Discipulado

Cinco Razones por las que No Discipulamos (3ra Parte)

Por Barry Cooper

Barry Cooper estudió inglés en la Universidad de Oxford y teología en Trinity Evangelical Divinity School. Es miembro de la iglesia Trinity West en Londres. Puede seguirlo en Twitter en @barrygcooper.
Artículo
30.07.2018

En mis dos últimas publicaciones, ofrecí tres razones por las cuales, los cristianos y las iglesias no discipulan. Considerando que yo trabajo desarrollando programas, lo que diré a continuación es un poco extraño: nuestras iglesias dependen de programas.

Esta es una parábola moderna, contada por un amigo en el seminario. El hombre que lo vio ha dado testimonio, y su testimonio es (posiblemente) cierto.

Un joven entró en una librería cristiana en Chicago, y preguntó dónde estaban los adhesivos para parachoques. El asistente dijo, ‘¿de qué tipo está buscando?’ El hombre dijo, ‘me gustaría comprar los de pez’. El asistente dijo, ‘Oh, me temo que ya hemos vendido todos esos’. A lo que el hombre respondió, ‘¿CÓMO SE SUPONE QUE VOY A EVANGELIZAR SIN LOS ADHESIVOS DE PEZ?’

Como evangélicos occidentales, nos hemos convertido cada vez más dependientes de cursos, programas, técnicas y metodologías para hacer el trabajo de evangelismo y discipulado.

Ahora bien, como dije, escribo esta publicación como alguien cuyo trabajo es redactar buenos programas. He trabajado con Christianity Explored Ministries durante catorce años, y trabajamos arduamente para que nuestros programas sean lo más bíblicamente fieles y fáciles de usar como sea posible. Creo en su valor. Agradezco a Dios el que ellos puedan ser muy útiles en las manos correctas.

Pero, ¿en las manos equivocadas? Los programas pasan a ser un sustituto inferior, un plug & play, sin emociones, aplicable para todos, en lugar de un discipulado genuino. Y lo que es peor, dirigir estos cursos puede hacernos creer que «estamos» evangelizando y discipulando, cuando en realidad estamos actuando mecánicamente y sin oración. Llegamos a creer que la magia se encuentra en la metodología. Compramos un producto y esperamos que funcione para nosotros, sin ninguna inversión espiritual de nuestra parte.

Esto apareció primero como un pitido ansioso en mi e-dar (radar evangélico) hace cinco años. Estábamos trabajando fuertemente durante 18 meses para producir un nuevo curso—creando preguntas de estudios bíblicos, escribiendo y reescribiendo charlas y guiones, probando el material en diferentes lugares, escribiendo un poco más, filmando y editando una serie en DVD—y luego, el día de la publicación, justo cuando todos estábamos descansando o entrando en rehabilitación, un correo apareció en mi buzón de entrada. «Gracias por el nuevo curso», decía entusiastamente. «¿Cuándo sale el próximo?».

Permíteme traducir: «¿CÓMO SE SUPONE QUE VOY A DISCIPULAR SIN UN NUEVO PROGRAMA?»

Hermanos y hermanas, el discipulado es posible sin programas. Jesús escribió un libro realmente bueno sobre él.

Y un programa—sin importar cuán fiel a la Biblia sea—no es sustituto para el discipulado constante y personal. Al menos no para la clase de discipulado constante y personal que Jesús tenía en mente en Mateo 28: «… id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;  enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado». (Mt 28:19-20)

Para empezar, los programas inevitablemente son una propuesta «para todos los casos».  No obstante, adaptados pueden ser para una población en particular (letrados/semi-letrados/analfabetas/adultos/adolescentes/niños, etc.), ellos no son escritos por ti, y por ende, no pueden ajustarse perfectamente a la situación en la que Dios te ha colocado. Alguien que siempre usa exactamente la misma serie de preguntas de un estudio bíblico con todas las personas a las que discipula, probablemente no está realizando un gran trabajo. Asimismo, un presentador de un DVD nunca puede relacionarse personalmente con alguien de la forma en que tú puedes hacerlo. Él no puede escuchar el llanto específico del corazón de una persona, y luego hablar directa y bíblicamente a ella.

Segundo, los programas pueden suponer que el discipulado es un asunto de seguir el «procedimiento» correcto, en lugar de cultivar el carácter correcto.

No hace falta decir que el carácter de un niño es moldeado de manera más profunda por el carácter de sus padres. En vez de hacer lo que decimos, los niños naturalmente tienden a hacer lo que hacemos. En cambio, las técnicas y los programas pueden implícitamente dar la impresión de que lo que decimos es importante, pero lo que hacemos, no tanto. Puede que empecemos a creer que el programa que usamos en nuestra iglesia es más importante que el carácter de las personas que lo enseñan.

Tercero, en ocasiones usamos los programas de la misma manera en que una familia podría usar las pantallas de DVD en un automóvil: como padres sustitutos. Sí, es un gran método para mantener a los niños ocupados. Sí, significa que no tenemos que enfocarnos tanto en ellos durante el viaje. Pero puede comprometer nuestra calidad como padres. Puede ser un abandono de nuestra responsabilidad personal para con aquellos bajo nuestro cuidado.

Mi pregunta es, ¿hemos estado demasiado listos para conseguir niñeras? ¿Hemos estado demasiado listos para delegar nuestro discipulado, y al hacerlo, hemos olvidado cómo hacerlo nosotros mismos?

A lo sumo, los programas aumentan nuestra confianza en Dios y en su Palabra. Pero, en el peor caso, los programas sencillamente aumentan nuestra confianza en los programas. Si lo hacen, nuestro discipulado sufrirá. Regresa la semana que viene, y, si todavía tengo trabajo, te sugeriré una última razón por la que no discipulamos.

Ver cuarta parte


Traducido por Nazareth Bello, Venezuela.