Liderazgo

Cómo una Visión Católico Romana de la autoridad de la iglesia se compara con una Visión Protestante

Por Gregg R. Allison

Gregg R. Allison es profesor de teología cristiana en el Seminario Teológico Bautista del Sur.
Artículo
13.05.2019

Escuché por casualidad durante una conversación entre un católico devoto y un protestante: «¡por lo menos nosotros los católicos sabemos quién está a cargo de nuestra iglesia! Y nuestra iglesia tiene mucha autoridad. Ustedes los protestantes son como tribus sin jefe, como barcos sin timón. ‘¡La Biblia, y sólo la Biblia!’ es su clamor, pero miren hacia donde los ha llevado: anglicanos, presbiterianos, metodistas, luteranos, bautistas. ¿Quieres que continúe? ¡No tener autoridad lleva al caos en que están!».

Esta conversación es típica cuando llega el tema de la autoridad de la iglesia, y destaca una de las grandes diferencias entre el catolicismo romano y el protestantismo: sus respectivas visiones de autoridad. En lo siguiente, daré una idea general de ambas visiones de autoridad, y luego evaluaré la posición católica y sugeriré la aplicación de la posición protestante.

LA AUTORIDAD CATÓLICO ROMANA

La visión católico romana de la autoridad de la iglesia puede ser vista como una herramienta de tres patas: Escritura, Tradición y el Magisterio. Una pata es la Escritura, la Palabra de Dios inspirada de manera escrita. (Recuerda que el Antiguo Testamento Católico, que tiene los libros apócrifos, es diferente al de los protestantes). Otra pata de la herramienta, la tradición, consiste en las enseñanzas que Jesús comunicó verbalmente a sus apóstoles, quienes también comunicaron oralmente esas enseñanzas a sus sucesores, los obispos. Esta tradición es mantenida en la iglesia católica y hay veces que es proclamada como una doctrina oficial (por ejemplo, la inmaculada concepción de María [1854], y la asunción corporal de María [1950]).

La Escritura y la tradición «están muy unidas y se comunican una a la otra. Para ambas, fluyen de la misma fuente, están juntas en alguna manera y se dirigen hacia el mismo objetivo» (el catecismo de la iglesia católica, 80). Además, la Escritura y tradición juntas dan lugar a una revelación divina autoritaria para la iglesia católica.

Esta revelación divina debe ser interpretada, y «la tarea de dar una interpretación auténtica de la Palabra de Dios, ya sea de manera escrita o en forma de tradición, sólo ha sido confiada al magisterio vivo de enseñanza de la iglesia (CCC 85). La tercera pata de la herramienta es este oficio, el magisterio, que consiste en el papa y los obispos conjuntamente. Su papel es proveer la interpretación autoritaria de la Escritura, proclamar la tradición e interpretarla de manera autoritaria, y ejercer autoridad como líderes sobre toda la iglesia y como el sacerdocio que administra la gracia a través de sus siete sacramentos. En la cabeza de la iglesia está el Papa, quien es el vicario (representante) de Cristo en la tierra y el sucesor del apóstol Pedro; según la tradición católico romana, el Papa permanece en una sucesión apostólica (una línea inquebrantable de líderes autoritarios) con Pedro y todos los papas siguiéndole.

En resumen, la estructura de autoridad de la iglesia católico romana es como una herramienta de tres patas, con la Escritura, la tradición y el magisterio. Cada una de ellas, y juntas, son necesarias y trabajan juntas sin inconvenientes como la autoridad de la iglesia.

LA AUTORIDAD PROTESTANTE

La visión protestante de la autoridad de la iglesia está enfocada en la revelación divina, la cual es la Escritura. El principio formal protestante de Sola Scriptura—solamente la Escritura—significa que la Escritura es la máxima autoridad en la iglesia, lo que contradice la posición católica de la Escritura más la tradición.

Este principio de solamente la Escritura no significa que los protestantes ignoran cualquier otro aporte. La sabiduría de las formas pasadas, una pequeña tradición, como es expresado en los credos de la iglesia primitiva, las confesiones de fe protestantes históricas, y las afirmaciones evangélicas. Estas guías le dan a los protestantes mucho consejo y conocimiento. Pero es necesario destacar que funcionan dentro de una capacidad ministerial, y no con un papel de magisterio (dirección). En las iglesias protestantes, la autoridad máxima le pertenece solamente a la Escritura.

Este compromiso es el fundamento del enfoque protestante sobre la relación de la Palabra de Dios con la predicación, la enseñanza, el discipulado, la consejería, la adoración, el liderazgo, la oración, la traducción consigo misma. Desobedecer la Escritura es desobedecer a Dios mismo. Y esto no es para igualar la Escritura con Dios, sino para enfatizar como la autoridad de Dios es expresada a través de su Palabra autoritaria. Según y bajo su Escritura autoritaria, una iglesia local es gobernada por líderes calificados llamados pastores o ancianos. Tienen la responsabilidad y autoridad ordenada por Dios (1) para enseñar la Escritura y comunicar la sana doctrina; (2) liderar bajo el señorío de Cristo; (3) orar (especialmente por los enfermos); y (4) pastorear a la iglesia proveyendo ejemplos estelares (aunque pecadores) de imagen de Cristo y proteger la iglesia de la herejía y el pecado a través de la predicación, el discipulado y ejerciendo la disciplina.

Según algunas denominaciones protestantes, las estructuras de gobierno autoritativas están por encima del nivel de la iglesia local. Por ejemplo, en las iglesias episcopales, los obispos ejercen un papel autoritario sobre las iglesias que están bajo su jurisdicción. En la iglesia presbitarianas, los ancianos de las sesiones locales ejercen un papel autoritario sobre las iglesias que están bajo su presbiterio, el sínodo y la asamblea general. Ya sea organizada de manera congregacional, episcopal o presbiteriana, la autoridad de la iglesia protestante no se parece en nada al magisterio de la iglesia católica: no tienen papa, ni sucesión apostólica, ni infalibilidad de iglesia o papal, ni autoridad a la par con la Escritura.

EVALUACIÓN DE LA VISIÓN CATÓLICO ROMANA DE LA AUTORIDAD

La primera crítica de la visión católico romana de la autoridad se enfoca en la Escritura más la tradición. Dicha visión no tiene fundamento bíblico. Sin dejar de mencionar que es un desarrollo tardío en la historia de la iglesia, y está asociado con el hecho de que la iglesia y el papa son dirigidas de manera infalible por el Espíritu Santo. Es una posición inherentemente inestable, tal y como cuando la Escritura y la tradición están en conflicto (claro, la iglesia católica diría que dicho conflicto nunca puede suceder).

La formula Escritura más tradición también contradice otras dos doctrinas protestantes importantes: la suficiencia de la Escritura —la Escritura es todo lo que la iglesia necesita para agradar a Dios totalmente— y la necesidad de la Escritura (la iglesia perdería su camino si la Escritura desaparece). La segunda crítica se enfoca en el papel autoritario otorgado a la iglesia, especialmente su magisterio. Este papel está fundamentado en el principio de la interconexión entre Cristo y la iglesia: la iglesia católico romana se identifica como una encarnación continua de Jesucristo, quien está presente en la iglesia en su totalidad—naturaleza divina, naturaleza humana y cuerpo—a través de los miembros de la iglesia, especialmente su jerarquía. Esta noción de una encarnación prolongada y continua, no tiene ningún fundamento bíblico. Además, perjudica la ascensión, la manifestación del Espíritu Santo en Pentecostés, y el futuro regreso de Jesús.

Según la Escritura y la cristología ortodoxa, Cristo en su naturaleza humana, ha sido exaltado hacia el glorioso reino celestial. Ha enviado al Espíritu Santo para tomar su lugar como otro consolador. Regresará un día de manera corporal. Es decir, Jesús no está aquí ahora. Afirmar que Cristo está continuamente presente en la iglesia católica es perjudicar estas realidades tan integrales para la fe cristiana. En resumen, la visión católica de la autoridad que consiste en la Escritura, la tradición y el magisterio, está equivocada.

APLICANDO LA VISIÓN PROTESTANTE DE LA AUTORIDAD DE LA IGLESIA

La visión protestante de la autoridad es vivida de manera concreta de muchas maneras, tres de las cuáles serán mencionadas aquí.

Primero, los protestantes están atentos a la Escritura, listos para obedecer, confiar, ser advertidos, ofrecer alabanza, y otras aplicaciones según entienden.

Segundo, los protestantes se enfocan en la Escritura para cada aspecto de la vida y ministerio de la iglesia: la predicación, la enseñanza, la adoración, el discipulado, y otras actividades. Y como comunidades de la Palabra, se someten gozosamente y confían en la Escritura.

Tercero, los protestantes obedecen y respetan a sus líderes calificados divinamente escogidos. Para ellos, los miembros reciben la Palabra de Dios como es predicada y enseñada, y encuentran ayuda de sus pastores al vivir la Escritura. Los miembros también son instruidos y exhortados por la Escritura para unirse al ministerio bajo la dirección de sus líderes dotados, para así «siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor» (Efesios 4:15-16).