Clases esenciales: Antiguo Testamento

Antiguo Testamento – Clase 25: Esdras, Nehemías y Ester

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
20.03.2018

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Clase esencial
Panorama del Antiguo Testamento
Clase 25: Esdras, Nehemías y Ester


Introducción

Bienvenido. El día de hoy, veremos otros tres libros históricos: Esdras, Nehemías y Ester. Los primeros dos nos cuentan acerca del regreso de los judíos del exilio, tal como Dios lo había prometido a través de Jeremías. Sin embargo, nos muestran que todavía falta algo. Las cosas simplemente no parecen ser tan gloriosas como predijeron los profetas. ¿Dónde están los cielos nuevos y la tierra nueva de los que habló Isaías? ¿Por qué el pueblo no tiene los nuevos corazones que predijo Jeremías? ¿Dónde está el glorioso y magnífico templo que vio Ezequiel? Y además, ¿por qué no todos han regresado? Esa es una pregunta clave en el libro de Ester. El pueblo que veremos en ese libro todavía está en un país extranjero. Entonces, después del exilio, algunas cosas son tal como se predijo y se prometió. Pero muchas de las promesas de Dios aún no se han cumplido. Ese es el problema con el que lidian estos libros.

Y, por supuesto, estamos en la misma situación, ¿verdad? Dios cumplió algunas de sus promesas, pero las mejores siguen en espera. ¿Cuáles son algunos de los desafíos de vivir en este tiempo «intermedio»? 

Oremos. 

ESDRAS-NEHEMÍAS 

Contexto

Comenzaremos con Esdras y Nehemías, y luego nos encargaremos de Ester al final de la clase. Esdras y Nehemías originalmente constituyeron un solo libro[1], así que los trataremos de esa manera hoy. Muchos piensan que fue Esdras el sacerdote quien lo ensambló. La historia registrada en Esdras-Nehemías se extiende desde el momento en que los judíos comenzaron a regresar a Jerusalén, en el año 538 a. C. hasta un siglo después de ese primer regreso. Esdras nos da el contexto histórico necesario para comenzar nuestro estudio en Esdras 1:1-4. Los judíos habían estado en el exilio durante 70 años, cuando leemos esto:

«1En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo: Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén. Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde more, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén».

¡Los judíos están regresando a casa! Es un momento de verdadera emoción y esperanza. Se cree que el Salmo 126 durante este momento.

«1Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion, seremos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenará de risa, y nuestra lengua de alabanza; Entonces dirán entre las naciones: grandes cosas ha hecho Jehová con éstos. Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; Estaremos alegres».

El contexto histórico redentor es claro. Después del trauma del exilio, se le recuerda al pueblo que Dios sigue siendo fiel a sus promesas milenarias. La nación ha sido resucitada y el Pacto Mosaico restablecido. Pero el Nuevo Pacto aún no está aquí, y el reino final de Dios todavía está en el futuro. En cambio, la nación posexílica es simplemente un modelo más terrenal del gran trabajo de Dios que está por venir.

Tema

Resumamos Esdras-Nehemías así:

Dios está renovando el pacto al restaurar a su pueblo, el templo, la adoración verdadera y Jerusalén. Pero no es el final, y no cumple todas las grandes profecías. Por tanto, su pueblo todavía mira hacia el futuro. 

El regreso del exilio fue emocionante. Pero no fue todo lo que se esperaba que fuera. Estamos de regreso en la tierra, pero no en los cielos nuevos y la nueva tierra. En cambio, tenemos una especie de «exilio en la tierra» como vimos la semana pasada en Crónicas. Algunas personas tienen corazones nuevos, pero no todos. Y tenemos un templo nuevo, pero no es una representación gloriosa. Todo deja al lector deseando algo más, pensando que debe haber algo más por venir. Pensando en Daniel, los 70 años han terminado, así que el exilio físico ya ha terminado. Pero los setenta «sietes» hasta que llega el Mesías apenas han comenzado, y así el exilio espiritual continúa.

Pasemos ahora por Esdras-Nehemías, y señalaré algunos textos que demuestran claramente algunos temas cruciales. Y a medida que avanzamos también te contaré la cronología de todo lo que está sucediendo.

A. Dios toma la iniciativa y el pueblo responde: Esdras 1:5-6

Lo que es importante notar acerca del comienzo del libro es el enfoque en la fidelidad de Dios a sus promesas. Recuerda lo que acabamos de leer en Esdras 1:1. ¿Captaste esa referencia a Jeremías? Jeremías había profetizado que el exilio solamente duraría 70 años. Tal como se prometió, 70 años después, Dios movió el corazón de Ciro para permitir que los judíos regresaran a casa. También vemos en el versículo 5 que Dios movió los corazones del pueblo para que salieran. «Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén». Dios estaba completamente detrás de esta restauración.  

B. El pueblo regresa y reedifica: Esdras 1:7 – 6:22

Luego, Dios provee, pieza por pieza, todo lo que el pueblo necesita para reedificar su comunidad. Para empezar, leemos en 1:7: «el rey Ciro sacó los utensilios de la casa de Jehová, que Nabucodonosor había sacado de Jerusalén, y los había puesto en la casa de sus dioses». Esto no era poca cosa. Probablemente incluía el altar de oro, la mesa de oro, los candelabros de oro, las copas de oro y los enormes pilares de bronce, los soportes y los lavabos, tan grandes que no podían pesarse, como se describe en 1 Reyes 7. Esta era una enorme riqueza. Eran insustituibles, y Dios los ha devuelto milagrosamente al pueblo para que puedan reinstituir la correcta adoración en el templo.

Más adelante, en el capítulo 2, versículo 2, vemos a un hombre llamado Zorobabel. Lo que llama la atención acerca de él es que pertenece al linaje real de David. Dios le había prometido a David que tendría un descendiente que reinaría sobre el pueblo de Dios para siempre. Pero al final de 2 Reyes vimos al último rey davídico ser llevado como prisionero a Babilonia. Entonces, el hecho de que este hombre esté llevando al pueblo de Dios de regreso a la Tierra Prometida significa que Dios todavía está comprometido con sus promesas del pacto.

Otra figura significativa, también en el versículo 2, es Jesúa (algunas traducciones pueden llamarle Josué). Notarás en el versículo 40 que él es levita, lo que significa que, junto con el linaje de los reyes, el linaje de los sacerdotes también está siendo restaurado. Como leemos en Levítico, son los sacerdotes quienes hacen sacrificios expiatorios y conducen al pueblo a la adoración. Así, la restauración del sacerdocio es fundamental para restaurar al pueblo a una relación correcta con Dios. Por supuesto, también sabemos que este sacerdocio necesariamente apunta hacia un sacerdote mayor que vendrá porque la sangre de toros y cabras nunca puede quitar el pecado.

Las otras cosas necesarias para la adoración, además de los sacerdotes, son un altar y un templo. Leemos acerca de su edificación en los capítulos 3 al 6. Después de cierta oposición de vecinos hostiles (capítulo 4), el trabajo se completó en el año 516 a. C., poco más de 20 años después del regreso del pueblo (6:15). Con el templo completo, finalmente celebran la Pascua nuevamente en el capítulo 6, versículo 22: «Y celebraron con regocijo la fiesta solemne de los panes sin levadura siete días, por cuanto Jehová los había alegrado, y había vuelto el corazón del rey de Asiria hacia ellos, para fortalecer sus manos en la obra de la casa de Dios, del Dios de Israel». ¡Es lógico que la adoración se reanude en la tierra en el templo con una cena de Pascua después de que Dios sacara al pueblo de la opresión de los gentiles!

Pero no todo está bien. Mira el capítulo 3, versículo 12: «Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. Y no podía distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro; porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se oía el ruido hasta de lejos». El templo significaba mucho, como ya hemos discutido. Pero algunos podrían recordar cómo era el primer templo[2]. Este nuevo templo no se acercó a lo que el pueblo de Dios conocía antes. Y aunque eso fue desalentador para ellos, podemos verlo como una señal de que Dios no había terminado. Todavía tenía cosas más grandes por venir.

C. El pueblo peca y se arrepiente: Esdras 7-10

Al comienzo del capítulo 7, la historia da un gran salto en el tiempo. Ahora estamos en el año 458 a. C., casi 60 años después de que el templo ha sido terminado (7:7-9). Aquí, el sacerdote Esdras dirige una segunda oleada de exiliados de regreso a Jerusalén. Aprendemos acerca de Esdras en 7:9-10 que: «la mano bondadosa de su Dios estaba sobre él.  Ya que Esdras había dedicado su corazón a estudiar la ley del Señor, y a practicarla, y a enseñar sus estatutos y ordenanzas en Israel». Aquí podemos aprender una gran lección de Esdras. Observa que él estudia y cumple la Palabra del Señor antes de presumir enseñarla.

Pero cuando Esdras regresa a la tierra, se da cuenta de que muchos judíos se han casado con las naciones paganas vecinas, un pecado grave. Leemos en 9:1-2: «El pueblo de Israel y los sacerdotes y levitas no se han separado de los pueblos de las tierras, de los cananeos, heteos, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos, y hacen conforme a sus abominaciones… Porque han tomado de las hijas de ellos para sí y para sus hijos, y el linaje santo ha sido mezclado con los pueblos de las tierras; y la mano de los príncipes y de los gobernadores ha sido la primera en cometer este pecado».

¿Notaste esa referencia al «linaje santo»? Literalmente, esa palabra para «linaje» es «simiente». Recuerda la promesa de Dios en Génesis 3:15 de que levantará una «simiente» para aplastar la cabeza de la serpiente. Israel fue el portador de la promesa de la simiente. Si se integraban a la cultura pagana y abandonaban su relación única con el Dios verdadero, ¡estaban en riesgo de perder la promesa! Si Satanás no puede matar al pueblo de Dios a través del exilio, en su lugar, tratará de corromperlos.

Entonces… ¿qué ocurre? Esdras ora (9:6-15), reconociendo el pecado del pueblo y la santidad de Dios. Observa la gravedad de la confesión de Esdras y qué tan bien él entiende las consecuencias del pecado: «Oh Jehová Dios de Israel, tú eres justo, puesto que hemos quedado un remanente que ha escapado, como en este día. Henos aquí delante de ti en nuestros delitos; porque no es posible estar en tu presencia a causa de esto». (v.15).

En el capítulo 10 el pueblo se arrepiente. Y es más que el simple reconocimiento del pecado o sentirse mal. Toman medidas para deshacer su pecado, para restaurar el comportamiento correcto hacia Dios. Trabajan para volver a separarse de las naciones circundantes.

La lección principal es que mientras los exiliados han regresado y reconstruido el templo, Dios aún no ha completado su plan de salvación. Ve la oración de Esdras en 9:8: «Y  ahora por un breve momento ha habido misericordia de parte de Jehová nuestro Dios, para hacer que nos quedase un remanente libre, y para darnos un lugar seguro en su santuario, a fin de alumbrar nuestro Dios nuestros ojos y darnos un poco de vida en nuestra servidumbre». El remanente ha regresado, pero es solo un «pequeño revivir» de la esclavitud. Todo nos hace decir: «Esto no puede ser todo; debe haber más por venir».

D. Nehemías regresa y el pueblo reconstruye los muros: Nehemías 1-7

Lo que nos lleva a Nehemías, y a otra fase del restablecimiento del pueblo en la tierra. Casi 100 años después del regreso de los primeros exiliados, los muros de Jerusalén todavía están destruidos. Esto significa que el pueblo, el linaje davídico y la adoración liderada por los sacerdotes siguen siendo vulnerables a los enemigos de Israel. Tanto militar como moralmente. Entonces, cuando Nehemías, un funcionario del gobierno que sirve a los persas en Susa, se entera de esto, llora y comienza a orar.

Lo interesante de su oración en el capítulo 1 es que, al igual que muchas otras oraciones en la Biblia, Nehemías comienza con una confesión de pecados en los versículos 6-7: «Sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo». Y, en los versículos 10-11, premisa su petición sobre la gloria de Dios. Al igual que en tantas otras oraciones que hemos visto (las de Moisés y Daniel, por nombrar solo dos), el objetivo final en la oración es que él pueda ser glorificado al darnos.

En el capítulo 2, Nehemías viaja a Jerusalén, aproximadamente una década después de que Esdras regresó. Cuando llega allí, puede convencer al pueblo para que reedifique los muros. Como dato curioso, mira lo que dice en el capítulo 2, versículo 20: «El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos». Observa que la soberanía divina y la responsabilidad humana están allí, una al lado de la otra. Ninguna de los dos queda comprometida o ignorada. No es ningún problema para los autores inspirados asociar estas dos grandes doctrinas. Así, aquellos que aman sinceramente la Palabra de Dios se exaltan y tiemblan ante su soberanía y viven vidas de responsabilidad moral y rendición de cuentas.

Volviendo a nuestra historia, vemos que los judíos experimentan la oposición de sus vecinos. Estos enemigos primero se burlaron de los judíos por emprender una tarea de ingeniería tan difícil y costosa (4:1-3). Pero cuando el pueblo es fiel y progresa constantemente, la burla de los paganos se convierte en un complot para atacar a los edificadores. Nehemías responde armando a los edificadores. Entonces sus enemigos intentan (y fallan) socavar a Nehemías personalmente difamando su reputación (capítulo 6). Satanás a veces intentará atacar al pueblo de Dios, y especialmente a sus líderes, con un ataque frontal. Y otras veces a través de medios más sutiles. Pero Dios es fiel para proteger a su pueblo independientemente.

Nehemías también experimenta oposición desde dentro de Israel (capítulo 5). Algunos de los edificadores comenzaron a quejarse de que el trabajo era demasiado caro debido a sus modestos medios. Entonces Nehemías convence a los nobles y funcionarios para que dejen de cobrar intereses, lo que permite que la obra continúe. Al final, el pueblo completa el muro alrededor de Jerusalén en menos de un año. Esta sección del texto termina con estas alentadoras palabras en Nehemías 7:73: «Y habitaron los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, los del pueblo, los sirvientes del templo y todo Israel, en sus ciudades». Ese regreso al descanso suena similar a los pasajes fundamentales en Josué cuando los israelitas primero tomaron esa tierra. Realmente es un nuevo comienzo.

E. El pueblo se regocija y recae: Nehemías 8-13

Entonces, llegamos a la parte a la que todo lo demás nos conduce: ¡El restablecimiento del pacto! Mira Nehemías 8:8: «Y leían [es decir, los levitas]  en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura». Es interesante observar las reacciones del pueblo. Al escuchar la ley leída y expuesta, dice el versículo 6 que gritaron: «¡Amén! ¡Amén!», pero luego en el versículo 9 dice que lloraron. Se estaban dando cuenta de que habían violado la ley que estaban leyendo. Pero los sacerdotes dijeron al pueblo que no lloraran sino que celebraran al leer la Palabra de Dios. Parece que el pueblo estaba llorando por su pecado con toda razón y luego celebrando correctamente la gracia de Dios en sus vidas.

Me pregunto, ¿también tienes profundas reacciones emocionales ante la lectura y la enseñanza de la Palabra de Dios? ¿Te hace llorar mientras el peso de tu pecado se hunde? ¿Te da gozo saber que un Dios infinitamente santo daría su propia vida para hacernos santos? Espero que sí. 

El largo proceso de reedificación y renovación se completa cuando el pueblo se une nuevamente en un pacto con Dios, en 10:29:

«[Ahora todo el pueblo] se reunieron con sus hermanos y sus principales, para protestar y jurar que andarían en la ley de Dios, que fue dada por Moisés siervo de Dios, y que guardarían y cumplirían todos los mandamientos, decretos y estatutos de Jehová nuestro Señor».

El pueblo está en la tierra, el linaje de David vive (y, por tanto, también lo hace la simiente de la mujer), los sacerdotes están haciendo sacrificios en el altar, el templo es reedificado, los muros alrededor de Jerusalén están seguros, la ley se lee y explica públicamente, y el pueblo renueva formalmente su compromiso con el pacto de Dios.

Entonces, ¿esto es lo que hemos estado esperando? Lamentablemente, no. Tan pronto el pueblo renueva el pacto, lo quebranta de nuevo. En el capítulo 13, los vemos violando el día de reposo. Y una vez más se casan con personas de las naciones vecinas. Y entonces volvemos a ver ese mismo problema otra vez. La ley aún no está escrita en sus corazones. Esta no es la llegada completa del reino de Dios. Este no es el nuevo pacto con corazones nuevos en el cielo nuevo y la tierra nueva. El pecado y la muerte aún reinan.

Estamos aquí al final del registro histórico del Antiguo Testamento, y el corazón sigue siendo perversamente engañoso sobre todas las cosas, y sin cura. ¿Quién puede entenderlo? Una mayor salvación, mayor que el éxodo, mayor que el regreso del exilio aún debe estar por venir. ¡Un reino mayor, mayor que el de David, mayor que el de Salomón, mayor que Esdras y Nehemías, todavía no llega!

ESTER

Contexto

¡Vayamos a Ester! Misma época, diferente lugar. Ahora estamos en la década de los años 480/470 a. C., medio siglo después del regreso de la primera oleada, pero antes del regreso de Esdras. Pero estamos en Susa, la capital de Persia, donde algunos judíos todavía viven en el exilio.

Lo que es realmente extraño del libro de Ester es que Dios nunca se menciona. Y aparte de un poco de ayuno (4:3, 16), ni siquiera hay referencias religiosas. Eso hace que el propósito y la aplicación del libro sean menos que obvios. Entonces, ¿contribuye al plan de redención de Dios? Bueno, la historia ilustra a través de la narrativa la verdad de que Dios se preocupa por su pueblo. Que él rescatará a su pueblo de sus enemigos, y que el pueblo de Dios finalmente puede descansar seguro de que Dios los protegerá, incluso cuando no podamos ver cómo está trabajando.

Tema

De hecho, esa es una buena declaración temática para Ester:

Dios protege a su pueblo, incluso si no podemos ver cómo está trabajando.

En un mundo donde Dios es invisible, los fieles a menudo pueden preguntarse si Dios realmente está trabajando. Pero es importante recordar que los actos de providencia de Dios en nuestro mundo se hacen comúnmente con una mano oculta. Su trabajo se puede pasar por alto tan fácilmente. Y en ocasiones, es esa sutileza de sus acciones lo que hace que su liberación sea aún más poderosa.

Resumen

Entonces… Ester. Permíteme resumir la historia. En los primeros dos capítulos, una joven judía llamada Ester halla el favor del rey Asuero, hasta convertirse en su reina. Su primo, Mardoqueo escucha acerca de un complot para matar a Asuero, por lo que informa a Ester de esto. Ester alerta al rey y el complot se detiene. En el capítulo 3, los judíos enfrentan una crisis. Un hombre llamado Amán es promovido en la corte del rey, y se ofende cuando Mardoqueo no le rinde homenaje. Para vengarse, Amán no persigue solo a Mardoqueo, sino que busca un decreto para exterminar a todos los judíos en Persia. Mardoqueo convence a Ester para que lo ayude. Ella le pide al rey que perdone a los judíos, y él actúa en su nombre. Mientras tanto, el rey humilla inconscientemente a Amán obligándolo a honrar públicamente a Mardoqueo. Y, cuando el complot de Amán es frustrado, es ejecutado.

Esa es la historia; ahora abordaremos algunos temas importantes.

A. Dios juzgará

Primero, Dios traerá juicio sobre los malvados. El villano aquí es Amán. Es culpable de orgullo, arrogancia, intento de asesinato e intento de genocidio. Lo peor de todo es que dirigió su pecado específica y directamente contra el pueblo de Dios, es decir, contra Dios mismo. Su mal no es aleatorio o simplemente egoísta: se dirige deliberada e intencionalmente contra el pueblo y los propósitos de Dios. Amán es un arquetipo de los enemigos de Dios.

Pero vemos en la historia que en la providencia de Dios, todos los planes de Amán se volvieron contra él. Amán quiere humillar a Mardoqueo, pero el rey obliga a Amán a honrar a Mardoqueo en público. Amán quiere asesinar a Mardoqueo al colgarlo en una horca; pero el rey ejecuta a Amán colgándolo en esa misma horca. Amán quiere eliminar a los judíos en un genocidio masivo en todo el imperio. En cambio, Dios usa la ocasión para permitir que los judíos no solo se defiendan a sí mismos, sino que también triunfen sobre sus enemigos. Leemos en Ester 9:2: «Los judíos se reunieron en sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero, para descargar su mano sobre los que habían procurado su mal, y nadie los pudo resistir, porque el temor de ellos había caído sobre todos los pueblos».

Dios juzga a los malvados, a veces incluso en esta vida. Por tanto, los cristianos deberían tener paz acerca de las pruebas en esta vida, convencidos de que Dios hará justicia.

B. Dios trabaja en medio de las circunstancias

Observa cómo Mardoqueo persuade a Ester de rescatar a su pueblo de esta sentencia de muerte. «¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?», pregunta Mardoqueo (4:14). Mardoqueo cree que hay un propósito para que Ester se convierta en reina, y que su propósito queda claro por la oportunidad presentada para ayudar a salvar al pueblo de Dios. Dios usa instrumentos terrenales, como las acciones de las personas, para cumplir sus planes. De hecho, al mirar a lo largo de las Escrituras notarás cuán raro es que sus milagros adopten la forma de la interrupción abrupta de la historia que podrías ver, por ejemplo, en Éxodo. En cambio, usa personas, situaciones, acontecimientos, todo de manera muy natural, muy discreta, hacia el final que él pretende. Mardoqueo le está diciendo a Ester que debe entender que ella y su reinado podrían ser el instrumento por medio del cual Dios lograría sus propósitos. Sin duda, Dios no necesita ninguna persona o circunstancia en particular para lograr sus propósitos. Pero él ha decidido usar a personas como Ester, y nosotros, para difundir su palabra y redimir a su pueblo. «¡Podrías ser tú!». Mardoqueo está diciendo: «¡ podrías ser ese instrumento! ¡Qué emocionante!». Y a lo que él responde: «¿Quién sabe?». Verdaderamente, ¿quién sabe?

No hay accidentes o coincidencias en la vida. Dios guía y dirige toda su creación, y eso significa que él también guía las circunstancias de tu vida. Deberíamos examinar cuidadosamente las situaciones en las que Dios nos coloca y buscar oportunidades para servir a nuestro Señor y Salvador. ¿Quién sabe lo que Dios hará con esos pequeños actos de fidelidad?

C. Dios salvará a su pueblo

¿El tema teológico? Dios protege celosamente a su pueblo. Este es un tema principal de toda la Biblia, y es claramente el objetivo de este pequeño relato de Ester. No siempre es claro al momento cómo Dios está trabajando o cómo terminarán las cosas al final, pero Dios libera a su pueblo y lleva adelante su plan redentor. Y ten en cuenta que la forma en que Dios logró la liberación de Israel en esta situación maximizó su propia gloria y prácticamente impidió que Mardoqueo o Ester tomaran crédito o se jactaran de nada. De hecho, los propósitos y la salvación de Dios en este libro son aún más profundos y más significativos de lo que los acontecimientos en la superficie podrían sugerir. ¿Recuerdas cuando fracasó el reinado de Saúl? Fue cuando se negó a cumplir el mandato de Dios de destruir totalmente a los amalecitas y a su rey Agag. (1 Samuel 15). Bueno, descubrimos en Ester 2:5 que Mardoqueo es un descendiente lejano del rey Saúl y, 9:24, Amán del rey Agag. En la bondad de Dios, el rescate de su pueblo da como resultado la redención del linaje de Saúl, siglos después de que desobedeció su orden. Ciertamente no es un accidente que estos detalles genealógicos salgan a la luz en este libro. 

Conclusión

Entonces, ¿qué nos llevamos de estos tres libros acerca de vivir en este tiempo «intermedio»? Cuando Dios todavía está esperando para terminar de cumplir con sus promesas. Bueno, tenemos que confiar en que Dios está trabajando, incluso cuando no podamos verlo. Como vimos en Ester. Nuestro trabajo, como la reina Ester y el pueblo de la tierra, es ser fieles con las oportunidades que podemos ver. Pero, en última instancia, dependemos de Dios para asegurar esa obediencia, al mirar el fracaso al final de Nehemías al señalar la futura gran provisión de Dios en Cristo.

Oremos.

 

[1] Solo desde principios de la Edad Media han sido publicados como dos libros.

[2] Había sido destruido solo 50 años antes, a pesar de que el exilio había comenzado 70 años antes.