sentido como un doctor que ignora los tumores.

Entiendo la renuencia a practicar la disciplina de iglesia. Es un asunto difícil por cualquier número de razones. Aún así, esta renuencia a practicar la disciplina de iglesia, una renuencia que muchos de nosotros probablemente siente, puede sugerir que creemos que somos más sabios y amorosos que Dios. Dios, después de todo, «disciplina a los que ama», y «castiga a todos los que tiene por hijos» (Hebreos 12:6). ¿Sabemos más que Dios?

Dios disciplina a sus hijos por el bien de su vida, crecimiento y salud: «Dios nos disciplina por nuestro bien, para que seamos partícipes de su santidad» (Hebreos 12:10). Sí, es doloroso, pero vale la pena: «es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados» (Hebreos 12:11). ¡Una cosecha de justicia y paz! Eso es una hermosa ilustración.

En última instancia, la disciplina de iglesia lleva al crecimiento de la iglesia, así como podar un arbusto de rosa lleva a más rosas. Dicho de otra manera, la disciplina de iglesia es un aspecto del discipulado cristiano. Fíjate que las palabras «discípulo» y «disciplina» son primas etimológicas. Ambas palabras son tomadas del reino de la educación, lo cual implica enseñanza y corrección. No es de extrañar que haya siglos de práctica referente a la «disciplina formativa» y «disciplina correctiva».

Mi objetivo en esta primaria es introducir al lector a lo básico de la disciplina correctiva de iglesia ̶ el «qué,» el «cuándo,» el «cómo,» y algunas palabras más sobre el «por qué».

¿QUÉ ES LA DISCIPLINA DE IGLESIA?

¿Qué es la disciplina correctiva de iglesia? La disciplina de iglesia es el proceso de corregir el pecado en la vida de la congregación y sus miembros. Esto puede significar corregir el pecado a través de una palabra privada de amonestación. Y puede significar corregir el pecado a través de la remoción formal de un individuo de la membresía. La disciplina de iglesia puede ser llevada a cabo de diferentes maneras, pero el objetivo es siempre corregir las transgresiones de la ley de Dios en medio del pueblo de Dios.

No Retributiva, pero Correctiva, Profética y Proléptica

Esta corrección de pecado no es una acción retributiva; no es promulgar la justicia de Dios; de por sí. Más bien, es correctiva, profética y proléptica. Por correctiva, quiero decir que pretende ayudar al individuo cristiano y la congregación a crecer en santidad, en semejanza de Dios. Si un miembros de la iglesia es dado al chisme o la calumnia, otro miembro debería corregir el pecado para que el chismoso deje de chismosear y hable en su lugar palabras de amor. Dios no utiliza sus palabras para dañar injustamente; ni tampoco debería hacerlo su pueblo.

Cuando decimos que la disciplina de iglesia es profética, quiero decir que brilla la luz de la verdad de Dios sobre el error y el pecado. Expone el cáncer en la vida de un individuo o del cuerpo, para que el cáncer pueda ser eliminado. El pecado es un maestro del disfraz. Al chisme, por ejemplo, le gusta utilizar la máscara de «preocupación piadosa». El chismoso puede pensar que sus palabras son razonables, aun cuidadosas. Pero la disciplina de iglesia expone el pecado por lo que es. Expone el pecado tanto al pecador como a todo el involucrado en el mismo, para que todos aprendan y sean beneficiados.

Cuando decimos que la disciplina de iglesia es proléptica, quiero decir que es una pequeña ilustración del juicio en el presente que advierte de un mayor juicio que viene (por ejemplo, 1 Corintios 5:5). Dicha advertencia no es nada sino es graciosa. Suponga que un maestro de clase le pone buenas notas a estudiantes que fallaron exámenes durante el semestre por temor a desmotivar al estudiante, sólo para reprobarlos al final del semestre. ¡Eso no sería gracioso! De la misma manera, la disciplina de iglesia es una manera amorosa de decirle a un individuo atrapado en el pecado, «cuidado, una penalidad aún mayor vendrá si continuas en este camino. Por favor, devuélvete ahora».

No es sorpresa que a las personas no les gusta la disciplina. Es difícil. ¡Pero cuán misericordioso es Dios en advertir a su pueblo del gran juicio que viene en comparación con las cosas pequeñas de ahora!

Fundamentos Bíblicos-Teológicos

Detrás de la disciplina de iglesia está uno de los grandes proyectos de la historia redentora ̶ el proyecto de la restauración del pueblo de Dios caído al lugar donde una vez más reflejarán a Dios conforme extienden su reino benevolente y productor de vida a través de la creación (Génesis 1:26-28; 3:1-6).

Adán y Eva fueron a imagen de Dios. Y así también el reino de Israel. Pero el fracaso de Adán y Eva en representar el reino de Dios, provocado por el deseo de reinar en sus propios términos, dio lugar a su exilio del lugar de Dios, el Jardín. El mismo fracaso de Israel en mantener la ley de Dios y reflejar el carácter de Dios a las naciones también dio lugar a un exilio.

Como criaturas hechas a imagen de Dios, nuestras acciones hablan de manera intrínseca sobre él, de la misma manera que los espejos representan el objeto que reflejan. El problema es que la humanidad distorsiona la imagen de Dios, como los espejos ondulados de carnaval. Debido a que la humanidad caída habla mentiras, por ejemplo, el mundo ha concluido que no se puede confiar en las palabras de Dios. Él, también debe ser un mentiroso. Como es la criatura, así debe ser su creador.

Con gratitud, un hijo de Adán, un hijo de Israel, mantuvo la ley de Dios perfectamente, el mismo que Pablo describiría como «la imagen del Dios invisible» (Colosenses 1:15). Ahora, aquellos que están unidos a este único Hijo son llamados a llevar esa misma «imagen» lo cual aprendemos a hacer a través de la vida de iglesia «de un grado de gloria al próximo» (ver 2 Corintios 3:18; Romanos 8:29; 1 Corintios 15:49; Colosenses 3:9-10).

Las iglesias locales deberían ser esos lugares en la tierra donde las naciones puedan ir a encontrar humanos que cada vez más se parecen a Dios verdadera y honestamente. A medida que el mundo contemple la santidad, el amor, y la unidad de las iglesias locales, conocerán mejor como es Dios y lo alabarán (por ejemplo, Mateo 5:14-16; Juan 13:34-35; 1 Pedro 2:12). La disciplina de iglesia, entonces, es la respuesta de la iglesia cuando uno de los suyos falla en representar la santidad, amor o unidad al ser desobediente a Dios. Es un intento por corregir las falsas imágenes conforme surgen en la vida del cuerpo de Cristo, casi como limpiar manchas de sucio en un espejo.

Pruebas Específicas

Jesús cede a las congregaciones locales la autoridad para disciplinar a los suyos en Mateo 16:16-19 y 18:15-20. El poder de las llaves para atar y desatar en la tierra, primeramente mencionado en Mateo 16:18, son entregadas a la congregación local en Mateo 18:1-20, lo cual consideraremos más cuidadosamente más abajo.

Pablo describe el proceso de disciplina de iglesia en varios lugares, incluyendo 1 Corintios 5, 2 Corintios 2:6, Gálatas 6:1, Efesios 5:11, 1 Tesalonicenses 5:14, 2 Tesalonicenses 3:6-15, 1 Timoteo 5:19-20, 2 Timoteo 3:5, y Tito 3:9-11.

Juan se refiere a un tipo de disciplina en 2 Juan 10. Judas parece tenerlo en mente en Judas 22 y 23. Más ejemplos pudieran ser mencionados. Realmente, la disciplina de iglesia es lo que Jesús y los autores bíblicos tienen en mente cada vez que le dicen a sus oidores que corrijan el pecado en sus vidas juntos.

¿CUÁNDO DEBERÍA UNA IGLESIA PRACTICAR LA DISCIPLINA?

¿Cuándo debe una iglesia practicar la disciplina? La respuesta corta es, cuando alguien peca. Pero la respuesta puede diferir dependiendo de si hablamos sobre disciplina de iglesia formal o informal, para usar la distinción de Jay Adams entre confrontaciones privadas y confrontaciones públicas de iglesia.  

Cualquier pecado, sea de naturaleza seria o no seria, puede provocar una reprensión privada entre dos hermanos o hermanas en la fe. Eso no quiere decir que deberíamos reprender cada pecado que comete un compañero miembro de iglesia. Es simplemente decir que cada pecado, sin importar lo pequeño que sea, cae en el reino de lo que dos cristianos pueden amorosamente elevar el uno al otro en un entorno privado, dependiendo de la prudencia.

Cuando nos volvemos a la cuestión de cuáles pecados requieren disciplina correctiva formal o para toda la iglesia, necesitamos ser un poco más cuidadosos.

Listas Bíblicas

Algunos de teólogos más viejos presentaron listas de cuando es apropiado llevar a cabo una disciplina formal. Por ejemplo, el ministro congregacionalista John Angell James dijo que hay cinco clases de ofensas que deberían ser disciplinadas: (1) todos los vicios e inmoralidades escandalosos (por ejemplo, 1 Corintios 5:11-13); (2) la negación de la doctrina cristiana (por ejemplo, Gálatas 1:8; 2 Timoteo 2:17-21; 1 Timoteo 6:35; 2 Juan 10f); (3) la provocación de división (Tito 3:10); (4) el fallo en proveer para algún familiar cercano cuando está en necesidad (por ejemplo, 1 Timoteo 5:8); (6) y la enemistad no reconciliada (por ejemplo, Mateo 18:7).

Estos tipos de listas bíblicas pueden ser de ayuda hasta un punto. Fíjate que cada uno de los pecados descritos es serio y tiene una manifestación externa. No son sólo pecados internos del corazón; pueden ser vistos con los ojos o escuchados con los oídos. Y en esta manifestación externa engañan al mundo y otras ovejas sobre el cristianismo.

Sin embargo, lo que dichas listas fallan en hacer es considerar la vasta multitud de pecados que las Escrituras nunca abordan (¿qué hay con el aborto?). Además, los textos sobre disciplina de iglesia pueden sólo mencionar un pecado en particular, como 1 Corintios 5 que discute el pecado de dormir con la esposa de un padre; pero seguramente la intención de Pablo no sólo era disciplinar ese pecado. ¿Cómo deberían las iglesias extrapolar de dichos ejemplos a otros pecados?

Externo, Serio e Impenitente

Una manera de resumir la información bíblica es decir que esa disciplina formal de iglesia es requerida en casos de pecados externos, serios e impenitente. Un pecado debe tener una manifestación externa. Debe ser algo que pueda ser visto con los ojos o escuchado con los oídos. Las iglesias no deberían sacar la bandera roja de la expulsión rápidamente cada vez que sospechan de codicia u orgullo en el corazón de alguien. No es que los pecados del corazón no sean serios. Es que el Señor sabe que no podemos ver nuestros corazones, y ese problema real del corazón eventualmente saldrá a la superficie de todas maneras (1 Samuel 16:7; Mateo 7:17f; Marcos 7:21).

Segundo, un pecado debe ser serio. Por ejemplo, puedo observar a un hermano exagerar los detalles de una historia y luego confrontarlo de manera privada sobre el asunto. Pero aún si él se niega, probablemente no lo llevaría frente a la iglesia. ¿Por qué no? Primero, algo como el pecado de exagerar historias está fundamentado en pecados más significativos e invisibles como la idolatría y la auto-justicia. Esos son los pecados sobre los que deseo pasar tiempo con él discutiendo. Segundo, perseguir cada pequeño pecado en la vida de iglesia probablemente induce a la paranoia y lleva a la congregación al legalismo. Tercero, se necesita claramente un lugar para el amor que «cubre multitud de pecados» en la vida de una congregación (1 Pedro 4:8). No todo pecado debería ser perseguido hasta el extremo. Afortunadamente, Dios no hace eso con nosotros.

Finalmente, la disciplina formal de iglesia es el curso de acción apropiado cuando el pecado es impenitente. La persona involucrada en pecado serio ha sido confrontada de manera privada con los mandamientos de Dios en la Escritura, pero él o ella se niega a dejar el pecado. Según parece, la persona premia el pecado más que a Jesús. Puede haber un tipo de excepción a esto, lo cual consideraremos más abajo.

Los tres factores estuvieron en juego en mi primera experiencia con la disciplina correctiva de iglesia. La persona en cuestión pasó a ser un buen amigo y compañero de ejercicio. Aunque tanto la iglesia como yo estábamos inconscientes del hecho de que él estaba envuelto en un estilo de vida de pecado sexual, por lo menos hasta que me lo dijo un día mientras almorzábamos. Inmediatamente le pregunté si sabía lo que la Biblia decía acerca de dicha actividad, lo cual sabía. Y aunque dijo que había hecho las paces con Dios, le pedí que se arrepintiera. Otros eventualmente lo hicieron. Pero él dijo lo mismo a todos nosotros: «Dios está bien con ello». Después de varios meses de dichas conversaciones, la iglesia formalmente lo removió de la membresía. Su pecado era serio, impenitente, y tenía una clara manifestación externa. Engañaría a otros tanto dentro como fuera de la iglesia sobre lo que significa ser cristiano. La iglesia pasó varios meses persiguiendo a este hombre. Lo amábamos. Queríamos que él se volviera de su pecado y supiera que Jesús tiene más valor que cualquier cosa del mundo. Aún así, era claro casi inmediatamente que él no tenía ninguna intención de dejarlo. Él estaba determinado. Se le dio a escoger entre su pecado y la Palabra de Dios, y él escogió el pecado. Así que la iglesia actuó formalmente.

¿CÓMO DEBERÍA UNA IGLESIA PRACTICAR LA DISCIPLINA?

¿Cómo debería una iglesia practicar la disciplina de iglesia? Jesús provee el esquema básico en Mateo 18:15-17. Él dice a sus disciplinas,

Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.

Fíjate aquí que la ofensa comienza entre dos hermanos, y la respuesta no debería extenderse más allá de lo necesario para producir reconciliación. Jesús describe el proceso en cuatro pasos.

Cuatro Pasos Básicos

  1.      Si un problema de pecado puede ser resuelto entre las dos personas por ellos mismos, entonces el caso es cerrado.
  2.      Si no puede ser resuelto, entonces el hermano ofendido debería llevar dos o tres personas para que «cada cargo pueda ser establecido por la evidencia de dos o tres testigos» (Mateo 18:16). Jesús toma esta frase de Deuteronomio 19, lo cual en contexto pretende proteger a las personas contra falsas acusaciones. Deuteronomio de hecho llama a una «investigación exhaustiva» cuando haya alguna duda sobre el hecho (Deuteronomio 19:18). Yo entiendo que Jesús, igualmente, espera que los cristianos se preocupen por la verdad y la justicia, lo cual puede requerir la diligencia debida. Los dos o tres testigos tienen que estar dispuestos a confirmar que, en efecto, hay una ofensa seria y externa y, en realidad, el ofensor está impenitente. Esperamos que involucrar a otras personas hará que el ofensor recapacite o ayude al ofendido a ver que él no debería estar tan ofendido. Tanto este paso como el anterior pueden ocurrir a través de varias reuniones, lo que las partes consideren prudente.
  3.      Si la intervención de los dos o tres no admite una solución, la parte ofendía es entonces instruida a decirlo a la iglesia (Mateo 18:17a). En mi propia congregación, esto es hecho normalmente a través de los ancianos ya que el Señor ha dado a la iglesia ancianos para proveer supervisión en todos los asuntos de la iglesia (1 Timoteo 5:17; Hebreos 13:17; 1 Pedro 5:2). Los ancianos anunciarán el nombre de la parte cargada con el pecado de manifestación externa, seria e impenitente. Ellos darán una breve descripción del pecado, una descripción adjudicada para no hacer que otros tropiecen o pongan en vergüenza indebida a cualquier miembro de la familia. Y, usualmente, luego darán a la congregación dos meses para buscar al pecador y llamarlo a arrepentimiento.
  4.      El paso final de la disciplina de iglesia es la exclusión del compañerismo o la membresía de la iglesia, lo cual esencialmente significa exclusión de la Mesa del Señor: «y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano» (Mateo 18:17b). Él debe ser tratado como alguien que está fuera del pueblo del pacto de Dios, alguien que no debería ser parte de la comida del pacto de Cristo (aunque probablemente será motivado a continuar asistiendo a las reuniones de la iglesia; ver discusión más abajo). Nuestra propia congregación tomará este paso una vez que los dos meses hayan expirado y el individuo haya rehusado a dejar el pecado. Dos meses es un número arbitrario, claro; simplemente presenta un tiempo básico para corresponder con nuestro programa regular de reunión de miembros. En cualquier situación dada, la iglesia puede considerar necesario apresurar ese tiempo, o frenarlo.

¿Por qué frenar o apresurar el proceso?

Algunas veces el proceso de disciplina debería moverse bien lento. Este es el caso, por ejemplo, cuando un pecador muestra por lo menos algún interés en luchar contra su pecado. No es sólo la naturaleza del pecado lo que necesita ser considerado, es la naturaleza del pecador mismo. Diferentes pecadores, para ponerlo más claro, requieren diferentes estrategias. Como Pablo instruye, «También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos» (1 Tesalonicenses 5:14). Algunas veces no es evidente de manera inmediata si las personas están activas o son indiferentes a su pecado o si son verdaderamente débiles.

Recuerdo trabajar con un hermano involucrado en un tipo de adicción, y por un tiempo no estaba seguro si él estaba sólo poniendo excusas por sus lapsos morales o si su alma estaba verdaderamente débil y malformada por los años de pecado, haciendo esto más difícil para él detener el pecado. La respuesta a esa clase de preguntas debería afectar lo rápido que el proceso de disciplina se mueva.

Algunas veces el proceso de disciplina necesita acelerarse, lo cual pudiera significar pasar por alto uno o dos de los pasos descritos por Jesús en Mateo 18. Dos garantías bíblicas claras para acelerar el proceso de disciplina son (1) la división en la iglesia y (2) el escándalo público (por ejemplo, un pecado que representa muy mal a Cristo en la comunidad fuera de la iglesia). Con respecto a la primera categoría, Pablo dice, «al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo» (Tito 3:10). No está totalmente claro la clase de proceso que Pablo tiene en mente aquí, pero sus palabras sugieren que la iglesia debería responder rápida y decisivamente a los divisores por el bien del cuerpo.

Un proceso aún más rápido es presentado en 1 Corintios 5, en el cual Pablo llama a la iglesia a remover de manera inmediata un individuo que estaba involucrado en un pecado público escandaloso, es decir, un pecado que aún la comunidad no cristiana desaprueba. De hecho, Pablo ni siquiera le dice a la iglesia que le advierta al hombre en caso que sea llevado a arrepentimiento. Él simplemente les dice que «entreguen ese hombre a satanás» (v. 5a).

¿Por qué saltar la pregunta del arrepentimiento y no dar al hombre una segunda oportunidad? No es que Pablo no esté interesado en el arrepentimiento o las segundas oportunidades, sino que él le dice a la iglesia que remueva al hombre para que «el espíritu del hombre pueda ser salvo en el día del Señor» (v. 5b). Seguramente, Pablo está abierto a que el hombre eventualmente se reincorpore a la iglesia si él realmente se arrepiente (ver 2 Corintios 2:5-8). Pero el punto es que su pecado es públicamente conocido y hace una declaración pública sobre Cristo. Por lo tanto, la iglesia debería responder con una declaración igualmente pública ante el mundo: «¡Inaceptable! Los cristianos no hacen esto!».

Habiendo dicho esto, vale la pena observar en 1 Corintios 5 que no había ninguna pregunta sobre si el hombre estaba involucrado o no en pecado. Era un hecho sin respuesta. Sin embargo, si hay una pregunta sobre si ha ocurrido o no un pecado, aún si es un pecado escandaloso, la iglesia debería tomar una pausa lo suficientemente larga como para hacer una investigación, tal y como Jesús lo requiere en Mateo 18. Por ejemplo, una iglesia no quiere disciplinar a alguien por una malversación —un pecado públicamente escandaloso—basada en rumores, sólo para que los tribunales seculares descarten el caso tres meses después debido a la insuficiencia de pruebas.

¿Cuáles entonces son las dos consideraciones que pudieran hacer que la iglesia acelere el proceso de disciplina? Una iglesia puede considerar sabio moverse más rápidamente cuando (1) hay una amenaza inmediata a la unidad del cuerpo de la iglesia o (2) hay un pecado que pudiera hacer un gran daño al nombre de Cristo en la comunidad. No existe una fórmula exacta para establecer cuando una de estas líneas es cruzada, y una iglesia hace bien en nombrar varios ancianos piadosos para que supervisen estos asuntos difíciles.

Asistencia y Restauración

Los miembros de la iglesia frecuentemente se preguntan si una persona que ha sido excluida de la membresía y la mesa del Señor puede seguir asistiendo a las reuniones semanales de la iglesia, ya que deberían interactuar con él o ella durante la semana. El Nuevo Testamento aborda este asunto en varios lugares (1 Corintios 5:9, 11; 2 Tesalonicenses 3:6, 14-15; 2 Timoteo 3:5; Tito 3:10; 2 Juan 10), y diferentes circunstancias pudieran bien requerir diferentes respuestas. Pero la instrucción dada por los ancianos en mi propia iglesia generalmente cae bajo dos puntos:

  • Excepto por situaciones en las que la presencia de la parte impenitente sea una amenaza física para la congregación, una iglesia debería recibir la asistencia de la persona en la reunión semanal. No hay mejor lugar para la persona estar que sentado bajo la predicación de la Palabra de Dios.
  • Aunque los miembros de la familia de un individuo disciplinado deberían ciertamente continuar cumpliendo con las obligaciones bíblicas de la vida de familia (por ejemplo, Efesios 6:1-3; 1 Timoteo 5:8; 1 Pedro 3:1-2), el tenor de las relaciones de los miembros de la iglesia con el individuo disciplinado debería cambiar marcadamente. Las interacciones no deberían estar caracterizadas por la informalidad o amistad sino por conversaciones deliberadas sobre el arrepentimiento.

La restauración al compañerismo de la iglesia ocurre cuando hay señales de verdadero arrepentimiento. La manera en que es visto el verdadero arrepentimiento depende de la naturaleza del pecado. Algunas veces el arrepentimiento es un asunto de blanco y  negro, como sucede cuando un hombre ha abandonado a su esposa. Para él, el arrepentimiento significa volver a ella, simple y llanamente. A pesar de que algunas veces el arrepentimiento no significa conquistar un pecado completamente sino demostrar una nueva diligencia en hacerle la guerra al pecado, como sucede con una persona atrapada en un ciclo de adicción.

Claramente, la cuestión del verdadero arrepentimiento es algo difícil que requiere mucha sabiduría. La precaución debe ser balanceada con la compasión. Puede que sea necesario que pase algún tiempo para que el arrepentimiento sea demostrado por sus frutos, pero no mucho tiempo (ver 2 Corintios 2:5-8). Una vez una iglesia decide restaurar a un individuo arrepentido a su compañerismo y la mesa del Señor, no debería hablarse de un período de prueba o una ciudadanía de segunda clase. Más bien, la iglesia debería pronunciar públicamente su perdón (Juan 20:23), afirmar su amor por el individuo arrepentido (2 Corintios 2:8), y celebrar (Lucas 15:24).

¿POR QUÉ DEBERÍA UNA IGLESIA PRACTICAR LA DISCIPLINA?

Conforme una iglesia se mueve hacia la práctica de la disciplina de iglesia, frecuentemente se encontrará enfrentando situaciones de la vida real que son complejas y no tienen ningún «caso de estudio» exacto en las Escrituras para ayudar examinarlo a través de diferentes circunstancias. No siempre estará claro si la disciplina formal de iglesia es requerida, o cuánto debería tomar el proceso, o si la parte culpable está verdaderamente arrepentida, y así sucesivamente.

Mientras la congregación y sus líderes trabajan en estos asuntos complejos, deben recordar que la iglesia está llamada, sobre todas las cosas, a guardar el nombre y la gloria de Cristo. Fundamentalmente, la disciplina de iglesia se trata de la reputación de Cristo y la iglesia puede o no continuar afirmando la profesión verbal de alguien cuya vida caracteriza de manera a Cristo de manera equivocada. Los pecados y circunstancias de pecado variarán tremendamente, pero está única pregunta siempre necesita estar en el primer lugar en los pensamientos de nuestras iglesias: «¿De qué manera el pecado de este pecador y nuestra respuesta a ello refleja el amor santo de Cristo?».

Después de todo, cuidar la reputación de Cristo es preocuparse por el bien de los no cristianos. Cuando las iglesias fracasan en practicar la disciplina de iglesia, comienzan a parecerse al mundo. Son como la sal que ha perdido su sabor, la cual sólo es bueno para ser pisoteada (Mateo 5:13). No son un testimonio en lo absoluto, para un mundo perdido en la oscuridad.

También, cuidar la reputación de Cristo es preocuparse por los demás miembros de la iglesia. Los cristianos deberían querer parecerse a Jesús, y la disciplina de iglesia ayuda a mantener esta imagen de santidad clara. Los miembros son recordados a cuidar más sus propias vidas siempre que ocurre un acto formal de disciplina. El congregacionalista James lo resume bien: «las ventajas de la disciplina son obvias. Reclama a los reincidentes, detecta a los hipócritas, circula un temor saludable en la iglesia, añade un incentivo adicional a estar alertas y a la oración, demuestra el hecho y las consecuencias de la fragilidad humana, y además testifica públicamente contra la injusticia».

Finalmente, cuidar la reputación de Cristo es preocuparse por el individuo atrapado en el pecado. En 1 Corintios 5, Pablo sabía que el curso de acción más amoroso era excluir un hombre de la congregación «para que su espíritu pueda ser salvo en el día del Señor» (1 Corintios 5:5).

¿Por qué una iglesia debería practicar la disciplina? Por el bien del individuo, el bien de los no cristianos, el bien de la iglesia, y la gloria de Cristo. Mantener estos objetivos básicos en mente ayudará a las iglesias y los ancianos a moverse de un caso difícil a otro, sabiendo que la sabiduría y el amor de Dios prevalecerán aún cuando a nosotros nos falte.


Traducido por Samantha Paz de Mañon


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