Clases esenciales: Apologética

Apologética – Clase 4: La Confiabilidad de las Escrituras

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
21.12.2017

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Clase esencial
Apologética
Clase 4: La Confiabilidad de las Escrituras


Bienvenido a la cuarta clase del seminario básico sobre apologética. Hoy estaremos explorando por qué los cristianos creen que la Biblia es verdadera y confiable.

He aquí nuestro esquema:

I. ¿De dónde proviene la Biblia?

II. ¿De qué manera deberían los cristianos ver el uso de las Escrituras en la apologética cristiana?

III. Como apologistas cristianos, ¿cómo explicamos por qué creemos que la Biblia es verdadera?

  • Los documentos del Nuevo Testamento son confiables y creíbles históricamente.
  • El carácter de Jesús se muestra como digno de confianza.
  • Jesús afirma que los libros del Antiguo y Nuevo Testamento eran la Palabra de Dios.

IV. Refutaciones a las «acusaciones» comunes de la Biblia.

Desafortunadamente, en los próximos minutos que compartiremos  no seremos capaces de contestar todas las preguntas que puedas tener. No digo esto con la intención de evadir preguntas específicas. Sólo quiero que sepas que hay respuestas geniales para todas tus preguntas, pero también hay demasiadas preguntas y respuestas específicas como para ser contestadas todas satisfactoriamente en nuestro tiempo juntos.

Quizá seas de los que no tiene ni una sola pregunta, pero deseas aprender más. Pensando en ti, he incluido una serie de libros y autores muy buenos en el folleto. Siéntete libre de explorar sus escritos en línea, comprar sus libros o descargar audios de sus conferencias y charlas.

Introducción

¿Por qué motivo los cristianos creen que lo que la Biblia dice es cierto? ¿Qué hace que los cristianos piensen que la Biblia es verdadera? Primero, consideremos de dónde los cristianos creen que proviene la Biblia.

I. ¿De dónde proviene la Biblia?

La Biblia vino de Dios por el Espíritu Santo a través de hombres para la humanidad

Como cristianos, creemos que la Biblia es la carta de Dios a la humanidad recopilada en 66 libros escritos por 40 escritores divinamente inspirados durante un lapso de tiempo de 1.500 años o más. Estos escritores eran personas de todos los ámbitos sociales (e.j. desde reyes hasta pescadores). Creemos que la Biblia es inspirada divinamente por Dios, con autoridad de por vida, sin errores u omisiones e infalible en su composición.

Los 66 libros de la Biblia son conocidos como el «canon» de las Sagradas Escrituras. La palabra proviene del griego (kanon), que significa «regla o parámetro», y los cristianos utilizan esta palabra para describir a la Biblia, el libro que provee la máxima «norma y autoridad» para nuestra fe. Los primeros cristianos no decidieron qué libros colocar en el canon. Recuerda, ellos ya afirmaban que los Escrituras hebreas o el Antiguo Testamento era la Palabra de Dios. Simplemente se enfrentaron a la pregunta de cuáles libros debían agregarse a este canon del Antiguo Testamento.

Los libros que fueron reconocidos fueron escritos por los apóstoles o por testigos presenciales, y fueron usados ampliamente en la iglesia. Por tanto, los primeros cristianos no desarrollaron el canon como si se solicitasen los manuscritos a una editorial, era más como reconocer a los mejores vendedores de autores establecidos y creíbles. Es impresionante, en términos históricos, cuán pronto la iglesia y los cristianos lograron un acuerdo práctico, y cuán poca disensión surgió. El primer documento escrito que tenemos que registra a todos los 27 libros del Nuevo Testamento es la carta pascual de Atanasio, escrita en el año 367 A.D.

Criterios de canonicidad

Hay cuatro requisitos que los evangélicos protestantes señalan para explicar cuáles libros han sido incluidos en el Antiguo y Nuevo Testamento:

  1. Origen apostólico— Atribuido y fundamentado en la prédica/enseñanza de la primera generación de apóstoles (o de sus compañeros cercanos).
  2. Aceptación universal— El reconocimiento de la mayoría de las comunidades cristianas del mundo antiguo (a finales del siglo IV).
  3. Uso litúrgico— Leídos públicamente cuando las primeras comunidades cristianas se reunían para celebrar la Cena del Señor (en sus servicios semanales de adoración).
  4. Mensaje consistente— Con un panorama teológico similar o complementario a otros escritos cristianos aceptados.

El factor fundamental para reconocer la canonicidad de un libro para el Nuevo Testamento fue la inspiración divina, y la principal prueba de esto era la autoridad apostólica. La autoridad apostólica nunca se separa de la autoridad del Señor.[1]

El teólogo y erudito bíblico B.B. Warfield dijo, «el canon del Nuevo Testamento se completó… cuando Juan escribió, [Apocalipsis], cerca del año 98 A.D… No debemos confundir las evidencias históricas de la pausada circulación y autenticación de estos libros… [como] evidencia de la lentitud de la ‘canonización’ de éstos por parte de la autoridad o del gusto de la iglesia misma».[2]

II. ¿De qué manera ven los cristianos el uso de las Escrituras en la apologética cristiana?

La autoridad final de los cristianos es la Palabra de Dios

Como hemos discutido, finalmente como cristianos, no confiamos solamente en nuestra razón, sino en la revelación de Dios de sí mismo a través de la Palabra escrita (la Biblia), y por medio de la Palabra hecha carne (Jesús).

Los cristianos aceptan la revelación de Dios de sí mismo a través de la fe. La fe es esencial. Hebreos 11:6 dice que sin fe es imposible agradar a Dios. Llegamos a Dios a través de la fe en Jesús. Efesios 2 dice que somos salvos por gracia mediante la fe.

Los cristianos no ponen su fe en la Biblia para ser salvos, como si se tratase de Dios. Sin embargo, los cristianos  sí ponen su fe en el autor de la Biblia, nuestro salvador, Jesús—y creen que la Biblia es verdadera porque es la palabra de Dios para nosotros.

Como la palabra de Dios, la Biblia es el estándar supremo de la verdad. Al orar al Padre para que los discípulos fuesen santificados en la verdad, Jesús dijo en Juan 17:17 que la Palabra es la verdad. Como la Verdad con «v» mayúscula, la Palabra de Dios juzga cualquier otra afirmación y aseveración de la verdad en el universo. La Biblia juzga nuestra razón, nuestra filosofía, y toda cosmovisión y presunción, por lo que la actitud de los cristianos hacia la Biblia debería ser de obediencia fiel.

Las personas no cristianas no reconocen la autoridad de la Palabra de Dios

Claro está, sin embargo, que las personas no cristianas difieren totalmente de este punto de vista. De hecho, la Biblia deja muy en claro que lejos de ser neutrales en sus actitudes hacia las Escrituras, los inconversos se oponen activamente e incluso odian la verdad de la Palabra.

  • Romanos 8:7 dice, «Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden».
  • Los no cristianos no pueden sujetarse a la Escritura porque están en contra de la verdad de la palabra de Dios. Son hostiles a Dios.
  • En Romanos 1 aprendemos que, «las cosas invisibles de él  [Dios], su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa». Pero los seres humanos «no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido» porque «se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido».
  • En Juan 3, Jesús dijo, «los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas».

Pero los cristianos deberían usar las Escrituras como parte de su apologética cristiana

Si nuestro trabajo es presentar la consistente veracidad y fiabilidad de una perspectiva cristiana del mundo, encontraremos imposible hacer eso sin recurrir a la verdad de la Biblia, porque lo que nosotros creemos acerca de Dios se encuentra basado en el testimonio de la Biblia.[3] Al explicar nuestra cosmovisión, es completamente natural abrirnos a la Palabra para explicar en qué creemos, y usar los argumentos que ella misma provee para explicar por qué dichas creencias son válidas.

Te animo a aplicar las Escrituras en tus discusiones con personas no cristianas, según corresponda, por algunas razones.

  1. Usar las Escrituras desafía la idea posmoderna de que la verdad es relativa. Refuta la acusación de que el «verdadero cuento» de un creyente no es necesariamente aplicable a un amigo no creyente. También demuestra que este antiguo texto es relevante para la vida en un mundo posmoderno, porque cuando apelamos a la palabra de Dios como la máxima autoridad, apelamos a una verdad absoluta.
  1. La Escritura es poderosa espiritualmente. Dios dijo en Isaías 55, «así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié». Hebreos 4:12 dice, «Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón».
  1. Las Escrituras contienen en muchos lugares sus propios argumentos para la validez de sus afirmaciones. Esto ayuda a demostrar a los no creyentes que de ninguna manera se espera que aceptemos las afirmaciones del cristianismo en base a lo que ellos llamarían una «fe ciega», sino sobre la base de una amplia evidencia y coherente perspectiva del mundo.

III. Como apologistas cristianos, ¿cómo explicamos por qué creemos que la Biblia es verdadera?

Antes de comenzar, permíteme darte algunas palabras para construir tu vocabulario:

  • Infalibilidad significa que la Biblia es en su totalidad inspirada por Dios.
  • Inerrancia significa que la Biblia no contiene errores.

Entonces, ¿por qué los cristianos creen que la biblia es confiable y verdadera, que tiene autoridad como la Palabra de Dios? Por tres razones:

  1. Los documentos del Nuevo Testamento son confiables y creíbles históricamente.
  2. El carácter de Jesús se muestra como digno de confianza.
  3. Jesús afirma que los libros del Antiguo y Nuevo Testamento eran la Palabra de Dios.

1) Los documentos del Nuevo Testamento son confiables y creíbles históricamente.

Empecemos con este primer punto, la confiabilidad histórica de los documentos del Nuevo Testamento.

  • El registro del Nuevo Testamento encaja perfectamente con lo que conocemos de la historia en otros lugares. Los nombres de emperadores y gobernadores, los sitios y acontecimientos no difieren con otras fuentes que tenemos.
  • El Nuevo Testamento se lee como un documento históricamente confiable. Por ejemplo, el texto del Nuevo Testamento a menudo muestra a sus autores humanos en desgracia, como lo haría un relato histórico. Contiene eventos—tales como la crucifixión—que son inconvenientes para aquellos que buscan proteger a Jesús como el hijo de Dios. Y contiene partes con detalles curiosos, como los lugares donde estuvieron personas, el estado de la grama en un determinado día (Juan 6:10), etc., que tienen una sensación consistente con los relatos de testigos presenciales.
  • El Nuevo Testamento contiene testigos presenciales de acontecimientos, describe quiénes continuaban con vida para el tiempo en que los eruditos descubrieron que estos documentos existían. Sin embargo, no conocemos a nadie que haya disputado los eventos históricos descritos en el Nuevo Testamento—incluyendo la muerte y resurrección de Jesús. De hecho, los discípulos que escribieron largos fragmentos del Nuevo Testamento—Pablo, Juan, Pedro—dieron sus vidas por el mensaje de la Biblia. (Por cierto, raramente los hombres mueren por lo que saben que es una mentira).
  • El Nuevo Testamento tiene muchos más manuscritos que cualquier otro texto antiguo. El respetado erudito F.F. Bruce dijo, «No existe en el mundo ningún cuerpo de literatura antigua que goce de tan buena certificación textual como el Nuevo Testamento».

Homero     Escrito 900 A.C.        Copia más antigua, 400 A.C.             Número de copias, 643

N.T.          Escrito A.D. 40-100   Copia más antigua, 25                       Número de copias, +24.000

 

Si la Biblia es en realidad verdadera, entonces deberíamos esperar que contenga tres características:

A. Tiene un mensaje coherente—sus diversas partes contribuyen a un mensaje claramente definido.

B. Es internamente consistente (no se contradice).

C. Es externamente consistente (históricamente exacta).

Vale la pena tomar un tiempo para analizar estas tres categorías, porque hay muchas cosas que corroborarán las afirmaciones de la Biblia en cuanto a su confiabilidad.

A. Unidad del mensaje

  • A pesar de haber sido escrita por muchos hombres distintos durante aproximadamente 1.500 años, no hay ni una sola parte de las Escrituras donde un autor bíblico discrepe con otro autor bíblico. Algunos eruditos sugieren que gran parte de su historia y profecías fueron escritas años después de los acontecimientos con los cuales afirman ser contemporáneos. Ellos podrían expresar que las profecías e historias se reescribieron cientos de años después para apoyar una agenda particular. Si eso fuese cierto, no obstante, se esperaría que estos historiadores revisionistas contradijesen algo de lo que se había escrito o descubierto sobre el pasado. Pero en ninguna parte de la Biblia encuentras esta clase de desacuerdo.
  • La Biblia está unida en la enseñanza de su propia autoridad, a pesar de haber sido escrita por diferentes autores. Cuando Moisés comenzó a escribir el primer libro de la Biblia, estaba estableciendo un enorme precedente al afirmar la autoridad divina de sus escritos. Imagina el desafío que hubiese sido ser consecuente con dichos escritos 1.500 años después si Dios no hubiese escrito toda la Biblia en última instancia.
  • La unidad del mensaje de la Biblia es innegable. Quizá hayas escuchado a algunos decir que el Dios del Antiguo Testamento es un Dios de juicio, mientras que el Dios del Nuevo Testamento es un Dios de gracia. A esos, les señalaría la Biblia misma. No puedes leer las tiernas descripciones del amor de Dios por su pueblo en los profetas o el Pentateuco, y luego leer las descripciones de Jesús sobre el juicio y mantener esa opinión. Como ejemplo, considera estos pasajes:
Deuteronomio 30:1-6 2 Crónicas30:6 Nehemías 1:9 Zacarías1:3
Malaquías 3:7 Juan 8:24 Santiago 4:8
  • Toda la Biblia apunta a un solo hombre, Jesús. El mismo hombre que los profetas anunciaron es el mismo hombre que revolucionó la historia, el Dios-Hombre, Jesús. El testimonio de las Escrituras de Cristo durante tantos siglos es bastante impresionante. El teólogo bíblico John France lo dice de esta manera:

«Una colección increíblemente rica de símbolos, tipos, profecías, acontecimientos y representaciones poéticas convergen inevitable y poderosamente en Jesús, quien, para la mayoría de los escritores bíblicos, llegaría siglos después».

B. Consistencia interna

Si la Biblia es confiable y verdadera debería ser consistente internamente, y nosotros deberíamos encontrar que la Biblia no se contradice.

Es posible que hayas escuchado a personas hacer declaraciones como las siguientes:

  • En el Antiguo Testamento, las poblaciones de los ejércitos a veces se estiman de manera distinta en diferentes lugares.
  • Un pasaje en Éxodo dice que Dios abrió el Mar Rojo; otro dice que fue un viento.
  • El orden cronológico de la vida de Jesús no es igual en dos de los evangelios.
  • Un relato de la resurrección dice que las mujeres que fueron al sepulcro vieron dos ángeles; otro dice que solamente había uno.

Las mismas pueden ser respondidas fácilmente tomando en cuenta algunos de los siguientes lineamientos:

  • Las historias antiguas raramente afirman números exactos, y los números simbólicos en ocasiones se usan para relacionar acontecimientos simbólicos. La Escritura es siempre cierta, pero no siempre precisa, al menos donde no asegura serlo.
  • La primera y la segunda causa no se excluyen mutuamente (Dios abrió el Mar Rojo con un viento).
  • No sostengas lo que la Biblia no afirma (sólo Lucas asevera algo como exactitud cronológica—en 1:3).
  • Reconoce que relatos distintos no implican errores (quizá una de las mujeres vio dos ángeles y la otra solamente uno)—recuerda siempre leer en contexto.

Podríamos pasar semanas examinando las aparentes contradicciones, pero se han escrito libros para ayudarnos con esto. Un buen ejemplo es el libro de Norm Geisler, When Critics Ask [Cuando los críticos preguntan]. Dicho esto, si hubiera grandes contradicciones que no pudieran ser explicadas fácilmente o que me mantuvieran despierto por la noche, hoy no estaría frente a ti. Como ya mencioné, libros como éste de ninguna manera sustentan la fe cristiana; al contrario, es la experiencia de cristianos que cuanto más exploran la palabra de Dios y aprenden de él, más confían en él. Finalmente nuestra confianza en la veracidad y confiabilidad de la Biblia se basa en Jesús—y su punto de vista—en lugar de mi capacidad o incapacidad de encontrar o explicar cualquier contradicción.

C. Consistencia externa

A finales del siglo XIX se volvió una moda utilizar evidencia arqueológica para supuestamente desaprobar los relatos históricos de la Biblia. Esto ocurrió tantas veces que si examinas reportajes de esa época, muchos eruditos cristianos de hecho parecían preguntarse si los relatos históricos de la Biblia alguna vez podrían ser demostrados. Sin embargo, durante los últimos cien años, la veracidad y confiabilidad de la Biblia han sido reivindicadas una y otra vez a medida que se han presentado más pruebas.

No quiero pasar mucho tiempo en esto, pero sí quiero indicarte un gran recurso en el libro de Josh McDowell, Evidence that Demands a Verdict [Evidencia que demanda un veredicto] y The New Evidence that Demands a Verdict [La nueva evidencia que demanda un veredicto], o A Ready Defense [Una defensa lista]. Permíteme leerte una muestra representativa.

Durante las excavaciones de Jericó (en la década de los 30) [el arqueólogo] Garstang halló algo tan deslumbrante que una declaración de lo que se encontró fue preparada y firmada por  él y dos miembros de su equipo. En relación a estos hallazgos Garstang dice, «En cuanto al hecho principal, entonces, no queda duda: los muros [de Jericó] cayeron hacia afuera tan completamente que los atacantes podían trepar sus ruinas para entrar a la ciudad». ¿Por qué es tan inusual? Porque los muros de las ciudades no caen hacia afuera, lo hacen hacia adentro. Y, sin embargo, en Josué 6:20 leemos, «…El muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron».

La arqueología no comprueba que la Escritura es la Palabra de Dios inspirada e inerrante, pero ningún descubrimiento arqueológico ha desaprobado la veracidad y confiabilidad histórica del texto del Antiguo o Nuevo Testamento.

2) El carácter de Jesús se muestra como digno de confianza

Si los cristianos pueden convencer a alguien de que la Biblia es tan confiable en general como otros documentos históricos, entonces el próximo paso es ayudarles a ver lo que dice el testimonio histórico acerca del carácter de Jesús. Si las Escrituras son básicamente poco confiables, entonces no habría alguna razón para atribuir algún significado al Jesús de Nazaret.

La Biblia históricamente confiable enseña a un Jesús históricamente real. Y la Biblia no enseña que Jesús fue simplemente un buen maestro. En los relatos de los Evangelios, Jesús hace profecías no solo de acontecimientos futuros, como la destrucción de Jerusalén, sino de sí mismo y de su propia obra. Si él fue un verdadero profeta, entonces todas sus enseñanzas deben tomarse en serio.

En su famoso libro Mere Christianity [Mero Cristianismo], C.S. Lewis alega que Jesús o bien fue un farsante (mentiroso), un desquiciado (lunático), o el mismísimo Dios (Señor). Él hace esta declaración,

«Un hombre que fuese simplemente un hombre y dijese la clase de cosas que Jesús dijo, no sería un gran maestro moral. Sería, o bien un lunático—igual que el hombre que dice ser Napoleón—, o, en caso contrario, el demonio del infierno. Es preciso escoger. O este hombre fue, y es el Hijo de Dios; o fue un loco, o quizá algo peor. Puedes encerrarlo por loco, puedes escupirle a la cara y matarlo como a un demonio; o puedes caer a sus pies y llamarlo Señor y Dios. Pero no caigamos en la simpleza de decir que fue un gran maestro humano. No nos dejó abierta esa posibilidad».

Esto puede ser un menú familiar de elecciones apologéticas para algunos de ustedes, pero la explicación ha perdurado por una buena razón. Jesús sólo pudo haber sido un mentiroso, un lunático, o el Señor. Sin embargo, yo añadiría una cuarta opción, una leyenda.

  • Algunas personas afirman que el Jesús histórico nunca existió, que fue una leyenda. Pero hay demasiada evidencia histórica y arqueológica que apoya su existencia que cualquier historiador acreditado aceptaría que él no fue simplemente una leyenda.
  • Si Jesús era un mentiroso, ¿por qué moriría por su afirmación, cuando fácilmente podía haber evitado una muerte tan cruel con unas pocas palabras?
  • Y, si era un lunático, ¿cómo se involucró en debates inteligentes con sus oponentes o cómo manejó el estrés de su traición y crucifixión mientras continuaba mostrando un profundo amor por sus antagonistas?
  • Cristo dijo que él era Señor y Dios. La evidencia respalda dicha declaración.

Así, primero hemos establecido la confiabilidad histórica de la Biblia, y luego vemos que Jesús tiene un carácter digno de confianza. A partir de aquí, preguntamos: ¿Qué enseñó Jesús sobre las Escrituras? ¿Las consideró como llenas de autoridad? 

3) Jesús afirma que el Antiguo y el Nuevo Testamento eran la Palabra de Dios

El Antiguo Testamento

Jesús trató al Antiguo Testamento como la palabra inspirada, infalible e inerrante de Dios. Indicaré solamente algunos ejemplos:

  • En algunos lugares vemos a Jesús declarar que todo el Antiguo Testamento es fidedigno. Por ejemplo, en Juan 10:34, Jesús señala que las Escrituras no pueden ser quebrantadas.
  • En muchas ocasiones vemos que Jesús termina sus argumentos con una cita de las Escrituras.

En una oportunidad, Jesús incluso argumenta del tiempo de un verbo—Mateo 22. Él claramente entendía que cada una de las palabras estaba revestida de autoridad, no sólo los temas principales.

  • Jesús claramente asume que las profecías del Antiguo Testamento deben cumplirse, específicamente las que se refieren a él. Esto es particularmente evidente en el libro de Mateo. Y Jesús demanda que los demás reconozcan que la Escritura se cumple en él.
  • Finalmente, Jesús establece un patrón en Mateo 19 que se repite en el resto de los Evangelios cuando intercambia las frases «La Escritura dice» y «Dios dice». Para Jesús, el Antiguo Testamento no es simplemente un registro de las palabras de Dios; es la palabra de Dios.

Si creemos en Jesús, entonces debemos tratar al Antiguo Testamento como él lo hizo, como la palabra autoritativa de Dios.                          

El Nuevo Testamento

El mismo Jesús estableció la base para el Nuevo Testamento. Él enseñó que su enseñanza debía ser vista como las palabras de Dios investidas de autoridad.

  • En Juan 7:16, él dice, «Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió».
  • En Mateo (24:35), Marcos (13:31) y Lucas (21:33), se registra a Jesús diciendo, «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».
  • Y las multitudes notaron este aspecto de la enseñanza de Jesús. La primera reacción que vemos registrada después del Sermón del Monte es que las personas estaban asombradas porque Jesús enseñaba como quien tiene autoridad. (Mt. 7:29)

Jesús no sólo nos da motivos para creer en la verdad de sus propias palabras, sino también en las palabras de sus discípulos. Él les dijo que en tiempos de persecución, «no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros». (Mt. 10:19-20)

  • Jesús les dijo en Juan 14:26 que el Espíritu Santo les recordaría todo lo que él les había enseñado.
  • Y luego les dijo que el Espíritu continuaría enseñándoles con su propia autoridad incluso después de que él partiera. (Juan 16:12-13)
  • Por último, después de su resurrección, Jesús declaró que sus discípulos recibirían poder cuando el Espíritu Santo viniera sobre ellos para que fuesen testigos de él. (Hechos 1:8)

Los escritores del Nuevo Testamento entendieron la autoridad que habían recibido, y no dudaron en citarla. (1 Co. 2:13, Gá. 1:6-12, etc.)  Pablo, por ejemplo, escribe en 1 Co. 14:36 – 38:

«¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado? Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore».

Hay incluso dos lugares donde los escritores del Nuevo Testamento citan otros escritos del Nuevo Testamento como las Escrituras—Pablo hace esto con el Evangelio de Lucas en 1 Ti. 5:18, y Pedro con los escritos de Pablo en 2 Pedro 3:15-16.

La iglesia parece haber aceptado desde muy temprano, y sin cuestionar, la autoridad de los escritos del Nuevo Testamento; dejando a otros escritos en una categoría completamente diferente. De hecho, con la posible excepción de 2 Pedro y Judas, el canon del Nuevo Testamento, como lo tenemos hoy, fue reconocido universalmente por la iglesia a más tardar alrededor del siglo II. No fue sino hasta doscientos años después que una definición oficial del canon fue vista como necesaria.

En resumen, si creemos que Jesucristo es el hijo de Dios, entonces debemos aceptar su perspectiva de las Escrituras. Esto hará que entendamos que la Biblia no es sólo algo importante, sino que es la palabra inerrante e infalible de Dios.

iV. Refutaciones a las acusaciones «comunes» de la Biblia

Aunque el propósito de este seminario básico ha sido brindar un marco para la fiabilidad de las Escrituras, deberíamos abordar algunas acusaciones «comunes» que las personas utilizan como objeciones a la veracidad y confiabilidad de la Biblia.  Estas breves refutaciones no son respuestas completas, sino puntos de partida para entablar una conversación.

  1. La Biblia está llena de mitos

Acusación: Milagros, relatos paralelos del diluvio y similitudes con los dioses griegos.

Respuesta: La Biblia no posee un estilo literario mítico como otras literaturas antiguas. Gobernar nuestros mitos presupone una visión naturalista del mundo. ¡Desafía a la gente a leer la Biblia! 

  1. La Biblia entra en conflicto con la ciencia

Acusación: Este es quizá uno de los desafíos más grandes del siglo XX, el Juicio de Scopes.

Respuesta: La Biblia describe a la naturaleza desde una perspectiva fenomenológica, es decir, el mundo de la naturaleza es descrito como aparece a simple vista. Además, el método científico es incapaz de examinar cualquier afirmación histórica, ya que sólo puede hacer comentarios de fenómenos observables y repetitivos.

  1. La Biblia está llena de contradicciones

Acusación: La Biblia está llena de contradicciones.

Respuesta: ¿Cómo cuáles? ¿Cómo lo sabes, la has leído? Sí hay algunos relatos que varían, pero los escritores  escriben cosas similares desde distintos puntos de vista. Sin embargo, bajo un examen minucioso, estos pasajes son complementarios, no contradictorios.

  1. La Biblia no es históricamente exacta

Acusación: Cuando aparece nueva información histórica, ésta menoscaba la credibilidad de la Biblia en lugar de reafirmarla.

Respuesta: ¿De verdad? ¿Cómo cuál? En realidad, la Biblia es uno de los textos de antigüedad más precisos históricamente.

V.  Conclusión

Como cristianos finalmente nos rendimos a la verdad de la revelación de Dios en la Biblia y en la historia a través de Jesús, y no a través de nuestra propia razón. Sin embargo, no deberíamos tener miedo de usar la Biblia al explicar nuestra visión del mundo a personas no cristianas, y argumentar la veracidad y confiabilidad de la fe en Jesús.

Por último, toma en cuenta lo siguiente:

  1. Si surgen preguntas que no puedes responder, recuerda que hay respuestas que deben ser encontradas. Está BIEN decir, «Esa es una buena pregunta. Déjame ver cómo puedo responderla de la mejor manera posible».
  2. No asumas que tu amigo no creyente aceptará que la Biblia está llena de autoridad.
  3. No discutas como si la Biblia no tuviera autoridad. Cuando describas tu cosmovisión, tienes derecho a hacerlo según tus propias reglas, y eso incluye la autoridad de la Biblia.
  4. Abre la Biblia con aquellos con los que estás conversando: Ella es la Palabra de Dios y es poderosa para explicar la naturaleza humana y la experiencia común que tenemos.

Cuando leas tu Biblia, hazlo con seguridad. Dios ha dicho que él se nos ha dado a conocer en las Escrituras, y nosotros leemos la misma Biblia que fue transmitida por los primeros apóstoles de la iglesia de Cristo.

 

[1]http://en.wikipedia.org/wiki/Biblical_Canon

[2] B.B. Warfield, The Formation of the Canon of the New Testament, 415-416.