Clases esenciales: Dirección

Dirección – Clase 3: La voluntad de Dios

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
13.02.2018

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Clase esencial
Dirección
Clase 3: La voluntad de Dios


Introducción

Hombre, 91 años, Muere Esperando la Voluntad de Dios

Tupelo, Misisipi.—Walter Houston, descrito por familiares como un cristiano devoto, murió el lunes después de esperar setenta años una dirección clara de Dios sobre qué hacer con su vida.

«Él merodeaba por la casa y oraba mucho, pero nunca recibió esa confirmación», dice Ruby, su esposa. «Algunas veces él pensaba que escuchaba la voz de Dios, pero luego no estaba seguro, y comenzaba de nuevo el proceso».

Houston, dice ella, realmente nunca averiguó de qué trataba su vida, pero se contentaba en orar continuamente sobre lo que podría hacer para el Señor. Cuando estaba a punto de actuar, se detendría, «porque no quería decepcionar a Dios o ir en su contra de ninguna manera», dice Ruby. «Él era muy sensible a permanecer siempre en la voluntad de Dios. Eso era lo más importante para él».

Esa es una historia falsa de noticias cristianas como aparece en el libro de Kevin DeYoung, Just Do Something. Ridículo, lo sé—pero probablemente un poco más cerca de cómo realmente nos involucramos en la toma de decisiones de lo que nos gustaría admitir.

«Él era muy sensible a permanecer siempre en la voluntad de Dios».

¿Qué significa eso exactamente? ¿Cómo sabes cuál es la voluntad de Dios? ¿Cómo sabes si estás en ella? ¿Qué sucede si quedas fuera de ella?

Estamos en nuestra tercera semana del seminario básico Dirección, y este es nuestro tema de hoy. ¿Qué es exactamente «la voluntad de Dios», y qué importancia tiene en la manera en que tomamos decisiones?

Recordarás que nuestro primer paso para tomar decisiones es consagrar esas decisiones al Señor. Para entender el gran contexto para esa decisión que él define. Comenzamos a desarrollar eso la semana pasada con la doctrina de la providencia de Dios, el día hoy abordaremos el tema de Su voluntad.

Iniciaremos respondiendo una pregunta sorprendentemente espinosa, «¿qué es la voluntad de Dios?». Y luego aplicaremos eso a las decisiones que estamos llamados a tomar en la vida.

I. ¿Qué es la voluntad de Dios? 

Bien, antes de que podamos tratar de responder esa pregunta para cualquier situación en particular, necesitamos empezar definiendo cuidadosamente nuestros términos. Tal como sucede, cuando vamos a la Escritura vemos que la voluntad de Dios se usa en una variedad de contextos y no siempre tiene el mismo significado. Tradicionalmente, los cristianos se han referido a la voluntad de Dios de dos formas.

A. La voluntad decretiva de Dios

También es llamada «la voluntad de la providencia de Dios», y es en gran parte lo que vimos la semana pasada. Dios siempre hace las cosas a su manera, y eso es maravilloso. ¿Cómo sé que es la voluntad de Dios que esté casado con ______? Porque estamos casados. ¿Cómo sé que es la voluntad de Dios que asista a mi iglesia esta mañana? Porque estoy aquí. Tan simple como eso. Todo lo que sucede, sucede de acuerdo a la voluntad decretiva de Dios, y todo lo que Dios ha decretado, sin duda alguna, se cumplirá.

B. La voluntad preceptiva de Dios

Esta también recibe el nombre de «la voluntad del deseo de Dios». En Deuteronomio 29:29, Moisés describe esto junto a la voluntad decretiva de Dios. «Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley». No conocemos la voluntad decretiva de Dios—todo lo que va a suceder. Pero si conocemos sus ordenanzas—y es absolutamente la voluntad de Dios que los obedezcamos.

Así, leemos en 1 Tesalonicenses 4:3 que Pablo dice, «pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación». Podemos que ver que la voluntad de Dios aquí es que seamos santificados.

Entonces, cuando haces la pregunta, «¿qué es la voluntad de Dios?», necesitas estar claro en lo que quieres decir. Si lo que quieres decir es, «¿qué es la voluntad decretiva de Dios?», entonces, esencialmente lo que estás diciendo es, «¿qué es el futuro?». Y eso no es algo que Dios considere bueno que nosotros sepamos, al menos no normalmente. De hecho, en Santiago 4, Dios nos reprende por presumir conocer ese futuro. Ese es su trabajo, no el nuestro. De nuevo, si lo que intentas decir es «¿qué es la voluntad preceptiva de Dios?», entonces, la respuesta es muy clara: mira la Biblia. Como Pablo escribe en 2 Timoteo 3:17, la Escritura provee lo que necesitamos «a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra». La Biblia nos da todo el designio de la voluntad de Dios.

Pero por supuesto, en tu corazón estás pensando, «¡AARRRGGHH! No estoy haciendo una pregunta teológica; solamente quiero saber si es la voluntad de Dios que me case con Tommy o no».

Así es como un autor[1] aborda esa pregunta:

Si preguntamos, «¿cómo podemos conocer la voluntad de Dios?», tal vez estamos haciendo la pregunta equivocada. La Escritura no nos ordena que encontremos la voluntad de Dios en la mayoría de las elecciones de la vida, ni tenemos un pasaje que nos indique cómo ésta puede ser determinada… Sin embargo, insistimos en buscar la voluntad de Dios porque las decisiones requieren de razonamiento y energía. Buscamos alivio de la responsabilidad de tomar una decisión, y nos sentimos menos amenazados siendo pasivos en lugar de activos cuando tomamos decisiones importantes.

De acuerdo, eso es algo duro, lo admito. Puede que no siempre hagamos la pregunta, «¿cómo puedo conocer la voluntad de Dios?» simplemente porque somos pasivos y perezosos (aunque, ¿quizá algunas veces?) Pero él da en el clavo: necesitamos hacer las preguntas que la Escritura nos lleve a hacer. Y, «¿es la voluntad de Dios que te cases con Tommy?», probablemente no es la mejor pregunta.

II. Qué no es la voluntad de Dios

Antes de seguir avanzando, permíteme aclarar ese último punto un poco más al describir qué no es la voluntad de Dios. Hemos visto lo que es, pero observemos un error común sobre la voluntad de Dios.

Esta es la descripción de Gerald Sittser de una forma típica de observar la voluntad de Dios:

La comprensión convencional de la voluntad de Dios la define como un camino específico que deberíamos seguir en el futuro. Dios sabe cuál es este camino, y lo ha expuesto para que lo sigamos. Es nuestra responsabilidad descubrir este camino: el plan de Dios para nuestras vidas… Si tomamos la decisión correcta, recibiremos su favor, cumpliremos nuestro destino divino y tendremos éxito en la vida… Si escogemos equivocadamente, podemos perder nuestro rumbo, perder la voluntad de Dios para nuestras vidas, y permanecer perdidos en un laberinto incomprensible[2].

En resumen, la voluntad de Dios no es:

  • Un libro de aventuras de elección propia. Si encuentras el camino correcto vas a la gloria, y si volteas la página equivocada, mueres de forma horrible en un volcán. Dios no se verá obstaculizado en su voluntad de hacerte bien (Romanos 8:28) en todas las cosas.
  • Un cuento de hadas de confort y felicidad. Como veremos en unos minutos, a Dios le preocupa más nuestra felicidad eterna que nuestra felicidad temporal. El hecho de que algo malo suceda, no significa que de alguna manera perdiste la voluntad de Dios. Significa que Dios tiene algo bueno en mente para ti que vale el costo que estás experimentando.
  • Un objetivo que de alguna manera puedes perder. Puedes desobedecer la voluntad preceptiva de Dios. Pero no puedes escapar de su voluntad decretiva. Por tanto, el hecho de que desobedezcas a Dios en una ocasión no significa que estás confinado a una vida que es sólo la segunda mejor de Dios. Sí, hay consecuencias para el pecado y la necedad, pero incluso ellas sólo operan dentro de la gran voluntad y el plan soberano y eterno de Dios.

Así que, ¿quiere Dios que te cases con Tommy? Supongo que el único modo de averiguarlo es intentándolo. Si tienes éxito en decir, «Acepto», entonces supongo que la respuesta es sí. «¿Debería casarme con Tommy?» es una pregunta sobre la voluntad decretiva de Dios, no sobre su voluntad preceptiva, ya que la Escritura en ninguna parte te da la respuesta a esa pregunta (aparte de un «NO» si Tommy no es cristiano). Y salvo en situaciones inusuales, Dios no dice su voluntad decretiva. Entonces tal vez esa no sea la mejor pregunta para hacer. Una pregunta mucho mejor es, «¿Es sabio casarme con Tommy?». En otras palabras, ¿parece que el matrimonio con Tommy es la mejor manera que yo puedo ver de «buscar primeramente el reino de Dios y su justicia». Si es así, ¡adelante! Dios te detendrá si no es su voluntad.

Ahora bien, no me malinterpretes. La Escritura sí presenta principios de cómo podemos tomar decisiones seguras, y cubriremos eso en las siguientes semanas. Sin embargo, lo que quiero enfatizar aquí es que  no hay un circulo decodificador secreto, una voluntad de Dios secreta y tú eres el responsable de encontrarla. El modo normal que Dios usa para guiar nuestras decisiones es la sabiduría que nos ha dado. Y una gran oración para todos nosotros es que, por su gracia, tomemos decisiones que resulten ser más sabias de lo que somos.

Así es como un autor habla sobre esto:

Nunca olvidaré a mi afligido compañero de cuarto hablando conmigo después de que se arriesgó, y le dijo a una agradable jovencita que gustaba de ella… Resultó ser que ella no estaba interesada… Pero en vez de simplemente decir, «No estoy interesada» o «No me gustas»… Trató de actuar toda espiritual con él. «He estado orando mucho por ti», objetó, «y el Espíritu Santo me dijo que no». «¿No?», respondió mi compañero confundido. «No… nunca», respondió ella.

Pobre chico, fue rechazado, no solo por esta dulce chica, sino por el Espíritu Santo. La tercera persona de la Trinidad hizo una pausa de guiar a las personas a Jesús, para decirle a esta chica que no saliera con mi compañero. No sabía que eso era parte del perfil de trabajo del Espíritu Santo.

Esta es la clase de jerga para esquivar la responsabilidad que queremos evitar. Si no estás interesado en salir, cortejar, casarte o lo que sea, solamente di, «No, gracias» o «No ahora», pero por favor, no conviertas a Dios en el chico malo de tus desastres relacionales.

III. La voluntad de Dios para su pueblo

Muy bien, con todo eso en nuestro haber, es tiempo de mirar qué es la voluntad de Dios para nosotros.

A. Su voluntad es que obedezcamos 

Juan 14:21, «El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él». Obviamente, esta es la voluntad preceptiva, no su voluntad decretiva, ya que dentro de su soberana providencia, a veces escogemos no obedecerle. Pero es seguro decir que para todos nosotros, la voluntad de Dios es que le obedezcamos.

Ahora bien, ¿qué implicaciones tiene esto en nuestras decisiones? Dos cosas:

  • Obviamente, podemos estar completamente seguros de que Dios nunca nos guiará a tomar una decisión que implique desobedecer su palabra. Sé que esto parece obvio, pero pasa suficiente tiempo con algunos cristianos, y verás a la gente confundirse por esto. «Sé que ella no es cristiana, pero sencillamente siento que Dios me está llamando a casarme con ella. ¡Tal vez así es como él quiere que ella se convierta en cristiana!». «Tengo esta profunda sensación de que debo aceptar este trabajo al frente de una clínica de abortos». Dios jamás te llevará a contradecir su palabra.
  • En segundo lugar, es importante ver cómo la obediencia en las cosas claras nos hace crecer en sabiduría para comprender cómo seguir a Dios también en las áreas oscuras. Escucha a Job 28:28, «He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia. O Romanos 12:2, «No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta». Observa aquella conexión entre obediencia y sabiduría. A medida que seamos transformados en lugar de ser conformados, seremos capaces de discernir mejor la voluntad de Dios. Con mucha frecuencia, no es fácil saber cuál es el camino a la obediencia. ¿Cómo puedo hablar con mi compañero de trabajo sobre su próximo matrimonio con otro hombre? ¿Cómo puedo cuidar de mis envejecidos padres mientras también cumplo con mis responsabilidades del pacto para con esta iglesia? ¿Qué necesitamos para discernir cómo es la obediencia? Necesitamos sabiduría. ¿Cómo la obtenemos? Obedeciendo. Obedece a Dios en los lugares que puedes ver con claridad, y él te dará sabiduría para discernir la obediencia en lugares que ahora mismo están oscuros. Por el contrario, si rechazas la obediencia en lugares que puedes ver, entonces no debería sorprenderte demasiado que la voluntad de Dios parezca tan borrosa e incierta.

B. Su voluntad es que seamos santos 

1 Tesalonicenses 4:3-4, «pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor».

¿Está Pablo dándonos un ejemplo de la voluntad decretiva de Dios o de su voluntad preceptiva?

[Respuesta: ambas. Dios ordena que seamos santificados, lo que se superpone con su voluntad de que obedezcamos. Pero también decreta que si realmente estamos en Cristo, seremos santificados. Ve Filipenses 2:12-13, «Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad» [voluntad decretiva].

Si realmente eres cristiano, serás hecho santo. Esa obra no termina en esta vida, pero absolutamente progresará en esta vida. Si no ves fruto de santidad en tu vida, tienes todo el deber de preguntarte si realmente estás en la fe (2 Co. 13:5).

Ahora, ¿por qué Dios revelaría su voluntad acerca de algo relativamente trivial como ser santo sin revelar su voluntad sobre cosas realmente importantes como con quién deberías casarte, dónde deberías retirarte, o qué trabajo deberías procurar?

Tal vez porque hemos hecho un pobre trabajo en evaluar qué decisiones importan realmente. Volviendo nuevamente a Kevin DeYoung, así es como él lo explica:

Los temas más importantes para Dios son la pureza moral, la lealtad teológica, la compasión, el gozo, nuestro testimonio, fidelidad, hospitalidad, amor, adoración y fe. Estas son sus grandes preocupaciones. El problema es que tendemos a enfocar más nuestra atención en cualquier otra cosa. Nos obsesionamos con las cosas que Dios no ha mencionado, y quizá nunca mencione, mientras que, por el contrario, pasamos poco tiempo en las cosas que Dios ya nos ha revelado en la Biblia[3]

Recuerda: Dios es más glorificado cuando nuestro trabajo demuestra su trabajo. Lo que haces en tu trabajo puede no ser tan importante en su evaluación a la forma en que lo haces. Con quien te cases puede no ser tan importante a la forma en que vives ese matrimonio. Si te retiras puede no ser tan importante a cómo administras tu jubilación. Si alineamos nuestra energía mental a la voluntad revelada de Dios, podríamos encontrarnos preocupados por cosas radicalmente diferentes.

Ahora bien, conecta ese pensamiento con Romanos 8:28 y nuestros ojos realmente se abren a lo que es importante en esta vida.

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.

Dios trabaja para el bien de los que le aman en todas las cosas. No obstante, tengo que ser honesto. Ha habido ocasiones en mi propia vida donde me encuentro enfrentando algún tipo de prueba, y de ninguna forma puedo comprender cómo esa prueba está siendo usada para mi bien. El problema es que mi concepción de «bien» no coincide con la concepción de Dios. Para mí, «bien» significa comodidad, paz y placer. Pero si miramos más de cerca este pasaje, vemos a lo que Pablo se refiere cuando dice que Dios hace que todas las cosas ayuden a bien a los que le aman, encontramos que para Dios, «nuestro bien» es ser conformado a la semejanza de Jesús. ¡Ese es un paradigma que cambia nuestro entendimiento de lo que es «bueno»! Jesús, después de todo, fue un hombre de dolores, y por eso, nuestro llegar a ser como él, significa que nos familiaricemos con el dolor y sufrimiento, pero permaneciendo obedientes hasta el final.

Muy a menudo, cuando hablamos sobre no querer perder la voluntad de Dios para nuestras vidas, tenemos en mente una vida libre de dolor e incomodidad, una vida en la que si tomamos la decisión correcta todo el tiempo, entonces estaremos en la voluntad de Dios, y nuestras vidas continuarán sin problemas. Pero, no solo eso es una mentira, sino que pierde por completo lo verdaderamente bueno que Dios tiene para nosotros.

Cuando enfrentamos pruebas de todo tipo, no debemos temer que estamos siendo castigados por perder la voluntad de Dios para nuestras vidas por algún error nuestro. No, si Dios es soberano, y sus propósitos no pueden ser frustrados, entonces él puede usar incluso nuestras malas decisiones para cumplir sus propósitos de hacernos como Cristo. Recuerda, ¿cuál es la voluntad de Dios para ti? 1 Ts. 4:3, que seas santificado. Que seas santo.

C. Su voluntad es que Cristo sea exaltado 

Leamos Efesios 1:5-10.

«En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo,  de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra».

Vemos que la voluntad de Dios aparece primero en este pasaje como nuestra adopción como hijos e hijas, y finalmente, en la gran obra de Dios de unir todas las cosas en Cristo, tanto en los cielos como en la tierra.

¿Qué es la voluntad de Dios? Que Cristo sea exaltado. «Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre». (Filipenses 2:9-11).

¿Qué implicaciones tiene esto en tus decisiones? Es decir, ¡que estemos alineados con la voluntad de Dios! De esto va Dios. Él hará para sí un nombre, para su hijo. Y a medida que pensemos al tomar decisiones como cristianos, también queremos alinear cada decisión que tomemos con los grandes e indetenibles propósitos de Dios de unir todas las cosas, en los cielos como en la tierra, bajo un nombre: Jesucristo.

IV. Cómo hacer la voluntad de Dios

Entonces, algunos de ustedes, si son como yo, podrían estar pensando, «Sabes, toda esta doctrina y todo esto es bueno, y me alegra haberlo aprendido, pero ¿qué se supone que debo hacer con ello? Quiero decir, puesto que Dios está obrando y sus planes no pueden ser frustrados, ¿debería simplemente sentarme y dejar que él haga todo el trabajo?». Bien… no exactamente. Aunque no hay una voluntad de Dios secreta y específica para tu vida que necesites encontrar, hay una forma de que realmente hagas la voluntad de Dios. Así que, si me estás siguiendo con tu folleto, estamos en la última sección: ‘Cómo hacer la voluntad de Dios’… y para aprender a cómo hacer la voluntad de Dios, daremos un vistazo a un pasaje importante para ver qué tiene que decir acerca de la voluntad de Dios.

«Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?».[4]

No podemos ignorar lo que Jesús dice aquí sobre el afán y la ansiedad, mira de nuevo el pasaje, observa cómo en el versículo 30 él atribuye el afán y la ansiedad a la falta de fe. «Hombres de poca fe». Para Jesús, la preocupación es un asunto espiritual que debe ser peleado con fe. Necesitamos luchar para creer que independientemente de los problemas que lleguen a nuestras vidas, Dios nos da la gracia y la misericordia para hacerles frente. Este es el mismo Dios que abrió el mar, que hizo descender maná del cielo, que hizo que saliera agua de una roca, y que envió a su Hijo al mundo para morir por nuestros pecados. Él no fallará en tu tiempo de necesidad. Él te dará todo lo que necesitas para vivir. El plan de Dios no es mostrarnos el futuro, sino hacer que vayamos a él cada día, demostrando nuestra necesidad de él y nuestra dependencia en él.

Entonces, ¿cómo podemos hacer la voluntad de Dios? Le confiamos el futuro a él. Y por fe, usamos la sabiduría que nos ha dado para tomar las mejores decisiones que podamos. Pero, ¿qué nos guía mientras tomamos esas decisiones? Mira el versículo 33.

¿Qué dice? «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas…».

Conocer la voluntad de Dos no tiene nada que ver con tratar de escuchar la voz de Dios, o interpretar señales, sueños o sentimientos subjetivos. Consiste en amar a Dios, atesorar sus mandamientos, y procurar la santidad con cada onza de energía que tengas. No encontramos la voluntad de Dios preguntando, «¿Cuál es la voluntad de Dios para mi vida?» o «¿Cómo puedo conocer el plan de Dios para mi vida?». Al contrario, encontramos la voluntad de Dios al preguntar, «¿Estoy buscando primeramente el reino de Dios y su justicia?». Esa es la voluntad de Dios para tu vida.

V. Conclusión

Al culminar quiero leer una cita del libro de Kevin DeYoung sobre dirección que, pienso resume muy bien lo que hemos estado hablando el día de hoy. Él dice,

Dicho de manera sencilla, la voluntad de Dios es tu crecimiento en semejanza a Cristo. Dios promete que todas las cosas trabajan para nuestro bien para que seamos conformados a la imagen de su Hijo. Y el grado en que esto suena como una promesa poco convincente es el grado en que preferimos a las piedras y escorpiones de este mundo antes que al verdadero pan del cielo. Dios nunca nos garantiza salud, éxito o paz. No obstante, nos promete algo mejor: Promete hacernos amorosos, puros y humildes como Cristo. En resumen, la voluntad de Dios es que tú y yo seamos felices y santos en Jesús… Las únicas cadenas que Dios quiere que llevemos son las cadenas de la justicia—no las cadenas del subjetivismo desalentador, ni los grilletes de una vida libre de riesgos o de una toma de decisiones basada en el horóscopo—solo las cadenas propias de un siervo de Jesucristo. Muere al yo. Vive para Cristo. Y luego haz lo que quieras, y ve a donde quieras ir, para la gloria de Dios.

 

[1] Haddon Robinson, citado en Just Do Something, página 49.

[2] Gerald Sittser, The Will of God as a Way of Life: Finding and Following the Will of God (Grand Rapids: Zondervan, 2000), 17.

[3]Just Do Something páginas 42-43.

[4] Mateo 6:25-26